AMBIENTE-CUBA: Conciencia ciudadana, la mejor opción

Cada verano en Cuba, la queja se repite: «¡Qué sucias están las playas!». Envases de cerveza o refrescos, botellas, vasos y bolsas de plástico vacías o con restos de alimentos y muchas colillas de cigarrillos quedan cada día sobre la arena pese a multas, prohibiciones y llamados de alerta de ecologistas.

Citado en un reportaje que sobre el tema publicó un periódico cubano, Julio Olivera, vecino de Guanabo, 30 kilómetros al este de la Habana, asegura lapidario que 90 por ciento de la responsabilidad por la gran cantidad de desechos en las áreas costeras recae sobre la población.

"Si dos recogen y 20 ensucian, vamos a tener una tarea bien difícil", acota, a su vez, un especialista de Higiene consultado por el diario Trabajadores, en tanto un paseante considera que los inspectores deben fortalecer su trabajo, multar a los indisciplinados y velar por el cuidado de la naturaleza.

La bióloga marina Ángela Corvea no desestima las prohibiciones, multas u otras medidas restrictivas, pero deja eso a quienes corresponda. En su caso personal, optó por el trabajo directo con la comunidad y la educación ambiental que, en su opinión, debería figurar de forma transversal en todas las asignaturas y desde la enseñanza primaria.

"Los niños y niñas de hoy son la primera generación del siglo XXI. Serán los dirigentes y decisores dentro de pocas décadas y van a padecer mayormente los problemas del cambio climático. Por eso, mi intención es alertarlos y preocuparlos, pero a la vez ocuparlos", reitera.
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Con esa idea en mente, Corvea, de 60 años, lanzó en 2003 su proyecto ecológico Acualina, destinado a comunicar y trasmitir conocimientos ambientales "a las grandes masas", especialmente a menores de edad. "Sus cerebros son como esponjitas, pero para llegar a ellos hay que prepararse mucho y ante todo sentir lo que se hace", afirma.

Acualina personifica a una niña filósofa que, vestida a la usanza de la antigua Grecia y los colores de la bandera de Cuba, enseña, aconseja, advierte y orienta qué hacer para reducir los riesgos que se ciernen sobre el entorno. A esta "musa" ecologista se la ve en la televisión, en afiches, almanaques, plegables, en una página web y en pequeños libros.

Desde tales tribunas, exhorta a ser "mejores ciudadanos ambientales globales", advierte que "todo va a parar al mar" y da cifras sobre lo que tardan en descomponerse los residuos domésticos en sus aguas. Alerta, por ejemplo, que el proceso tarda 500 años en los desechos de plásticos, mientras que es infinito en el vidrio y la cerámica. Excelente comunicadora, el vecindario del barrio el Náutico, situado en el sector oeste de la capital cubana, conoce de cerca a Corvea por su prédica incansable a favor de la limpieza de las calles y de la costa aledaña.

En su opinión, es imprescindible crear conciencia en la gente, porque no siempre se da cuenta de que, si protege el medio en que vive, se está cuidando a sí misma.

"Ojalá en el mundo existieran muchas personas como ella, tan comprometidas, dedicadas en cuerpo y alma a esa tarea de impartir conocimientos y sembrar conciencia ambiental", comentó a IPS Mariana Saker, directora de Comunicación Social del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. No menos importante que Acualina, su proyecto líder, es su tarea de coordinadora en el municipio habanero Playa de la campaña mundial "A limpiar el mundo" que este año se realizó bajo el lema "las comunidades se unen para combatir el cambio climático". Ese movimiento tiene su sede en Australia, donde fue convocado por vez primera.

En su décima edición cubana, la mañana del sábado 19, varios miles de escolares, acompañados o no de sus padres, dedicaron algunas horas a la limpieza de la zona costera más cercana a su residencia. El lema en Cuba fue en esta ocasión "salva tu pedacito".

El objetivo de estas jornadas es sensibilizar a las comunidades y escuelas que viven cerca de la playa para que la adopten y creen sentido de pertenencia respecto a ella. También se espera que entre los participantes se cree el hábito de requerir y educar a quienes irresponsablemente lanzan toda clase de desperdicios a las aguas del mar.

El movimiento, que ha crecido al cabo de una década, no se restringe a las zonas costeras y llega a cualquier localidad donde haya personas que quieran unirse para realizar acciones a favor de su entorno. "Se trata de pensar globalmente, pero actuar localmente", comenta Corvea.

Esta "vecina del planeta", como suele llamarse a sí misma, asegura tener la esperanza de que la próxima cita de Copenhague sobre cambio climático llegue a resultados concretos. "Los ciudadanos de este planeta necesitamos soluciones, acuerdos y compromisos reales, no aplazamientos para nuevas reuniones, el tiempo se agota", afirma.

La 15 conferencia de las partes de la Convención Marco sobre Cambio Climático (CMNUCC), prevista del 7 al 18 de diciembre en la capital de Dinamarca, deberá sellar un "acuerdo completo, justo y efectivo" en materia de cambio climático que sustituya al Protocolo de Kyoto cuando concluya su vigencia en 2012.

Este Protocolo de la CMNUCC, acordado en Kyoto en 1997 y en vigor desde 2005, obliga a 37 países industrializados a reducir sus emisiones de gases invernadero en al menos 5,2 por ciento para 2012, respecto de los niveles de 1990.

Corvea recibió en 2001 el Gran Premio Internacional de Medio Ambiente Marino y Subacuático que otorga el Comité Científico de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) y en 2002 el premio Coral Polip a la mejor educadora ambiental de ese año por la Organización Conservacionista de Key West (Reef Relief), en Estados Unidos.

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