BRASIL: Cuando la danza enseña a vivir

«La vida de mi familia cambió», desde la manera de comer y las reglas de higiene hasta la seguridad de saber dónde están mis hijas y el fin del alcoholismo paterno, celebró Maria Erilma da Silva, madre de tres niñas y un adolescente en Fortaleza, capital del estado de Ceará, en el Nordeste de Brasil.

Pequeños danzarines Crédito: Crédito: Gentileza Mila Petrillo
Pequeños danzarines Crédito: Crédito: Gentileza Mila Petrillo

Esas transformaciones se atribuyen a la Escuela de Danza e Integración Social para Niños y Adolescentes (Edisca), que sus tres hijas empezaron a frecuentar hace más de tres años.

Ahora ellas dejaron la cuchara y utilizan cuchillo y tenedor para comer. También adquirieron el hábito de cepillarse los dientes después de las comidas, aunque Raquel, de 12 años, no lo haga todavía muy regularmente.

Pero el mejor efecto fue que «el padre dejara de beber todos los días, aunque ya se había caído de la bicicleta, lastimándose arriba del ojo», recordó Maria. «Cuando salía a beber, se podía esperar cine», dijo una de las hijas, Rafaela, de 15 años. Una vez, alcoholizado, creyó que era Superman, trepó al depósito de agua y cayó desde esa altura torciéndose la pierna, ejemplificó la madre, que trabaja como auxiliar de cocina en una escuela.

[related_articles]El padre, Francisco Gomes Martins, admite que abandonó la bebida «para no perjudicar a mis hijas» cuando ellas se incorporaron a la Edisca. «Lo decidí en un momento, tal como dejé de fumar, de pronto, sin sufrir abstinencia», dijo, si bien sigue tomando cerveza de vez en cuando, sostuvo este hombre que presta servicios de inspección a la alcaldía y ahora está amenazado de despido.

«Siento el mayor orgullo porque mis hijas estén en Edisca, la danza es maravillosa», dijo, aunque su mujer asegura que, al principio, él se oponía a que las niñas bailaran. Verlas danzando en el espectáculo «Urbes favela» lo emocionó hasta las lágrimas. Hoy les exige asistencia asidua a las clases y les permite viajar, pero «sólo si es con Edisca».

En el barrio Bom Jardim, donde vive la familia en una gran casa construida a medias, se puede sentir la influencia de Edisca, cuya sede se ubica del otro lado de la ciudad, a más de una hora en autobús.

EDISCA

Con unos 200.000 habitantes, Bom Jardim es uno de los barrios más pobres y violentos de Fortaleza, en el extremo sudoeste del municipio. Bien cuadriculado, sus calles largas y ordenadas exhiben la pobreza en la falta o la precariedad del pavimento, en la abundancia de viviendas sin terminar y en el caos arquitectónico característico de la ocupación reciente, provocada por el éxodo rural.

Es la mayor fuente de educandos de Edisca, según Katiana Pena, que se convirtió en profesora de danza en esa escuela y hoy enseña en el Centro Cultural Bom Jardim, un edificio alto y moderno que sobresale en el barrio y es frecuentado por cerca de 800 niñas y niños.

Fundada en 1991 y dirigida por Dora Andrade, la organización no gubernamental Edisca acoge exclusivamente a niños y adolescentes de barrios pobres. Son cerca de 400 alumnos permanentes, todos estudiantes de escuelas públicas de enseñanza primaria y secundaria, una exigencia para acceder a la educación que ofrece.

Al hacer accesible el ballet a la gente pobre, antes enseñado casi exclusivamente a las hijas de los ricos, «rompimos un paradigma», señaló Andrade. La Edisca se dedica a la danza contemporánea, precisó, pero la técnica del ballet clásico es básica en su formación.

[pullquote]1[/pullquote]El proyecto educacional, en el cual la formación de bailarines y profesores de danza es un resultado no deliberado, se expandió al área social, con el servicio que se presta a 1.500 familias en atención médica, odontológica, psicológica y nutricional, en forma individual o en grupos de convivencia.

Para la evolución de la escuela de danza, se hizo necesario realizar incursiones en otras disciplinas, como canto, teatro y artes visuales, y en nuevas funciones educativas, como refuerzo escolar, enseñanza de inglés e informática y asistencia psicopedagógica.

Muy pronto se impuso también la necesidad de ofrecer alimentación a los educandos, bajo orientación de nutricionistas, pues muchos estaban desnutridos y tenían malos hábitos alimentarios. La danza es un lenguaje corporal que exige excelentes condiciones físicas y cuidados higiénicos, como el cepillado frecuente de los dientes, observó la directora Andrade.

Otro costo indispensable que debió asumir la escuela fue subvencionar el transporte, ya que se trata de niños que viven en la lejana periferia de la ciudad y que no pueden pagarse el pasaje del autobús.

Los educandos permanecen en promedio cuatro años y medio en la institución. Pocos desisten, por eso cada año se admiten sólo cerca de 50 niños de 7 a 12 años, pero la demanda supera 10 veces esa cantidad. Se forman largas colas de aspirantes, y la escuela debe asumir una frustrante selección bajo criterios sociales y de aptitud.

«Aprendí a comer verduras acá», admitió Tatiane Gama, de 26 años, cuya vida es la historia misma del proyecto, pues es la única del grupo inaugural que permanece en Edisca. Empezó a aprender danza a los 8 años, integró luego el cuerpo de baile, y a los 18 pasó a ser profesora.

LA ELITE BAILARINA

Al llegar a los 16 o 17 años, época de concluir la enseñanza secundaria, los jóvenes tienen que dejar Edisca y reciben presiones familiares para que consigan empleo, por eso la escuela decidió crear el cuerpo de baile, constituido por los mejores bailarines, que ganan una ayuda mensual de unos 100 reales (50 dólares), explicó la profesora.

