Washington manifiesta cada vez más dudas sobre la lucha contra la insurgencia Talibán en Afganistán y es poco probable que los resultados de las elecciones en ese país asiático recuperen el apoyo a la campaña bélica donde participan miles de soldados estadounidenses.
El escepticismo frente a las elecciones es un síntoma más de la creciente desilusión que existe en este país por el rumbo que tomó la guerra en Afganistán, tanto en los círculos de la política exterior como en la población en general.
En las últimas semanas tuvo lugar un debate sin precedentes en los medios de Estados Unidos acerca de si vale la pena librar la guerra, cuyo objetivo es derrotar al movimiento islamista Talibán y construir un fuerte estado centralizado.
Los partidarios de la guerra argumentan que se debe conceder un lapso de 12 a 18 meses al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y a su comandante en Afganistán, general Stanley McChrystal, para recuperar el rumbo de la guerra a tiempo para las elecciones legislativas de 2010.
El almirante Mike Mullen, presidente de los jefes del Estado Mayor, le dijo al diario Washington Post el miércoles que, con los recursos adecuados, Estados Unidos y sus aliados podrían avanzar contra los insurgentes en los próximos 12 a 18 meses.
Otros partidarios de la guerra, como Bruce Riedel, ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Consejo Nacional de Seguridad (NSC), y Kimberly Kagan, presidenta del centro de investigación Institute for the Study of War, también propusieron ese período de tiempo antes de decidir el cambio de rumbo en el esfuerzo bélico.
Los primeros resultados de las elecciones del 20 de este mes en Afganistán comenzaron a aparecer en la semana siguiente. El miércoles, la Comisión Electoral Independiente informó que el presidente Hamid Karzai obtuvo 42 por ciento de los votos escrutados hasta el momento, frente a 33 por ciento de su principal rival, el ex canciller Abdalá Abdalá.
Karzai necesitaría 50 por ciento de los votos para evitar una segunda vuelta en octubre. Abdalá denunció fraude en el recuento, y analistas de Estados Unidos no descartan esa posibilidad.
El periodista Gareth Porter, de IPS, informó en los últimos días que Karzai colaboró con jefes de la guerra afganos para retocar el recuento a su favor y evitar la segunda vuelta.
Pero otros señalan la importancia que tuvieron las alianzas de Karzai con los jefes de la guerra para su reelección.
Si Karzai gana en la primera vuelta, "casi seguramente se lo deberá al respaldo obtenido días antes de los comicios de varios jefes de la guerra, sobre todo de Abdul Rashid Dostum", dijo el martes Riedel, quien presidió este año la comisión gubernamental que analizó la situación estratégica de Afganistán y Pakistán.
Dostum, el líder más poderoso de la minoría uzbeka de Afganistán, es conocido por sus violaciones a los derechos humanos, atroces aún en comparación con otros señores de la guerra.
"Si Karzai vuelve al gobierno por el respaldo de Dostum, entonces las esperanzas de anticorrupción, buen gobierno y demás serán muy débiles para la segunda parte de la administración de Karzai", advirtió Riedel.
Karzai recibió críticas por la aparente corrupción de su gobierno y habría perdido la confianza de sus defensores en Estados Unidos. No obstante, la mayoría de los analistas consideran que los problemas de Afganistán son institucionales y no se deben a una persona.
"Más allá de quién gane, no hay nadie capaz de gobernar", afirmó Anthony Cordesman, un influyente estratega militar del Centre for Strategic and International Studies (CSIS), en el panel de Brookings. "Karzai es corrupto y no tiene capacidad. Abdalá nunca gobernó nada que se parezca a una estructura a gran escala", indicó.
El almirante Mullen dijo este mes que la situación en Afganistán "se deteriora". Cordesman no es tan optimista. Asegura que el gobierno de Karzai ha perdido o puede perder el control de 40 por ciento del territorio afgano, y que las últimas estimaciones de Washington y los medios de comunicación estadounidenses sobre el crecimiento de la amenaza del Talibán son "simplemente mentira".
Kagan coincide con Mullen, pero sostiene que se podría recuperar el control de la guerra si se redobla la contrainsurgencia, lo que exigirá un mayor número de soldados en Afganistán y la redistribución de las fuerzas militares en ese país.
Muchos defensores de la línea dura, conocidos como "halcones", sostienen que las lecciones aprendidas en Irak pueden aplicarse a Afganistán.
Mullen y el Ministro de Defensa, Robert Gates, nombraron a McChrystal y destituyeron a su antecesor, el general David McKiernan, en gran parte por la creencia de que McChrystal está mejor calificado para dirigir una guerra de contrainsurgencia no convencional.
McChrystal puso énfasis en la protección de la población civil como la base de la estrategia de Estados Unidos en Afganistán, y Obama agregó 17.000 soldados a las fuerzas en ese país. Muchos sugieren que pronto se necesitarán más.
Los partidarios de la guerra creen que la estrategia militar debe complementarse con el desarrollo civil, en concordancia con el lema "liberar, mantener y construir".
Pero los detractores argumentan que la violencia en Iraq se mitigó por diversos factores, y muchos de ellos no tienen nada que ver con la ofensiva de Estados Unidos. Asimismo, sostienen que los halcones presentan a la contrainsurgencia como una solución para todos los problemas que padece Afganistán.
"En ningún texto de la literatura militar estadounidense se encuentra la definición de qué significa 'mantener y construir', ni una sola declaración de un funcionario que indique cuándo se tendrá la capacidad" para hacerlo, sostuvo el martes Cordesman.
La situación en Afganistán "es demasiado conocida, no sólo por Iraq, sino por Vietnam", aseguró.
A medida que Obama se inclina por redoblar la guerra de contrainsurgencia en Afganistán, cada vez más comentaristas se preguntan si Estados Unidos tomó el camino equivocado.
El 51 por ciento de la población de Estados Unidos cree que la guerra en Afganistán no vale la pena, según una encuesta del diarioWashington Post y el noticiero de la cadena de televisión ABC News. Y en las últimas semanas voces dentro de los círculos de la política exterior cuestionaron la guerra.
La semana pasada, el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haas, discrepó con las palabras de Obama cuando dijo que la de Afganistán es "una guerra de necesidad". Haas sostuvo en el diario The New York Times que "no es solo una guerra de opción, sino de difícil opción".
Haas brindó un apoyo tentativo a la estrategia de Obama pero exhortó a que se consideren políticas alternativas, incluso el retiro de todas las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán.