Normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, separados por un conflicto de casi medio siglo, tomará tiempo, pero hay potencial y un ambiente favorable para el acercamiento, concluyó este viernes un influyente político estadounidense que visitó La Habana por cinco días.
Bill Richardson, gobernador del sureño estado de Nuevo México, se declaró optimista, pese a reconocer que el acercamiento entre dos países separados desde hace 50 años es complejo y requiere la discusión de muchos temas. En su opinión, un eventual intercambio humanitario podría ser el principio del diálogo bilateral.
Durante su estancia, el político del gobernante Partido Demócrata sostuvo dos encuentros con el presidente de la Asamblea Nacional legislativa, Ricardo Alarcón, e dialogó con altos cargos de la cancillería y jerarcas del comercio y la ciencia. Poco antes de emprender el regreso, dijo a periodistas que su misión en Cuba fue principalmente "comercial".
Richardson aclaró además que no viajó en representación del gobierno de Barack Obama, aunque le presentará sus recomendaciones. "Hay un ambiente muy bueno, el mejor que he visto en muchos años, para arreglar las relaciones", comentó y añadió que los dos países tienen que dar "pasos concretos" en esa dirección.
El político estuvo por primera vez en Cuba en 1996, cuando fue recibido por el entonces presidente Fidel Castro y obtuvo la liberación de tres presos por motivos políticos. Esta vez no se reunió con el líder histórico de la Revolución Cubana, ni con su hermano menor, Raúl, a cargo de la presidencia desde febrero del año pasado.
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"Sí me llegó un mensaje del comandante Castro, personal, que me dieron anoche", relató Richardson, luego de asegurar que su delegación fue informada en Washington de que no habría reuniones con el presidente Raúl Castro ni con el ex mandatario, quien a juzgar por un vídeo difundido en los últimos días está muy recuperado en su salud y de buen ánimo.
El avezado político estadounidense es partidario de comenzar a dar "pasos modestos", de carácter humanitario, antes de entrar en asuntos gruesos como el de los "presos políticos" o el embargo estadounidense, que Cuba llama bloqueo y afirma que le ha causado perjuicios por más de 90.000 millones desde su implantación en 1962.
En su opinión, del "lado americano" (estadounidense) se requiere más atención a "Latinoamérica y a Cuba", y del "lado cubano" es importante que haya "más flexibilidad en sus posiciones, más acciones recíprocas, especialmente en el área humanitaria".
El 1 de agosto, Raúl Castro reiteró su disposición al diálogo con Estados Unidos, pero no para negociar el sistema político y social. "No le pedimos a Estados Unidos que lo haga. Debemos respetar mutuamente nuestras diferencias", indicó el gobernante, quien también defendió la situación humanitaria de su país.
Richardson sugirió a Washington la inmediata implementación de medidas sobre viajes y remesas de cubanos residentes en Estados Unidos hacia Cuba, anunciadas en marzo, la ampliación de permisos a los estadounidenses para viajar a esta isla, así como un alivio de las regulaciones para intercambios y viajes de ciudadanos cubanos a su país.
En cuanto a Cuba, debería disminuir las restricciones para que sus nacionales viajen al vecino país y aceptar la propuesta estadounidense para dar más libertad de movimiento a diplomáticos de las dos naciones, es decir, para los de Cuba en Washington, y para los de Estados Unidos en La Habana, precisó.
Las dos naciones no tienen relaciones diplomáticas, pero en sus capitales funcionan sendas Secciones de Intereses que se ocupan de asuntos consulares y determinados temas puntuales. En ambos casos, el personal tiene restricciones para moverse por el país de destino.
Como última sugerencia para Cuba, Richardson mencionó el inicio de un diálogo entre La Habana y la comunidad cubana que reside en Estados Unidos.
Según aclaró el gobernador estadounidense, no se trata de sustituir el diálogo entre los dos gobiernos. "Pero yo pienso que para tener éxito en este esfuerzo, los cubano-americanos (SIC) deben estar involucrados en las discusiones", dijo Richardson, quien admitió que se entrevistó con exiliados en días previos a su viaje.
Analistas consultados por IPS, consideraron esta iniciativa como la menos realista y más improbable. "Puedo equivocarme, pero lo veo muy difícil Además, conversar con quiénes, sobre qué y cuáles intereses. El diferendo cubano-estadounidense es un asunto bilateral, entre Washington y La Habana", dijo una fuente.
La visita de Richardson siguió en pocos días a la de un grupo de obispos estadounidenses, encabezados por el cardenal católico Seán Patrick O'Malley, arzobispo de la nororiental ciudad de Boston, quienes permanecieron en Cuba entre el 17 y el 21 de agosto y también se entrevistaron con Alarcón.
Según fuentes cercanas a esa delegación, los temas conversados con el presidente del parlamento abarcaron las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y "el papel" que puede jugar la Iglesia Católica para una distensión. Los prelados también hicieron público su rechazo a las medidas de embargo.
En abril, legisladores afroestadounidenses demócratas que viajaron a La Habana para explorar las posibilidades de acercamiento entre los dos países, concluyeron que con Cuba se puede hablar de "cualquier tema" y ha "llegado el momento de hacerlo".
Esa delegación sostuvo un encuentro de más de cuatro horas con el presidente Raúl Castro y algunos de sus integrantes conversaron también con Fidel Castro, alejado del poder desde julio de 2006 por graves problemas de salud.