En los primeros contactos directos de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, con el gobierno de India, quedó claro que hay varios obstáculos para avanzar en el millonario acuerdo de cooperación nuclear.
Robert Blake, secretario de Estado asistente para Asia meridional, había dicho la semana pasada que el tratado presentaba "una gran oportunidad para las compañías estadounidenses, y permitiría exportaciones por 10.000 millones de dólares a India"
Pero en el camino de esas oportunidades de negocios, que incluyen la exportación de reactores y tecnología, se encuentra una legislación pendiente en el Parlamento indio que protegería a los proveedores estadounidenses de cualquier responsabilidad en caso de un accidente y por tanto les permitiría acceder a un seguro.
Probir Purkayastha, miembro destacado del Foro de la Ciencia de Nueva Delhi, dijo a IPS que colocar la responsabilidad sólo en los operadores indios y proteger a los proveedores estadounidenses era algo "inaceptable", y que seguramente sería cuestionado por grupos defensores de los derechos humanos y de la oposición en el Parlamento.
Purkayastha dijo no que no se oponía al uso de energía nuclear, pero que le preocupaba el costo que ésta tendría bajo el acuerdo con Estados Unidos, de unos 5,6 millones de dólares por megavatio.
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Firmas estadounidenses como General Electric-Hitachi y Westinghouse Electric afrontan la competencia de proveedores como Areva SA, con sede en París, y la rusa Rosatom Corp., que ya gozan de inmunidad ante cualquier accidente por estar parcial o completamente controladas por gobiernos.
Aunque ya se han identificado los sitios en los estados indios de Andhra Pradesh (sudeste) y Gujarat (oeste) donde se construirán las plantas nucleares, recién esta semana comenzarán las conversaciones entre funcionarios estadounidenses e indios en Viena para determinar exactamente cómo será reprocesado el combustible atómico usado por los reactores.
Según el pacto firmado el año pasado por ambos países, bajo la administración de George W. Bush (2001-2009), y que permitirá después de tres décadas la exportación de tecnología nuclear civil estadounidense a India, se debería construir una instalación especial para reprocesar el combustible.
El tratado le obliga a India a someterse a inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Los sitios militares están excluidos, y esto ha sido un punto cuestionado por los defensores del control de armas, que se oponen al acuerdo señalado que hay salvaguardas inadecuadas para separar el programa nuclear militar indio del destinado a la generación de energía.
La administración de Bush había obtenido una autorización especial del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, por sus siglas en inglés) para exportar tecnología atómica a India. El grupo concluyó en septiembre pasado que "los gobiernos participantes podían transferir equipos, materiales, programas de computadoras y tecnología relacionada para uso nuclear a India con fines pacíficos y para utilización en instalaciones civiles salvaguardadas por la AIEA".
Sin embargo, el Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, en su última cumbre este mes en LAquila, Italia, anunció una prohibición a la transferencia de tecnologías de enriquecimiento y reprocesamiento de combustible atómico a naciones que no hayan firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). India se ha negado insistentemente a suscribir ese acuerdo por considerarlo discriminatorio.
La declaración del G-8 elogió los esfuerzos para "reducir los riesgo de proliferación asociados con las propagadas instalaciones para enriquecimiento y reprocesamiento, y las tecnologías y equipos", así como los "progresos del NSG sobre los mecanismos para fortalecer los controles a las transferencias" de esa tecnología.
Sin embargo, la declaración comprometía a los países miembros del NSG a implementar propuestas "útiles y constructivas" para fortalecer los controles.
Tras la cumbre del G-8 creció la preocupación en India de que la administración de Barack Obama retrocedería en el acuerdo porque Nueva Delhi no había firmado el TNP. Pero esto temor fue desechado en el Parlamento por el ministro de Finanzas, Pranab Mukherjee, el 13 de este mes.
Gracias a la existencia "de un acuerdo específico con la AIEA, no estamos preocupados por la posición que tome el G-8", afirmó.
Pero hay otras preocupaciones: los principales proveedores nucleares estadounidenses, Westinghouse y General Electric (GE), tienen estrechos vínculos con Japón, país con el cual India no tiene acuerdo de cooperación nuclear. Westinghouse es propiedad de la japonesa Toshiba Corp., mientras que GE tiene una asociación estratégica con Hitachi.
El domingo, el Instituto Imagindia, centro de estudios independiente, emitió un comunicado señalando: "Es una importante preocupación nuestra que, a menos que Japón e India tengan un acuerdo de cooperación nuclear, será difícil para Westinghouse y GE participar del negocio indio".