Miles de solicitudes de asilo recibidas por Canadá de parte ciudadanos checos, la mayoría de etnia romaní, han provocado un importante conflicto diplomático bilateral.
Canadá volvió a imponer el 13 de este mes el requisito de visa a personas con pasaporte de República Checa con el argumento de que una importante cantidad de los pedidos de ingreso recibidos en el último año proceden de ese país europeo de 10 millones de habitantes.
Praga reaccionó dos días después con igual medida para ciudadanos canadienses con pasaporte oficial y diplomático. Además trata de que la Unión Europea (UE), de la que forma parte, haga lo mismo en demostración de solidaridad.
Tras recibir 2.581 solicitudes de asilo entre enero de 2008 y abril de este año, Canadá advirtió a República Checa que de no mejorar la situación se vería obligado a cancelar la decisión de fines de 2007, cuando suspendió el requisito para ciudadanos de ese país.
Activistas de derechos humanos recomendaron a miembros de la etnia romaní con ciudadanía checa viajar a Canadá a raíz del creciente número de ataques racistas contra su comunidad.
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El pueblo romaní llegó a Europa procedente de India en el siglo XIV y desde entonces sufre discriminación en todo el continente.
En abril y mayo, familias gitanas fueron atacadas con cócteles Molotov en pequeñas localidades de República Checa. En uno de los episodios fue herida una niña de dos años que sigue hospitalizada en estado grave.
Hace un año hubo un enfrentamiento entre extremistas de derecha y la policía en el complejo de viviendas de Janov, de mayoría gitana, en la septentrional ciudad checa de Litvínov.
Hay analistas que explican el éxodo romaní de otra forma.
La emigración se relaciona con cuestiones de "interés profesional y financiero" de checos que viven en Canadá, según el sociólogo Roman Kristof, ex director del Consejo Gubernamental sobre Asuntos Romaní.
La Comisión de Inmigración y del Estatuto de Refugiados canadiense tiene "información parcial y tendenciosa respecto de la situación de los gitanos en República Checa a raíz de los empleados de la industria de derechos humanos", aseguró Kristof.
Los activistas "son idénticos a los investigadores que hacen prospecciones", apuntó, se aprovechan de los solicitantes de asilo.
Sus propósitos fueron considerados una "teoría demente" por defensores de gitanos.
Por su parte, el ministro de Derechos Humanos y Minorías, Michael Kocab, señaló que ni él ni su secretaría tienen indicios de que se trate de una migración organizada.
"Realmente creemos que el ambiente en nuestro país empeoró notoriamente en los últimos tiempos y que los gitanos no están seguros", declaró Kocab, en una rara confesión pública de responsabilidad.
Sin embargo, los medios de comunicación checos se hicieron eco de la teoría de Kristof y publicaron artículos que sostienen que el sistema canadiense es demasiado generoso e ingenuo respecto de las "historias inventadas" por los solicitantes de asilo.
Altos funcionarios del gobierno también se plegaron a esa interpretación. "Canadá soluciona sus problemas a expensas de República Checa", declaró el canciller Jan Kohout.
"No es un problema de República Checa ni de la cantidad de solicitantes de asilo sino de que la legislación sobre migraciones de Canadá es excepcionalmente generosa para el mundo actual", declaró Johout.
Pero esa explicación no se ajusta a la historia de Anna Polakova, ex jefa de edición de un programa romaní en Radio Checa, quien alegó "ataques permanentes contra mi familia" y la "radicalización de la sociedad" para justificar el asilo solicitado a Canadá en junio.
"No estamos hablando de ganar dinero ni de escapar de los acreedores en los bosques canadienses, sino de una discriminación cotidiana y de peligros para la familia", dijo a IPS, Stepan Ripka, coordinador del programa romaní de la Fundación Sociedad Abierta, de Praga.
El malestar mostrado por los medios de comunicación checos se origina en una organización no gubernamental que recibe asistencia financiera del gobierno canadiense y que "asesora a los solicitantes de asilo en cuestiones legales", señaló Ripka.
Pero los medios la consideran "asesores que dicen a los gitanos qué tienen que declarar ante los funcionarios de migraciones" canadienses, explicó.
"Hay relatos sobre discriminación y opresión que funcionan mejor con los funcionarios canadienses, pero no son historias inventadas", remarcó.
Alrededor de dos de cada tres ciudadanos checos consideran problemática la convivencia con los gitanos, según varios estudios.
Los partidos de extrema derecha no tienen representación parlamentaria, pero tratan de ganar adeptos criticando a esa comunidad.
El primer ministro Jan Fischer declaró que los extremistas se beneficiarán de la nueva disposición canadiense y la emplearán como un argumento más contra la comunidad romaní, lo que acentuará la discriminación y empeorará la situación.
Los gitanos de Bulgaria, Eslovaquia y Hungría viven una situación similar a la de los de República Checa, pero no se registró ninguna avalancha de solicitudes de asilo desde esos países.
Diplomáticos checos tratan de convencer a sus pares canadienses de firmar un acuerdo que reconozca a la nación de Europa central como un "país de origen seguro", es decir un estado cuyos ciudadanos presumiblemente no necesitan protección.
Con esa medida, República Checa pretende que sea virtualmente imposible para Canadá conceder asilo a ciudadanos checos. FIN/IPS/traen-vf/zd/ss/eu ip hd fe/09)