DDHH-IRÁN: Nada reprime el llanto por Neda

Decenas de miles de dolientes concurrieron al cementerio de Behesht Zahra, en la capital de Irán, para conmemorar la muerte de Neda Agha Soltan, víctima paradigmática de la violencia que a sumergió al país tras las elecciones presidenciales del 12 de junio.

A la madre de Neda, Hajer Rostami Motlagh, no se le permitió asistir a la ceremonia en honor de su hija y debió llorarla en un parque público Crédito: Campaña Internacional por DDHH en Irán El jueves se cumplieron 40 días del asesinato de esta mujer de 27 años, alcanzada por una bala en el pecho. Las imágenes del incidente en vídeo recibieron gran difusión a través de Internet. Neda se transformó rápidamente en un símbolo de la lucha de la disidencia iraní. Los enfrentamientos se suscitaron luego de anunciarse la reelección del presidente Mahmoud Ahmadineyad, de línea dura, por 62,6 por ciento de los votos. La oposición consideró que el oficialismo se valió del fraude.

Dos de los candidatos presidenciales derrotados, Mir Hossein Musavi y Mehdi Karrubi, también asistieron a la ceremonia de este jueves de tarde. Según diversas versiones, funcionarios de seguridad impidieron que ambos se acercaran a la tumba de Neda.

La familia de la víctima sufrió presiones para no concurrir al cementerio, informó un allegado. Finalmente, "su madre fue a un parque cerca de su casa, donde, en soledad, encendió una vela en recuerdo de su hija", agregó.

El público sorteó la presencia de las fuerzas de seguridad para realizar el acto recordatorio, tanto por Neda como por otros muertos a manos de la represión, y elevar sus plegarias.
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"La policía intentó dispersar la multitud, pero no hubo mucho enfrentamiento. Las mujeres —principalmente madres de edad avanzada— crearon una cadena humana entre los deudos y la policía", describió.

"Un gran grupo de funcionarios vestidos de civil observaban desde lejos. En un momento los deudos rodearon a los policías. Pudieron haberlos atacado, pero prefirieron corear cánticos de agradecimiento hacia ellos y alentarlos a unirse a las protestas", añadió.

Algunos policías a los que les ofrecieron flores y dátiles —como es tradición en los funerales— expresaron su solidaridad a los participantes en la ceremonia, aunque se negaron a aceptarlas.

De repente, "un hombre grande, vestido al modo de las milicias Basij, cruzó la línea policial y gritó: ‘Estoy aquí para defender la sangre de mis mártires’, y comenzó a entonar en voz alta ‘Dios es grande’, mientras se unía a las filas de protestantes indignado por la muerte violenta y sin sentido de iraníes inocentes", dijo el testigo.

Los basij son paramilitares voluntarios que operan como custodia moral de la Revolución Islámica.

Entre otros cánticos entonados por los manifestantes presentes en el cementerio figuraron: "Larga vida a la libertad", "muerte al dictador" y "¿cuántas Nedas harán falta para que amanezca?". Según el testigo, en el cementerio se apostaron unos 150 policías y miembros de la guardia especial. Las entradas fueron cerradas para impedir el ingreso de los deudos. Poco después de las seis de la tarde, los funcionarios de seguridad atacaron a la muchedumbre con bastones y gases lacrimógenos.

Moussavi y Karroubi habían pedido permiso para realizar, a esa misma hora, un servicio conmemorativo en la mezquita teheraní de Mossallah. Los funcionarios les negaron la autorización, pero decenas de miles de ciudadanos se congregaron allí, así como en otros puntos de la ciudad.

Los policías atacaron a automóviles que hacían sonar sus bocinas en solidaridad con los manifestantes, y rompieron sus parabrisas. Aunque tarde en la noche las calles de la capital estaban tranquilas, quedaron llenas de vidrios rotos.

Las familias de los asesinados en las últimas semanas esperaban que los funcionarios fueran más indulgentes a la hora de permitir una ceremonia conmemorativa general.

La semana pasada se reportó la muerte de Mohsen Rooholamini, que con 25 años había sido designado director del Instituto Pasteur de Teherán y además era el hijo de un alto asesor del derrotado candidato presidencial conservador Mohsen Rezaie. La noticia conmocionó a muchos de sus correligionarios.

Según una carta publicada por un ex miembro jerárquico de la Guardia Revolucionaria que también es amigo cercano de la familia, Mohsen fue arrestado el 9 de julio durante una protesta contra los resultados de las elecciones y en conmemoración del décimo aniversario del levantamiento estudiantil de 1999. Luego de buscar durante varios días, Abdol Rooholamini finalmente recibió una llamada telefónica informándole la muerte de su hijo.

La misiva señala que Mohsen fue torturado mientras estaba en prisión, y que le habían quebrado la mandíbula y los dientes. Según declaraciones de su padre, Mohsen falleció como consecuencia de las heridas que le infligieron durante su detención.

El caso de Mohsen hizo que los conservadores prestaran más atención a los cientos de personas reportadas como desaparecidas a raíz de la reciente violencia en el país, así como a la situación de los presos.

La familia Rooholamini también fue presionada para renunciar a los servicios fúnebres de su hijo, programados para la semana pasada.

Tras los informes de la muerte de Mohsen, parlamentarios conservadores crearon un comité para investigar la situación de quienes están en prisión. Luego hubo varias visitas a las cárceles.

Además, el líder supremo de Irán, ayatolá Ali Jamenei, ordenó el cierre de una de las prisiones que "no cumplía con los estándares". Aunque al principio no se dio a conocer el nombre de ese centro carcelario, luego se informó que se trataba de la prisión de Kahrizak, donde Mohsen y otros estuvieron detenidos y fueron asesinados.

Informes difundidos a propósito de esta prisión han arrojado luz sobre las condiciones extremadamente insalubres en que funciona, además de serios reportes de torturas. Estos, publicados de modo anónimo, señalaron que, en efecto, esta cárcel era un contenedor sin luces ni retretes.

Los estudios revelan que algunos detenidos fueron sometidos a violentas golpizas y torturas, a veces dejándolos morir frente a otros reclusos.

Algunos prisioneros murieron por falta de agua y alimentos, mientras que otros fueron presuntamente forzados a comer sus propias heces, en un intento por humillarlos y deshumanizarlos.

Según un informe, allí también se realizaron simulacros de ejecuciones como método de tortura a los prisioneros.

Un activista de derechos humanos explicó a IPS que "aunque no todas estas historias fueron confirmadas, los detalles provistos, incluidos los nombres de otros detenidos y fallecidos, así como la muerte de varias personas al ser arrestadas o poco después, son indicio de veracidad".

El ex presidente Mohammad Jatami (1997-2005), partidario de Moussavi, también emitió una declaración exigiendo que se investigue más a estas prisiones y que sus empleados sean responsabilizados. "No alcanza con etiquetar a la prisión como por debajo del estándar", dijo.

En entrevista con IPS, Fatemeh Haghighatjoo, una ex parlamentaria reformista que reside fuera de Irán, planteó que "el asunto no es cerrar las prisiones. ¿Qué sentido tiene hacerlo, cuando hay decenas de prisiones secretas por todo el país, con incontables funcionarios que pueden torturar a los detenidos?".

"Tiene que haber un control adecuado de estas prisiones; los detenidos tienen que ser liberados; la tortura tiene que parar; y los responsables tienen que ser identificados y juzgados", opinó.

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