La influenza A/H1N1 confirma que las pandemias cada vez más frecuentes son un precio a pagar por la globalización, lo que urge a la Organización Mundial de Salud (OMS) a cumplir su mandato original y poner en práctica efectiva el Reglamento Sanitario Internacional.
Eso es lo que reclama Sueli Dallari, profesora de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo. En este momento, eso significaría supeditar la patente del medicamento antiviral oseltamivir, vendido con el nombre comercial Tamiflú, a la emergencia sanitaria y asegurar su distribución donde sea necesario.
La OMS, junto con la Organización Internacional del Trabajo, son las únicas agencias de las Naciones Unidas que nacieron "con competencia normativa", un poder que refleja la visión del mundo sobre las cuestiones sanitarias, comentó Dallari a IPS.
Esa conciencia de que la salud exige colaboración por encima de fronteras y de algunos derechos privados, acompañando la evolución del mundo, produjo, en una discusión que duró una década, la revisión del Reglamento Sanitario Internacional, originalmente adoptado en 1969.
La versión actualizada, adoptada en 2005 y vigente desde junio de 2007, ofrece los instrumentos necesarios para "intervenir" en el mercado farmacéutico y en otras actividades para enfrentar la pandemia, sostuvo Dallari, abogada y doctora en salud pública, con un posdoctorado en derecho médico. Pero "falta ponerlos en práctica", afirmó.
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En relación a las patentes farmacéuticas, los países aceptaron un acuerdo sobre propiedad intelectual negociado en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que permite aplicarles la licencia compulsiva en situaciones de emergencia como la actual, cuando muchas vidas están en riesgo, recordó.
"La OMS debe una respuesta" adecuada a su "misión básica" y a los mandatos que recibió, sostuvo. En el caso del Tamiflú, no se trata solo de levantar la patente, sino de crear condiciones para que los países puedan producir el fármaco, señaló Dallari en un artículo publicado el viernes en el diario Folha de São Paulo y firmado junto con Deisy Ventura, profesora de relaciones internacionales de la misma Universidad de São Paulo.
"No estoy segura de que el Tamiflú sea adecuado" contra la gripe A/H1N1, apuntó Dallari, pero la OMS lo reconoció como único medicamento disponible y efectivo, y por lo tanto debería adoptar las medidas para "abastecer al mundo" con ese recurso, buscando "universalizar" su acceso donde se lo necesite, argumentó.
En Brasil, donde ya se registraron por lo menos 68 muertes a causa de la nueva epidemia, el Ministerio de Salud empieza a distribuir 210.000 cajas de oseltamivir entregadas en los dos últimos días por la Fundación Oswaldo Cruz, instituto de investigación que posee un laboratorio, Farmanguinhos, para elaborar medicamentos esenciales para la salud pública.
Cada caja tiene 10 comprimidos, cantidad considerada suficiente para el tratamiento de un enfermo. El medicamento se produjo con autorización de la empresa farmacéutica suiza Roche, dueña de la patente, que impuso algunas condiciones, como una apariencia distinta a la del Tamiflú, con otros colores, además de su distribución gratuita y sin nombre comercial.
Roche tampoco permitió que Brasil produjera el principio activo del oseltamivir, que fue adquirido, así como otras 800.000 cajas, a la transnacional suiza.
En este país de más de 189 millones de habitantes, las muertes se multiplicaron en julio, con un promedio superior a dos víctimas por día, la mayoría de adultos jóvenes. Hasta junio se había logrado monitorear los casos de contagio, en gran parte provenientes del exterior, y el índice de letalidad era bajo.
El poco tiempo y la rapidez con que se diseminó el virus no permiten diagnósticos precisos, pero una explicación podría ser que la epidemia se extendió a las capas más pobres de la población, al contrario de lo ocurrido en el período inicial, cuando los contagios estaban limitados a los viajeros internacionales, que tenían mejores condiciones económicas y acceso a cuidados médicos.
Impresiona también la proporción de casos letales entre embarazadas, cerca de 15 por ciento del total. "Esas mujeres son más vulnerables porque el embarazo reduce su capacidad inmunológica", explicó a IPS Adriana de Camargo, enfermera con funciones directivas en el Hospital Municipal de Paulinia, urbe que hace parte de la región de la sureña Campinas, a 100 kilómetros de São Paulo, una zona donde la influenza A llegó con fuerza y provocó algunas muertes.
La mayor incidencia de la enfermedad entre adultos jóvenes y de mediana edad se puede explicar por la vacunación antigripal que se hizo masiva entre los ancianos brasileños en los últimos años y por las vacunas casi universalizadas entre los niños, conjeturó la enfermera graduada en la Universidad de Campinas.
Aunque se trate de vacunas no específicas para el virus A/H1N1, protegen a los niños y ancianos contra la neumonía y otras complicaciones respiratorias que agravan los efectos de la influenza, explicó.
Esa característica de la gripe de afectar más a población joven y de mediana edad se ha repetido en casi todos los países a los que se extendió la pandemia, desde que surgieron en abril los primeros brotes en México y Estados Unidos.
El invierno que vive el hemisferio austral es el período crítico, pues favorece la proliferación del virus y crea mejores condiciones, tanto para el contagio como para debilitar las defensas de las personas y hacerlas más vulnerables a resfríos, alergias y enfermedades respiratorias.
En Paulinia, como en toda la región de Campinas, aumentaron mucho las colas de gente que busca asistencia médica, atemorizada por la influenza A, informó Camargo.
En muchos estados del sudeste y sur de Brasil, las autoridades municipales y estaduales aplazaron el reinicio de las clases en las escuelas, prolongando las vacaciones invernales de julio para una o dos semanas más de agosto. El objetivo es evitar el contagio de los escolares.
Es una medida válida, porque reduce las aglomeraciones que aceleran la diseminación del virus, además de que los niños tienen una tendencia mayor que los adultos al contacto físico, evaluó la enfermera.
Pero cerrar las escuelas y dejar abiertos los centros comerciales es una contradicción, señaló Dallari.
Se necesita también un efectivo sistema de vigilancia epidemiológica en Brasil. Las reglas de alerta temprana y de disciplina en varios sectores empezaron a discutirse años atrás —ante el temor de una pandemia por la gripe aviaria que apareció a mediados de la década en Asia—, pero fueron olvidadas, lamentó la especialista.
La lógica indica que las epidemias y pandemias se harán más comunes y destructivas con la intensificación de las relaciones internacionales y de los desplazamientos humanos, y eso requiere una actualización de la salud pública y del sistema jurídico vinculado a ella, concluyó.