Uno de los obstáculos más poderosos para el respeto de los derechos de las mujeres es que nadie parece obligado a dar explicaciones sobre las necesidades insatisfechas de la población femenina.
Esa es una de las principales conclusiones del último informe de Unifem (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer), presentado esta semana en Pretoria.
"El Progreso de las Mujeres en el Mundo 2008/2009" propone que la rendición de cuentas tenga perspectiva de género, es decir que las mujeres puedan obtener información y explicaciones sobre las acciones del gobierno, para iniciar investigaciones o recibir reparaciones cuando sea necesario y para exigir sanciones a los funcionarios que ignoren sus necesidades o permitan que se violen sus derechos.
Las mujeres pobres son las más perjudicadas por la ausencia de responsabilidad.
Para que las mujeres puedan alzar su voz en el ámbito corporativo y en materia de gobernanza, Unifem recomienda aumentar su presencia en cargos de decisión y reformar las instituciones para que sean capaces de incorporar sus necesidades.
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La presentación del informe se concentró en los derechos femeninos en el marco de las poderosas fuerzas del comercio mundial.
"Consideramos que la crisis económica y financiera ofrece una oportunidad para reconsiderar nuestros modelos en materia de equidad de género y para poder alcanzar los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM)", señaló el lunes la directora ejecutiva interina de Unifem, Joanne Sandler, en el acto de presentación del documento.
Con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Unifem muestra que son más mujeres que hombres quienes tienen empleos precarios, trabajando sin salario para algún miembro de su familia o en forma independiente.
Las mujeres constituyen más de 60 por ciento de los trabajadores familiares no asalariados.
En el sector formal, cientos de miles de empleos que se crearon en África con el auge económico de principios de esta década y que fueron ocupados por mujeres resultaron ser extremadamente precarios en el actual descalabro económico.
En África, el pujante sector de la industria textil y de vestimenta destinada a exportar creó miles de puestos de trabajo para las mujeres pobres en 2002, incluidos 100.000 empleos en Kenia, Lesotho y Swazilandia.
Pero con la caída de las ventas de temporada se está liquidando la viabilidad de la industria, indicó la directora ejecutiva de Unifem, Inés Alberdi, en la Quinta Reunión Anual de Presidentas de Parlamentos, realizada el lunes y el martes en Viena.
La industria textil de Marruecos, por ejemplo, que fabrica alfombras, vestimenta y prendas tejidas y donde las mujeres constituyen 79 por ciento de la plantilla, ya perdió 10.000 puestos a causa de las dificultades económicas.
Las crisis financieras generan mayor violencia y abusos contra las mujeres y un aumento de la mortalidad infantil, como lo prueban las estadísticas del descalabro asiático de 1997, recordó Alberdi.
En los países pobres, las niñas tienen más probabilidad de abandonar la enseñanza formal si su familia atraviesa dificultades económicas porque son las que tienen mayores índices de fracaso escolar, añadió. En 2007 constituyeron 54 por ciento de la población mundial no escolarizada. Es probable que la proporción aumente.
"Es un lugar común decir que toda crisis genera una oportunidad. Crisis como la actual, que pueden definir a una generación entera, pueden alterar el funcionamiento habitual del mundo, lo que dificulta la tarea de lograr un cambio", señaló Alberdi.
Lo habitual es que los gobiernos atraigan capitales que no respetan los estándares laborales ni ambientales, en especial en las zonas de exportación industrial o zonas francas, donde las empresas cuentan con exoneraciones fiscales, entre otros beneficios, en relación con las normas en el país.
Unifem criticó duramente ese modelo porque el principal interés de las zonas francas es bajar el costo de la mano de obra, por lo general femenina.
Los acuerdos secretos que suelen forjarse entre gobiernos y empresas suponen enormes obstáculos para millones de mujeres que reclaman salarios justos y mejores condiciones laborales.
El informe evalúa varias iniciativas de responsabilidad social corporativa, promovidas por el consumo o voluntarias, y propone una serie de recomendaciones que pueden no ser del agrado de las compañías trasnacionales.
Entre ellas, se sugiere que la equidad de género esté explicitada en las legislaciones nacionales y en las políticas comerciales internacionales, lo que requerirá contar con datos desagregados. Las mujeres también deben participar en la planificación de la economía nacional y en la negociación de acuerdos comerciales.
Además, se necesitan medidas, aunque temporales, para aumentar la cantidad de mujeres en cargos de decisión, inclusive cuotas en los directorios de empresas públicas.
En resumen, los gobiernos deben lograr que las instituciones rindan cuentas en materia de equidad de género. Para ello se necesitará una fuerte movilización femenina.
Al subrayar el papel de las organizaciones femeninas en la lucha contra regímenes autoritarios y a favor de la paz y de reformas legislativas democratizadoras, el informe de Unifem ve con optimismo la posibilidad de llevar a los gobiernos a que rindan cuentas sobre lo que hacen para lograr la equidad de género.
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