La visita de un senador estadounidense del gobernante Partido Demócrata a Birmania fue considerada «exitosa» en ámbitos diplomáticos, pero criticada por defensores de la democracia de ese país de Asia sudoriental.
Diplomáticos occidentales asignados a Bangkok, quienes pidieron reserva de su identidad, "aplaudieron el gran avance".
Pero opositores de la dictadura advirtieron que la visita del senador Jim Webb puede servir para mejorar la imagen del general Than Shwe, principal integrante de la junta militar gobernante, y para obtener concesiones sin que mejore en nada la situación de los derechos humanos ni permitir una apertura democrática en Birmania.
El senador Webb defiende el diálogo con la junta militar gobernante, autoproclamada Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo (CEPD). También pidió suspender las sanciones económicas porque no lograron avances democráticos.
Muy pocos se preguntan por las razones del trato dispensado a Webb, similar al de los jefes de Estado. El senador estadounidense se reunió con Than Shwe y con la líder opositora Aung San Suu Kyi.
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El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, no pudo encontrarse con ella en julio, cuando visitó Birmania.
La premio Nobel de la Paz de 64 años ha estado bajo arresto domiciliario unos 14 años en los últimos 20. La última fase de su detención comenzó luego de que matones afines a la dictadura la atacaran junto a otros dirigentes del principal partido de oposición, la Liga Nacional Democrática (LDN), por participar en una actividad partidaria en el centro de Birmania en 2003.
Ban pidió la liberación de Suu Kyi y de los otros presos políticos en su reunión con Than Shwe.
"No hay nada de qué sorprenderse con el trato dispensado a Webb. Than Shwe quiere tener buenas relaciones con el gobierno de Estados Unidos y conoce su opinión sobre ese país", explicó Zin Linn, director de información del Gobierno de la Coalición Nacional de la Unión de Birmania, elegido en las urnas y obligado a exiliarse en Tailandia.
"Los ganadores fueron el CEPD y Than Shwe, no Webb", apuntó. El general "explotó la situación al igual que lo ha hecho con otros visitantes extranjeros. Sabe cuándo ignorarlos y cuándo reunirse ellos".
El mayor logro de la visita de Webb, en lo que a Estados Unidos respecta, fue asegurar la liberación de John Yettaw por razones humanitarias.
El ciudadano estadounidense de 53 años fue condenado a siete años de prisión y trabajos forzados el 11 de este mes por atravesar un lago de Rangún a nado e ingresar en la residencia de Suu Kyi, contraviniendo las duras leyes de seguridad interna.
El mismo tribunal, ubicado dentro de la conocida prisión de Insein, halló culpable a Suu Kyi de violar las condiciones del arresto domiciliario al dejar entrar a Yettaw a su vivienda el 3 de mayo.
El hecho ocurrió en momentos en que la junta se quedaba sin argumentos para mantener fuera de la arena política a la máxima dirigente de la LND.
La líder de la oposición fue sentenciada a 18 meses más de detención domiciliaria, confirmando la opinión de algunos analistas birmanos acerca de que el juicio era una "farsa". El argumento de Yettaw para justificar su acción fue que escribía un libro acerca del "heroísmo basado sobre la fe", lo que no hace más que subrayar el tono kafkiano del episodio.
Lo que importa a los defensores de la democracia es el aislamiento de Suu Kyi, no el gesto humanitario conseguido por Webb. La decisión de dejarla fuera de las elecciones generales, que la junta prometió organizar en 2010, demuestra claramente las intenciones del CEPD.
"Lo importante es que Suu Kyi sea liberada. Hay que analizar el éxito o el fracaso de la visita de Webb en función de eso", remarcó Bo Kyi, presidente de la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos de Birmania, con sede en Tailandia. "La liberación de Yettaw no es tan importante".
De hecho, su liberación no es ninguna sorpresa, dijo a IPS en entrevista telefónica desde la localidad fronteriza de Mae Sot. "Ya no le sirve al régimen, que sólo lo necesitó para mantener a Suu Kyi bajo arresto domiciliario".
El mismo tipo de críticas suscitó otro mensaje difundido por Webb tras su visita de dos días el fin de semana pasado: aliviar las sanciones contra el régimen.
Webb, quien preside la subcomisión para Asuntos de Asia sudoriental y el Pacífico, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, trata de reunir adeptos para su "nuevo enfoque" en la relación con la junta militar.
Esa actitud es un resabio de la postura que surgió en esta región en 1997, cuando Birmania fue aceptada en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).
El bloque de 10 miembros, integrado por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, califica su postura hacia ese país como "relación constructiva".
El régimen de Birmania, gobernado desde 1962 por sucesivas juntas militares, goza de la protección de la Asean, que desvía las críticas del Consejo de Seguridad de la ONU, y decidió no plegarse a las sanciones impuestas por los países de la Unión Europea y Estados Unidos.
"La Asean adoptó una nueva política hacia Birmania en 1997: no critiquen al régimen, no lo presionen", indicó Debbie Stothard, de la organización de derechos humanos Red Alternativa de la Asean para Birmania. "Creyó que podría lograr cambios mediante el diálogo".
Pero en la última década ocurrió precisamente lo contrario. La junta se endureció y aumentaron las violaciones a los derechos humanos, subrayó Stothard. "El régimen es un nefasto enemigo y un amigo mucho peor".
"Por eso los defensores de la democracia quedaron sorprendidos con el mensaje de Webb", añadió. "Les indigna que su posición pueda aliviar la presión sobre el régimen, que trata con desesperación de legitimar las elecciones de 2010".