Las elecciones en Afganistán son consideradas fundamentales por Estados Unidos para darle legitimidad al gobierno de Hamid Karzai, pero éste estaría planeando un fraude electoral, según observadores, lo que podría tener el efecto opuesto.
Dos encuestas financiadas por Washington y publicadas el último fin de semana mostraron que el apoyo a Karzai cae y queda lejos del 51 por ciento de los sufragios que necesita para evitar una segunda vuelta. Una encuesta de la firma Glevum Associates le dio al mandatario 36 por ciento de las intenciones de voto, y otra del Instituto Republicano Internacional le otorgó 44 por ciento.
Pero Karzai tendría preparada una estrategia. Según varias fuentes, el mandatario forjó alianzas con importantes señores de la guerra que controlan milicias informales y redes tribales en las provincia, para realizar un fraude con una muy grande proporción de los sufragios.
Karzai eligió como compañero de fórmula a Muhammad Qasim Fahim, señor del guerra de la etnia tajik y quien ya había sido su vicepresidente y ministro de Defensa hasta 2004.
A cambio de su apoyo, le prometió a los señores de la guerra hazara Haji Muhammad Moheqiq y Karim Khalili que los actuales distritos controlados por esa etnia se convertirían en nuevas provincias, como informó Richard Oppel, del periódico estadounidense The New York Times.
[related_articles]
La estructura sociopolítica de Afganistán sigue siendo tan jerárquica que los señores de la guerra pueden darle muchos votos a Karzai tan sólo exhortando a sus seguidores a que sufraguen por él, y en algunas provincias, especialmente en el sur pashtún, forzando a los líderes tribales locales a cooperar con el plan de fraude.
Esto fue ilustrado por un líder tribal de la provincia de Herat, quien afirmó haber sido amenazado por un comandante local con "muy desagradables consecuencias" si los residentes de su aldea no votaban por Karzai, según el Instituto para el Reporte sobre Guerra y Paz.
En mayo, la Fundación para Elecciones Libres y Justas en Afganistán, organismo independiente que supervisa los comicios, documentó una serie de prácticas de registro de votantes que prepararían el terreno para un gran fraude.
Observadores de la Fundación, que supervisaron la registración de votantes en 184 de los 400 centros abiertos para ello en cuatro provincias durante una etapa del proceso electoral, descubrieron que casi 20 por ciento de los electores anotados eran menores de edad, en algunos casos de apenas 12 años.
Se estima que se han entregado 17 millones de credenciales para votar, lo que significa que casi 3,5 millones habrían sido adjudicadas a niños y niñas.
Los observadores también encontraron una indiscriminada distribución de credenciales. Durante la tercera fase de registros, hallaron por lo menos cuatro de esas irregularidades en 85 por ciento de los centros. Funcionarios que registraban a los votantes fueron vistos repartiendo las credenciales incluso antes de que los solicitantes fueron anotados.
En un caso, los observadores vieron que se le entregaron 500 credenciales a una sola persona.
Otro elemento en el plan de fraude implicó la anotación de mujeres sin que ellas de hecho estuvieran físicamente presentes, por lo general sobre la base de listas de nombres dadas por los funcionarios de registro. Esas listas fueron encontradas en 99 por ciento de los centros de la provincia Paktika, y en 90 por ciento de los de Zabul y Khost.
Durante la fase final del proceso de acreditación de electores se constató que muchos centros permitieron que hombres se llevaran los libros de registros a su hogar, donde supuestamente obtuvieron las huellas digitales de las mujeres.
En algunas de las provincias más inseguras y tradicionales, como las de Logar y Nuristán, se entregaron más del doble de credenciales a mujeres que a hombres, mientras que en Paktika, Paktia y Khost, se entregaron 30 por ciento más a mujeres que a hombres.
En la provincia de Kandahar, las mujeres representan 44 por ciento de los que tienen credencial. La parlamentaria Fawzia Koofi dijo al diario The Australian que esos niveles no podían ser genuinos.
Todo esto ha creado un gran fondo de credenciales de voto, muy pocos de los cuales serán usados por las mujeres sufragantes.
Periodistas señalan que esta adquisición de credenciales por parte de hombres fuertes en las provincias sería parte de un plan para incrementar los votos a favor de Karzai.
El diario británico The Times citó la semana pasada a un líder tribal en el distrito de Marja, de la provincia de Helmand, afirmando que el señor de la guerra y gobernador Sher Mohammad Akhudzada estaba organizando la votación por Karzai, y que él y otros ancianos tribales eran responsables de comprar credenciales de votantes registrados.
El analista independiente Alex Strick van Linschoten, radicado en Kandahar, denunció planes de usar a la policía para comprar credenciales en varios distritos.
Por su parte, la periodista Elizabeth Rubin escribió en The New York Times el 9 de este mes que una figura política de Kandahar, a la que no nombró, le dijo en junio que había falsificado 8.000 credenciales para votantes y que los había vendido a 20 dólares cada uno.
Pero algunos observadores creen que varios factores podrían dificultar los esfuerzos de Karzai para usar a los señores de la guerra con el fin de ganar las elecciones. Ronald E. Neumann, ex embajador estadounidense en Afganistán, dijo a IPS que el uso de tinta indeleble en los dedos de los votantes hará casi imposible que las personas voten más de una vez.
No obstante, recordó que esa tinta fue usada en 2005 y se demostró que no era tan "indeleble".
Neumann también espera que la Comisión de Quejas Electorales, organismo independiente con tres miembros internacionales designados por la Organización de las Naciones Unidas, sea una protección ante un posible fraude.
El organismo investiga denuncias de irregularidades y tiene derecho, bajo la ley electoral afgana, a ordenar la invalidación o el recuento de votos, o incluso realizar una nueva votación si encuentra evidencia de un fraude.
Pero la Comisión no es totalmente "independiente" de Karzai. Todos sus siete miembros fueron designados por el mandatario, y su presidente no ha ocultado su simpatía con el actual gobierno.
"La realidad es que va a haber mucho engaño", dijo a IPS Larry Goodson, del Instituto del Ejército de Estados Unidos, y quien integró el equipo del Comando Central el año pasado con un plan especial para Afganistán y Pakistán.
El peligro para Washington es que "los afganos lo vean promoviendo la legitimación de alguien que es abiertamente visto como ilegítimo".
Mientras, el movimiento islamista Talibán, que prometió descarrilar el proceso electoral, ha llevado adelante una campaña de violencia que hasta ahora ha dejado 12 muertos.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.