ISRAEL: Olmert al banquillo por corrupción

Por primera vez, un ex primer ministro israelí se sentará en la silla del acusado en un tribunal penal. Se trata de Ehud Olmert (2006-2009), acusado de sobornos, fraude, falsificación de documentos, evasión de impuestos e infidencia.

En un documento de 61 páginas, la fiscalía general de Israel presentó el domingo serios cargos contra el ex jerarca en el Tribunal de Distrito de Jerusalén.

Ese texto es el resultado de una prolongada investigación penal que hace un año obligó a Olmert a renunciar.

De todos modos, luego permaneció en el cargo en calidad de primer ministro interino, hasta que las elecciones del 10 de febrero de este año llevaron al poder a Benjamín Netanyahu, del derechista partido Likud, que desplazó a la coalición centrista de Olmert.

Los cargos se originan en tres casos que quedaron al descubierto en los últimos años, a medida que los investigadores exploraron evidencias que revelaron una serie de presuntas faltas.
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Todos los casos ocurrieron mientras Olmert era alcalde de Jerusalén y ministro de Comercio e Industria, antes de ser primer ministro, cargo que asumió en marzo de 2006.

El caso más controvertido involucra a un benefactor judío estadounidense que presuntamente entregó a Olmert alrededor de medio millón de dólares entre 1997 y 2005, buena parte de esa suma en efectivo y dentro de sobres.

A Olmert se le acusa de ocultar el dinero.

También enfrenta cargos por presuntamente haber abusado de su influyente posición para promover los intereses empresariales de ese benefactor en Israel y en el exterior.

En otro caso conocido como el de los "Viajes Rishon", se acusa a Olmert de pasar facturas fraudulentas a entidades estatales y organizaciones de caridad por viajes que realizó al exterior en calidad de funcionario del gobierno.

Esto le habría permitido abrir una cuenta secreta de crédito con su agencia de viajes. Se presume que utilizó más de 92.000 dólares amasados de esta manera para financiar viajes privados y familiares.

El texto de la dura acusación detalla los cargos: "El abuso de su posición y estatus, el alcance del fraude y la manera sistemática en la que éste se cometió con el transcurso del tiempo, el hecho de que fue el resultado de un esfuerzo que involucró la presentación sistemática de decenas de documentos falsos, y el hecho de que algunas de las sumas de dinero en cuestión se obtuvieron de las arcas públicas, y otras de organizaciones benéficas de carácter público".

A los israelíes les gusta jactarse de lo robusto de su democracia. La furia colectiva con Olmert se suma a la que generan dos de sus ex ministros —uno de ellos el de Finanzas—, que este martes iniciarán sendos periodos de prisión tras haber sido hallados culpables de varios cargos de robo, soborno e infidencia.

"Si Olmert es condenado, lo que tienen en común todos estos casos es que sus delitos colocaron al gobierno por encima de la ley", dijo el analista de temas legales Zeev Segal, de la Universidad de Tel Aviv.

"La acusación (contra Olmert) es un documento ético que hace sonar una alarma en torno a la seria corrupción del gobierno", agregó.

También este martes comenzará el juicio al ex presidente Moshé Katsav (2000-2007), por cargos de violación y acuso sexual. Él también fue obligado a renunciar prematuramente.

Todos los casos son atribuidos al celo del fiscal general de Israel, Menajem Mazuz, quien se ha convertido en la pesadilla de los políticos y altos funcionarios.

Muchos israelíes —para quienes la política se ha vuelto sinónimo de corrupción— alaban su compromiso inquebrantable con el objetivo de desarraigar lo que ahora se percibe ampliamente como una plaga en su sociedad.

"Esto puede reflejar la profundidad de la corrupción y el deterioro del sistema político israelí. Pero también puede reflejar la actitud audaz del sistema legal hacia los políticos", escribió el analista político Aluf Benn en el periódico Haaretz.

"Todavía es demasiado pronto para determinar si los cargos seriales también han servido" como métodos de disuasión, añadió.

El propio Olmert ha negado haber cometido ninguna falta. Incluso cuando se vio obligado a renunciar utilizó su periodo de primer ministro interino para comprometerse en un esfuerzo concertado por concluir un acuerdo de paz con los palestinos.

Actualmente insiste en que se habría podido llegar a un acuerdo si los palestinos hubieran aceptado los "términos generosos" que se les ofrecieron para llegar a una paz definitiva.

Esas conversaciones coronaron el drástico viraje político de Olmert, que pasó de ser un nacionalista de derecha a un ardiente promotor de la paz que creía en un acuerdo territorial con los palestinos, incluso en lo relativo a Jerusalén.

Dijo reiteradamente que, para la supervivencia de Israel, era esencial definir sus fronteras en el marco de la "solución de dos estados" (uno palestino y otro israelí coexistiendo pacíficamente).

Pero una vez que se volvieron más manifiestas las acusaciones de corrupción, obligando a su renuncia, su creencia en la paz con los palestinos se volvió irrelevante. Los israelíes simplemente dejaron de considerarlo una figura política seria.

En junio, cuando ya era primer ministro Netanyahu, Olmert reveló a la revista estadounidense Newsweek que, en sus conversaciones con el presidente palestino Mahmoud Abbas, había ofrecido incluso ceder el control sobre toda Jerusalén.

En esa oportunidad había propuesto que la amurallada Ciudad Vieja, con sus sitios sagrados para las tres religiones monoteístas, fuera objeto de una internacionalización, siendo administrada por "un consorcio de sauditas, jordanos, israelíes, palestinos y estadounidenses".

"Yo no estoy en el poder, pero mis ideas sí. Y mis ideas prevalecerán", insistió Olmert entonces.

En las últimas dos décadas, varios primeros ministros israelíes violaron lo que antes había sido un tabú en términos de lo que se consideraba "aceptable" para Israel a fin de avanzar en el proceso de paz.

Pero Olmert ya era tan irrelevante que sus últimas declaraciones no crearon ninguna tormenta, ni en Israel ni en Estados Unidos.

Ahora, al comenzar a tomar forma un nuevo esfuerzo de paz bajo los auspicios del presidente estadounidense Barack Obama, ¿hay todavía una oportunidad para que la propuesta revolucionaria —en términos israelíes— de Olmert prospere?

Los palestinos ya han condicionado las conversaciones de paz con Israel a que se las reanude desde donde las dejó Olmert.

Pero el sucesor de Olmert no sólo archivó la idea de la internacionalización. Bajo el mando de Netanyahu, la política de Israel en relación a Jerusalén ha regresado drásticamente a una posición de "quiten las manos de lo nuestro".

Para Obama será una tarea titánica demostrar que los pronósticos de Olmert sobre Jerusalén seguirán, según sus propias palabras, "en el poder", a diferencia de él.

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