TEATRO-AMÉRICA LATINA: Europa aplaude innovación

Las tendencias escénicas innovadoras que se fueron imponiendo en el teatro latinoamericano en las últimas tres décadas constituyeron el plato fuerte de la edición de este año del Festival de Almada, uno de los tres festivales internacionales de arte histriónico más importantes de Europa.

Festival Internacional de Teatro de Almada Crédito: Katalin Muharay/IPS
Festival Internacional de Teatro de Almada Crédito: Katalin Muharay/IPS
Almada, localidad gemela de Lisboa ubicada en la margen sur de río Tajo, poco a poco se fue convirtiendo en un punto de encuentro que la colocó al lado de los certámenes similares que se realizan en las ciudades de Avignon, en Francia, y Edimburgo, en Escocia.

Este año, el XXVI Festival Internacional de Teatro de Almada (FITA), realizado entre el 4 y el 18 de este mes, ofreció 27 espectáculos, nueve de ellos estrenos, de grupos provenientes de Alemania, Angola, Argentina, Bélgica, Chile, España, Francia, Italia, Portugal y Rusia.

El énfasis fue dado al teatro latinoamericano de lengua española, a la que se dedicó una muestra de paneles de cada país, con vasta información sobre las actividades en las salas, una exposición de cuadros del pintor chileno Francisco Ariztía y diversos seminarios y talleres sobre las actuales tendencias del arte escénico de la región.

Brasil esta vez se hizo representar por críticos de arte, profesores universitarios, directores, espectáculos musicales y la animación de calle.
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Al escenario subieron los grupos de teatro La Maravillosa, de Argentina, y El Blanco, de Chile. Sólo dos presencias latinoamericanas y, pese a ello, ¿por qué este énfasis del festival en los países de lengua española?, consultó IPS al director Joaquim Benite, fundador del festival.

"En Portugal, cuando se habla de América Latina, casi automáticamente se piensa sólo en Brasil, algo hasta comprensible debido a nuestros estrechos lazos históricos, culturales y lingüísticos con ese inmenso país hermano, pero, al igual que en el resto de Europa, con excepción de España, poco o nada se conoce del teatro hispanoamericano", explicó.

Sin embargo, los seminarios y coloquios fueron especialmente dedicados a América Latina, porque "este fenómeno del desconocimiento de teatro en esa región que habla español es una carencia que en parte queremos ayudar a superar, ya que allí hay corrientes teatrales de la mayor importancia y de gran calidad", añadió.

Viajaron a Almada, entre otros, Pepe Bablé , director del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz , que desde 1985 se celebra anualmente en octubre en esa ciudad española y es considerado "la puerta de entrada" de la escena latinoamericana en Europa.

También estuvieron los dramaturgos Luis Masci, de Uruguay, y Guillermo Calderón, de Chile y la catedrática colombiana Carmen Márquez.

También tomaron parte en los diversos encuentros la crítica de teatro Carmelinda Guimarães y la actriz Isabel Ortega, ambas brasileñas, los directores Héctor Manrique, de Venezuela, y Elmer Mendoza, de México, y los argentinos Alejandro Cruz, crítico del diario La Nación, e Inés Saavedra, actriz, autora y directora que hace unos años trasformó su propia casa en la sala de teatro La Maravillosa, destinada a la investigación, estudio y creación de textos dramáticos.

La muestra titulada "En torno al teatro latinoamericano" recopiló información e imágenes de obras presentadas en España y Portugal, incluyendo muchos de los que pasaron por el FITA, que en sus 26 ediciones exhibió 13 grupos brasileños y 28 hispanoamericanos, provenientes de Argentina, Colombia, Cuba, Chile, México, Uruguay y Venezuela.

La presencia de América Latina fue considerada una muy buena oportunidad para que los europeos conozcan mejor ese teatro. "Un gran acierto de Benite, un éxito que se debe a su capacidad, perseverancia y alto nivel intelectual", comentó a IPS el actor y director italiano Mario Mattia Giorgetti.

En efecto, este XXVI Festival de Almada consagra una vez más el resultado de la obra de Benite, iniciada en 1983 cuando reunió a un pequeño grupo de directores y actores para organizar en un espacio escénico al aire libre, una discreta Fiesta del Teatro, alcanzando en 26 años su actual dimensión.

