El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, espera que México ejerza su influencia política y económica para posibilitar su retorno al cargo, aunque el gobierno de Felipe Calderón no ha dado muestras de que vaya a elevar la presión sobre el régimen golpista.
Por razones históricas y vínculos económicos, México posee un peso específico en América Central, y Zelaya apuesta a que el gobierno del conservador Calderón recurra a esa herramienta.
México y Venezuela ejecutan desde 1980 el Programa de Cooperación Energética para Países de Centroamérica y el Caribe, conocido como Acuerdo de San José, con el cual abastecen en forma conjunta a las naciones centroamericanas, Haití, Jamaica, Barbados y República Dominicana de 160.000 barriles de crudo diarios a precios preferenciales, a cambio de facilidades crediticias para el intercambio comercial.
Este país norteamericano es desde 1992 socio extrarregional del Banco Centroamericano de Integración Económica, fundado en 1960 para financiar el desarrollo del istmo.
Además, México y Honduras mantienen un acuerdo de libre comercio desde el año 2000.
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"México es un hermano mayor para toda Centroamérica. Creo que la opinión de México va a pesar mucho en América Latina", dijo Zelaya el martes, al inicio de su gira de dos días por esta nación norteamericana.
Zelaya fue derrocado el 28 de junio por un golpe cívico-militar y deportado de inmediato a Costa Rica.
El gobernante hondureño en el exilio insistió en que la diplomacia ejercida hasta ahora contra el régimen instaurado en su país, encabezado por Roberto Micheletti, no ha sido suficiente.
Calderón, quien asumió el poder en diciembre de 2006, ha respaldado a su homólogo hondureño, pero no ha ido más allá de las formas diplomáticas.
"Hemos dado todo nuestro apoyo a la democracia hondureña y al presidente Zelaya, y estamos dispuestos a seguirlo haciendo más intensamente, a desempeñar los roles que se nos pidan o se nos asignen conforme a los principios de política exterior en México", manifestó Calderón el martes, al recibir a Zelaya, a quien obsequió un sombrero de color blanco fabricado en Estados Unidos.
México arropó al hondureño durante su visita, mostrando el rasgo característico de la diplomacia de este país, pero sin comprometerse más de lo necesario.
"Mel" Zelaya, como se lo conoce popularmente en su país, recibió este miércoles las llaves de la capital mexicana, de manos del alcalde izquierdista Marcelo Ebrard y luego acudió al Senado.
"No estamos dispuestos a hacer un juego diplomático en el exterior de Honduras con el único fin de dilatar el proceso de reconstitución de la democracia", dijo Zelaya. "Revertir este golpe significa un reto y un desafío para la propia comunidad internacional", agregó.
Zelaya reafirmó su voluntad de suscribir la propuesta desarrollada por su homólogo de Costa Rica, Óscar Arias, para resolver la crisis política.
El plan propone el regreso de Zelaya a la Presidencia, amnistía para los delitos políticos cometidos por las partes, la conformación de un gobierno de "unidad nacional", el adelantamiento de los comicios, inicialmente previstos para fines de noviembre, y la supervisión del proceso por una comisión internacional de notables.
Pero el régimen de Micheletti se ha negado a aceptar el punto medular del acuerdo, la restauración de Zelaya como presidente.
En las décadas de 1970 y 1980 México acogió a exiliados políticos de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Chile y Uruguay, perseguidos por regímenes dictatoriales que abundaban entonces en América Latina.
Además, participó activamente en la negociación de los acuerdos de paz entre gobiernos y grupos guerrilleros de Guatemala y El Salvador.
Para la comentarista Martha Anaya, da la impresión de que la cuestión de Honduras sólo se prolonga en la comunidad internacional, sin que la vía diplomática ofrezca resultados.
La conjunción de un aumento de presión de Estados Unidos y México podría resolver la crisis. Zelaya alertó este miércoles de que los golpistas "son apoyados por los 'halcones' (sectores duros de la derecha) de Washington, no por el gobierno de (Barack) Obama".
Algunos medios han divulgado que la causa de los golpistas es defendida en Estados Unidos por cabilderos como el abogado Lanny Davis, del gobernante Partido Demócrata de ese país, que fue contratado por la filial hondureña del Consejo de Empresarios de América Latina (CEAL) para convencer al gobierno de Obama de que reconozca al régimen de Micheletti.
De hecho, Zelaya llamó este miércoles a Estados Unidos a rechazar con mayor fuerza el golpe de Estado en su contra y agregó que si el presidente Obama quiere, acabaría con los golpistas "en cinco minutos".
Además, consideró que de la reunión cumbre de América del Norte, que se celebrará este fin de semana en la noroccidental ciudad mexicana de Guadalajara entre Calderón, Obama y el primer ministro conservador de Canadá, Stephen Harper, debería emanar una condena más enérgica contra Micheletti y su gobierno.
La presión internacional ha logrado algunos resultados. La Unión Europea proseguirá las negociaciones para un tratado de libre comercio con América Central a partir del 15 de septiembre, excluyendo a Honduras.
Además, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos anunció este miércoles que visitará Honduras entre el 17 y el 21 de este mes para recabar información y denuncias de violaciones humanitarias cometidas luego del golpe de Estado.
Mientras, Zelaya deambula por la región en búsqueda de apoyos concretos que lo lleven a su reinstalación en el cargo. A fines de esta semana, tiene previsto retornar a Nicaragua, su base de operaciones desde que lo derrocaron, y a Brasil para entrevistarse con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en lo que podría resultar otra muestra de respaldo moral.