El grupo, de un tamaño variable que ronda los 40 jóvenes, casi profesional y continua capacitación, protagonizó aplaudidos espectáculos con coreografía de Dora Andrade, en algunos casos asociada a su hermano, Gilano Andrade.

«Jangurussu», basado en la vida de centenares de familias que sobreviven buscando alimentos y material vendible en un gran basural de Fortaleza, inició en 1995 el repertorio, que incluye otras obras de denuncia social, como «Koi-Guera», sobre el genocidio indígena, y «Urbes Favela», sobre la vida en los barrios marginados.

La obra «Mobilis», de 2003, es más abstracta, una investigación coreográfica sobre el movimiento. Hasta el año pasado, la organización no gubernamental había registrado 188.380 espectadores en sus 260 presentaciones en Brasil y en el exterior.

Los espectáculos «me permitieron conocer Francia, Italia, Alemania, Austria y Estados Unidos», además de muchas ciudades brasileñas, una «oportunidad que otras escuelas no me darían», destacó Tatiane Gama, que dicta clases en Edisca y en otras instituciones.

De esta escuela salieron las profesoras de «mayor éxito» en las academias de ballet de Fortaleza, aseguró Gama, citando varios ejemplos, como un ex educando que creó su propia compañía de danza, y se reveló como un talentoso y exitoso coreógrafo.

Los dueños de las «academias» de danza reconocen las ventajas de contratar a sus ex compañeros, según Gama, por su disciplina, mayor responsabilidad y los conocimientos que adquirieron por haber participado en espectáculos en grandes teatros del exterior y de Brasil.

OTROS RESULTADOS

Pero el gran objetivo de EDISCA no es formar bailarines, sino ofrecer una educación de calidad, «interdimensional» pues combina la razón, la emoción, el deseo y la trascendencia a través del arte, preparando para la vida y generando oportunidades, definió Andrade.

[pullquote]2[/pullquote]Erika Dayane, de 27 años, aprovechó el teatro y el canto coral en los 11 años que pasó en Edisca. No se concentró en el ballet y no formó parte del cuerpo de baile, pero salió con una formación más amplia que le es útil hoy como terapeuta comunitaria del Centro de Atención Psicosocial (CAPS), una unidad municipal de asistencia a los que sufren trastornos mentales.

«Soy mixta, artista y terapeuta», señaló la funcionaria del CAPS de Bom Jardim y activista del Movimiento de Salud Mental Comunitaria del barrio, que busca «con el arte despertar el deseo de vivir y la creatividad dormida» en las personas deprimidas, víctimas de violencia, drogadicción y los efectos de la miseria.

«Busco romper el modelo de hospitalización y medicación con el arte. Muchos pacientes dejaron de necesitar médicos por practicar danza y canto», afirmó. Con su sueldo actual ayuda a la familia y financia su curso universitario de terapia ocupacional, que se prolongará, porque solo puede pagar parte de las materias anuales.

En Bom Jardim, la presencia de Edisca también se refleja en el liderazgo de sus educandos en las escuelas y actividades culturales del barrio, atestigua Ana Maria Marques, ex líder estudiantil de secundaria, de 23 años, que lucha por sobrevivir con su hijo pequeño como instructora de artesanía orgánica y trabajos culturales.

Son ex alumnos de la Edisca la mayoría de los jóvenes que crearon la Casa de Cultura, luego reemplazada por Nuestro Espacio, que ofrece teatro, danza, biblioteca, artesanía y cursos preparatorios para la universidad a niños y jóvenes del barrio.

Estimular la escolaridad formal es otra misión que asumió la escuela de danza. Son numerosos sus ex educandos que ya se graduaron o estudian en universidades, una rareza ejemplar en los barrios donde viven. Tatiane Gama estudia educación física y Daniele Monteiro, de 21 años de edad y 12 en Edisca, donde es ahora funcionaria administrativa, hace periodismo.

Serán muchos más los futuros universitarios gracias al programa de becas ofrecidas por algunos de los mejores colegios privados de Fortaleza a educandos seleccionados de Edisca. En 2008 eran 49 los beneficiados.

Los mismos espectáculos de la escuela son un gran proceso de aprendizaje. Para hacer «Urbes favela», por ejemplo, todos los estudiantes participaron en investigaciones sobre la realidad local de las esos barrios hacinados, su imagen difundida por la prensa y los anhelos de sus habitantes, además de talleres sobre escenografía, diseño, música, vídeo, maquillaje y otras áreas de la producción teatral.

Pese a los efectos sociales y educativos el proyecto, Edisca enfrenta dificultades financieras, que no se atenúan por el hecho de poseer desde 1999 una sede propia diseñada para sus actividades. La escuela suspendió las clases los días viernes y promueve una campaña de donaciones individuales, en busca de superar la crisis.

** Las fotografías de este artículo fueron cedidas por su autora Mila Petrillo, y hacen parte del libro «Arte de Transformação», editado por ANDI, SESC SP y el Fondo Nacional de Cultura, con 600 imágenes tomadas durante 14 años sobre 52 proyectos de transformación social por el arte.

«Este artículo es parte de la serie de reportajes El Arte es la Mejor Educación. El proyecto que dio origen a este trabajo fue el ganador de las Becas AVINA de Investigación Periodística. Los abonados que lo reproduzcan deben incluir los logos correspondientes. La Fundación AVINA y la Casa Daros, socia en la categoría Arte y Sociedad, no asumen responsabilidad por los conceptos, opiniones y otros aspectos de su contenido».

 

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