Civiles que huyeron de la noroccidental región pakistaní de Malakand ante la ofensiva del ejército contra el movimiento islamista Talibán comienzan a regresar a sus hogares. El gobierno confirmó que unas 2.800 personas ya retornaron a Swat y Buner.
"Sí, estamos regresando a nuestro hogar porque la vida en el campamento es miserable", dijo el maestro escolar Javid Khan, de Mingora, capital del distrito de Swat, mientras espera uno de los autobuses dispuestos por el gobierno para trasladar a los desplazados.
"Estamos todos con mucho temor de que los líderes talibanes aún vivan, y que regresen una vez que las cosas se aquieten", añadió. Khan, quien ha estado refugiado en el campamento Sheikh Yasin de Mardan desde mayo, refleja en sus dichos el sentimiento de todos los desplazados de Malakand.
Más de dos millones de personas de los distritos de Swat, Buner y Alto Dir, en la región de Malakand, se han refugiado en campamentos o en casas de familiares por más de tres meses, en lo que la Organización de las Naciones Unidas considera la mayor crisis de desplazados desde la de Ruanda en los años 90.
La semana pasada, el primer ministro Syed Yousaf Raza Gilani anunció un plan de repatriación en tres fases. La primera, lanzada el lunes, consiste en estimular el regreso voluntario de los desplazados a las áreas de las que ya fueron desalojados los islamistas. El gobierno informó que cada familia recibiría alimento durante seis meses y el equivalente en rupias de 300 dólares.
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"Durante los últimos dos días, unas 400 familias (2.800 personas) han abandonado Nowshera, Mardan, Charsadda y Swabi. La gente se va con alegría", dijo a periodistas Bashir Ahmed Bilour, ministro en el gobierno de la Provincia de la Frontera Noroccidental, de la que Peshawar es capital. "Esta es una tarea gigante, pero somos concientes de los desafíos", indicó.
Pakistán ha sido escenario de la violencia extremista desde 2002, cuando el Talibán fue desalojado del poder en Afganistán por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Remanentes del Talibán, incluyendo a su líder Omar Abdalá, cruzaron la porosa frontera hacia Pakistán para refugiarse con grupos étnicos aliados en las Áreas Tribales Administradas Federalmente. Poco a poco fueron creando sus baluartes, y en 2007 tomaron control del valle de Swat.
En febrero, el gobierno de la Provincia de la Frontera Noroccidental cedió a un acuerdo con el Talibán para lograr la paz, por el cual aceptó la imposición de la ley islámica en Swat a cambio del cese de las hostilidades.
La tregua tuvo corta vida, y después de una serie de ataques suicidas, incluyendo uno contra el equipo nacional de cricket de Sri Lanka en Lahore, el gobierno pakistaní decidió lanzar el 27 de abril una operación militar para desalojar definitivamente al Talibán de la Provincia, lo que desató la crisis humanitaria.
El gobierno creó 21 campamentos para albergar a los desplazados —90 por ciento de los cuales son civiles, según la ONU—, pero la vasta mayoría fueron a albergarse en casas de familiares o amigos fuera de la zona de conflicto.
"La mayoría de estas personas regresan de los campamentos por el fuerte calor y las próxima temporada de monzones", dijo Mohammad Ali, funcionario del campamento Jeque Yasin. La montañosa región de Malakand es más fría que el resto de la provincia.
Ali Ahmed, junto a otros 10 familiares, huyó de Swat el 29 abril y desde entonces se ha refugiado en el campamento Jeque Shehzad en Mardan. Dijo a IPS que los últimos dos meses han sido infernales. Se quejó de la falta de electricidad, de agua y de comida. "Estamos desesperados por ir a casa, a pesar de que sabemos que el Talibán regresará para oprimirnos", afirmó.
El gobierno tiene planes para repatriar unos 100.000 refugiados en los campamentos para el 28 de este mes. A los que se albergan en casas particulares se los exhortó a volver por su cuenta.
Sin embargo, "el número de familias que retornan es mucho menor del proyectado por el gobierno", dijo Kazim Khan, presidente del Comité de Acción para los Desplazados de Swat. "La gente tiene dudas sobre las instalaciones de salud, educación y agua en sus hogares. Todo ha sido destruido por los combates".
También hay muchas dudas sobre cómo el gobierno podrá garantizarles la seguridad a su regreso.
"No hay que preocuparse. El ejército se quedará en las zonas de conflicto aun después de haber eliminado a los militantes (islamistas). El presidente ya ha ordenado crear un área militar en Swat. El número de estaciones de policía se ha duplicado", dijo a IPS el ministro de Información, Mian Iftikhar Khan.
"Tenemos planes de irnos, pero mis hijos se quedarán aquí", señaló por su parte Raj Wali, un mecánico refugiado en la Escuela Gubernamental para Niñas de Mardan. Explicó que regresaría a su tierra con su hijo mayor para reconstruir su casa y luego, si la situación mejora, haría volver al resto de su familia.
"¿Cómo puedo llevar a mi familia cuando hace apenas tres días tres policías fueron asesinados y la casa de un periodista fue incendiada por los militantes?", señaló.
Mientras, la operación militar continúa en Swat, Buner y Alto Dir. Un portavoz del ejército dijo a la prensa el 14 de este mes que cinco islamistas habían sido abatidos en Swat.