La trata y el tráfico de hombres para convertirlos en trabajadores esclavos se agrava en los países más pobres de Europa oriental. Activistas urgen a gobiernos y organizaciones a generar consciencia sobre la masculinización de estos delitos.
Cada vez son más los hombres víctimas de tratantes y traficantes. A diferencia de las mujeres que terminan prostituyéndose, los varones son obligados a realizar trabajos forzados y se convierten en virtuales esclavos de organizaciones delictivas.
Se estima que cientos de miles de hombres padecen esa situación. En los países pobres de Europa oriental, como Belarús y Ucrania, algunos de ellos sufren lo peor de lo que organizaciones especializadas consideran un "problema creciente en el mundo".
El asunto cobra mayor visibilidad, pero hay que cambiar la percepción generalizada al respecto.
La trata tiene el propósito de explotar a la víctima, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). No necesariamente implica el cruce de fronteras nacionales. Aunque a veces incluye el tráfico de migrantes, pues supone el ingreso ilegal a cierto país de personas extranjeras para someterlas a trabajos forzados.
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"Es un problema creciente y hay que crear consciencia sobre la trata de hombres para poder ayudar a las víctimas", dijo a IPS Jean-Philippe Chauzy, jefe de prensa e información de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
"La idea generalizada es que las víctimas son mujeres vulnerables obligadas a prostituirse y convertirse en esclavas sexuales. La gente no piensa que es un problema mucho más amplio y que también afecta a una considerable cantidad de hombres", explicó Chauzy.
"Las organizaciones de la sociedad civil deben apuntar a generar consciencia sobre el hecho", añadió.
El tráfico y la trata de personas se han vuelto un negocio internacional multimillonario. Se estima que millones de personas caen en manos de redes criminales todos los años, y los hombres constituyen una importante proporción, según la OIM.
Un estudio realizado por la OIM, divulgado a principios de este año, concluyó que 28,3 por ciento de las víctimas asistidas por la organización en Belarús, entre 2004 y 2006, y 17,6 en Ucrania eran hombres.
Los traficantes de seres humanos, primero convencen a las víctimas de emigrar en busca de trabajo y cuando llegan a destino, se sirven de una combinación de malos tratos, amenazas, falta de pago y restricciones de desplazamiento para evitar que vuelvan a su país de origen.
Una pequeña proporción es obligada a convertirse en esclavos sexuales, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Pero la mayoría realizan trabajos forzados en condiciones atroces más de 14 horas al día por un salario ínfimo y por lo general en el sector de la construcción.
El problema es peor en los países más pobres de Europa oriental
Se estima que sólo en Belarús más de 800.000 personas "desaparecidas" pueden encontrarse en Rusia contra su voluntad. En ese país no es ilegal que el patrón retenga el pasaporte de sus empleados ni que los mantenga virtualmente detenidos en el lugar de trabajo.
"Rusia es uno de los principales destinos del tráfico de hombres. Los ciudadanos de Belarús y Ucrania no necesitan visa y los controles de las autoridades bielorrusas para entrar y salir del país son laxas a raíz de la unión aduanera", explicó a IPS Joe Lowry, representante para Belarús, Moldavia y Ucrania de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Medialuna Roja.
"En Rusia no hay ninguna norma que impida a un patrón tener encerrado a un empleado en su lugar de trabajo o que rija el uso de seguridad privada" en las empresas, añadió.
La actual crisis económica y financiera sumergió más a los países pobres de la región y aumentó la vulnerabilidad de las personas, que se vuelven presa fácil de tratantes y traficantes de seres humanos.
Con la crisis, "la cantidad de hombres víctimas de tráfico aumenta porque se ven obligados a emigrar en busca de trabajo para sustentar a sus familias, una situación que lleva a asumir más riesgos", indicó Lowry.
"En la desesperación se arriesgan más y no revisan la oferta laboral, la empresa en cuestión ni el lugar de trabajo", apuntó.
Algunos hombres engañados relataron que fueron obligados a trabajar 12 horas al día en condiciones terribles, siete días a la semana y golpeados cuando protestaban. Además les dejaban una custodia de guardias armados que de noche soltaban perros para evitar las fugas.
En Rusia ocurrió un incidente, documentado por la OIM, en que el patrón de una empresa con extranjeros obligados a realizar trabajos forzados habría prendido fuego el local donde había varios hombres encerrados como forma de castigo colectivo. Algunos de ellos murieron y los sobrevivientes fueron trasladados a sus países de origen por los propios delincuentes.
Al igual que las mujeres, los hombres quedan física y psicológicamente perturbados por la terrible experiencia. Pero les suele costar más que a ellas encontrar ayuda una vez que logran escapar de sus agresores.
El estigma que atormenta a las mujeres después de atravesar ese tipo de experiencia traumática, también afecta a los hombres, y a veces en peor medida, según varios relatos.
"Existe un estigma vinculado a este tipo de situaciones y para los hombres que emigraron en busca de trabajo, regresar y reconocer que fueron engañados por traficantes y tratantes de seres humanos es algo que la psique masculina no puede manejar bien", señaló Lowry del CICR.
Muchos de ellos ni siquiera saben que pueden buscar ayuda.
"Si una persona termina en un país que no es el suyo, sin pasaporte ni trabajo ni dinero, las posibilidades de que sea explotada son enormes. La red de contención en esos casos es mucho más amplia para las mujeres que para los varones", indicó Chauzy, de la OIM.
"Muchos hombres no saben que existen servicios de asistencia para casos de explotación porque gran parte de la ayuda, como las líneas de teléfono gratuitas, se han concentrado en las mujeres", añadió.
Con mayor consciencia entre la población y las organizaciones que trabajan en el terreno se puede reforzar la atención a los hombres que cayeron en redes de trata y tráfico de personas, remarcó Chauzy.