"Este festival no es sólo de gran nivel artístico, es también único en el sentido de que en una inmensa terraza cercana a los palcos, Benite tuvo la genial idea de crear un espacio con restaurantes y cafés, donde el público dialoga con los artistas", añadió Giorgetti, una de las figuras centrales del teatro italiano en los últimos 40 años.

Sentimiento compartido por la chilena Paula Zúñiga, actriz del grupo El Blanco, al opinar que participar en "Almada es estar inmersa en una inmensa torre de Babel creativa, que enriquece, con ese intercambio con otras culturas, directores y actores, cuyo sello es una fantástica cadena de artistas mezclados con el público en la terraza, algo tan diferente a otros festivales".

Al evaluar los 26 años transcurridos, Benite no esconde su cansancio con la falta de apoyo, pese a la consagración internacional del encuentro. A los escenarios de Almada ya subieron 276 directores de grupos extranjeros, 184 portugueses y unos 2.000 actores.

El costo hasta 2008 fue de 750.000 dólares, pero el desafío ahora es conseguir más dinero. "Es curioso que la gente comience a luchar por valores artísticos y acabe por luchar por valores económicos", dijo al comentar el corte del subsidio de 42.000 dólares tradicionalmente otorgados por la Región de Turismo de Lisboa.

Entre bastidores y en varios artículos de prensa, la medida ha sido interpretada como un gesto político del gobierno socialista (de tendencia neoliberal) de José Sócrates, ante un festival demasiado izquierdista.

Con el inesperado corte, anunciado en carta oficial fechada tres días antes del fin del certamen y cuando el presupuesto ya estaba en ejecución, el FITA de este año tendrá serias dificultades. Pero Benite garantiza que el festival del próximo año no está en dudas.

Menos comedido fue el crítico de arte español Manuel Sesma, director de la revista Primer Acto, al señalar que esta drástica reducción de fondos "sólo puede ser considerado como un atentado a la inteligencia y al sistema democrático, ya que una de las características de la democracia es la convivencia de ideas plurales, sin censura previa".

"En las democracias existen políticos obtusos, que suelen ejercer la censura de una forma que piensan que es sutil, pero restringir las actividades culturales e intentar estrangular una manifestación teatral de la magnitud del FITA es sin duda una forma de ejercer la censura en su expresión más miserable", concluyó Sesma.

Sin embargo y pese a la mala noticias, en paralelo al espectáculo histriónico se llevó a cabo un seminario sobre las tendencias escénicas innovadoras a partir de la década del 80 coordinado por el chileno Osvaldo Obregón, doctorado en la Universidad de París III con la tesis "La difusión del teatro latinoamericano en Francia" y hoy profesor de la Universidad de Franche-Compté.

Al hacer una síntesis, Obregón señaló que se coincidió en que "el desarrollo escénico se caracteriza en cada época por su gran diversidad, en un juego constante entre tradición y modernidad, en que se destacan tendencias poco conformistas, en la búsqueda de nuevas tendencias expresivas".

En América Latina, la fórmula que predominó desde fines del siglo XIX fue la de "texto de un autor, puesto en escena por un director", algo todavía vigente, "pero, paralelamente, fueron surgiendo producciones que aplican otros criterios y estrategias escénicas, dando relevancia a la dimensión visual o mezclando varias artes del espectáculo".

Además, "la integración de las nuevas tecnologías en la creación escénica, es otra variante posible en los montajes actuales", concluyo el catedrático.

Paula Zúñiga precisó a IPS que, "en términos generales, el teatro latinoamericano actual es político, si se considera que en la mayoría de nuestros países vivieron largas dictaduras y los artistas tenemos esa voz social que se refleja en la emoción y la proyección de ese sentimiento a partir de una idea".

Reconoce que en esa región "existe todavía un teatro muy representativo de sus historias, y en el caso de Chile, después del fin de la dictadura en 1990, se vivió un ciclo que es el del olvido obligado por varios años, fundamentalmente debido a que la justicia no fue la esperada".

Consultada al concluir el diálogo sobre si es esta la razón del éxito internacional de El Blanco, aclaró: "nuestro grupo, pretende el logro y no el éxito". "El éxito es fugaz y el logro, en cambio, es el desarrollo de una idea, que cuando se consigue se obtiene", puntualizó.

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