La confrontación entre Colombia y Venezuela escala casi cada día y Brasil decidió intervenir para calmar los ánimos antes de que nuevos incidentes o declaraciones lleven a la ruptura total entre sus dos vecinos asomados al mar Caribe.
En cambio, Washington se desmarcó del conflicto. El portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Ian Kelly, dijo que "no es realmente un asunto de Estados Unidos" la discusión sobre unas armas venezolanas presuntamente incautadas a la guerrilla colombiana.
"Nosotros animaríamos a los dos gobiernos (Bogotá y Caracas) a resolver esas diferencias por la vía del diálogo", agregó Kelly.
También el chileno José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de los Estados Americanos, hizo "un llamado al diálogo para que se resuelva con espíritu de conciliación y en ningún caso tomar medidas que afectarían a mucha gente".
Insulza evocó la relación económica entre Venezuela y Colombia, la más dinámica de la zona andina, con un comercio que alcanzó 7.289 millones de dólares en 2008 —de los cuales unos 6.000 millones correspondieron a exportaciones colombianas— y que genera decenas de miles de empleos.
[related_articles]
Las relaciones entre Bogotá y Caracas han sido de altibajos en la segunda mitad de esta década. La actual crisis estalló cuando Colombia anunció a mediados de julio que permitirá el uso de cinco de sus bases militares a fuerzas de Estados Unidos.
"Es una agresión contra Venezuela. Nos están rodeando por nuestro flanco izquierdo", reaccionó el presidente venezolano Hugo Chávez, y ordenó una "revisión integral" de las relaciones con Colombia, retiró a sus diplomáticos de Bogotá y dispuso estudiar acciones de expropiación y cese de compras a empresas colombianas.
La temperatura del conflicto subió cuando Bogotá sostuvo que en octubre de 2008 incautó en un campamento de las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tres lanzacohetes antitanque AT4, que la firma sueca Saab había vendido a Venezuela en 1988, 10 años antes de que Chávez fuese elegido presidente por primera vez.
Un comunicado de Colombia sostuvo que el 2 de junio solicitaron de manera discreta a la cancillería venezolana información sobre esos AT4 y le entregaron además un informe en el que presuntamente dos cabecillas de las FARC daban cuenta de tratos con tres "altos funcionarios" del actual gobierno venezolano para la adquisición de lanzacohetes.
Venezuela replicó este jueves con un comunicado en el que manifiesta su "indignación ante la irresponsabilidad con la cual el gobierno de la República de Colombia ha aniquilado los esfuerzos por construir una relación binacional para beneficio de ambos pueblos, poniendo en peligro la paz y la estabilidad de la región".
"Esta nueva confrontación exhibe dos polos políticos que hay en América Latina, según como se relacionen sus países con Estados Unidos, y lamentablemente para los esfuerzos de integración y cooperación los latinoamericanos son compelidos a identificarse con uno u otro polo", observó a IPS Carlos Romero, director de posgrado en relaciones internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
Chávez dialogó con su homólogo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sobre la nueva crisis con su vecino, y el presidente de Brasil decidió despachar a Caracas a su asesor en asuntos internacionales, Marco Aurelio García.
Brasil "está dispuesto a trabajar para recomponer la confianza entre Colombia y Venezuela", dijo el canciller brasileño Celso Amorim.
Lula, en diálogo con la prensa junto a la presidenta chilena Michelle Bachelet, puso reparos a que funcionen bases estadounidenses en Colombia. "No me agrada la idea, pero como a mí no me gustaría que se metiesen en los asuntos de Brasil, tampoco me voy a meter en los asuntos de Colombia", dijo el mandatario.
"En algún momento tendremos que discutir esto con el presidente (de Estados Unidos, Barack) Obama", agregó Lula.
Bachelet apuntó "concuerdo plenamente" con lo expresado por Lula, y agregó que la decisión de Colombia "afecta a todos los países que están inquietos" y el tema se discutirá en la próxima cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), prevista para el 10 de agosto en Quito.
La cita sería una oportunidad para la reconciliación, como la que se materializó en marzo de 2008 en la cumbre del regional Grupo de Río en Santo Domingo, días después de que Chávez ordenase la movilización de tropas y tanques a la frontera con Colombia.
Esa medida siguió al ataque militar colombiano a un campamento de las FARC en Ecuador, dando muerte al jefe rebelde "Raúl Reyes" y a más de 20 personas, sin previo aviso a Quito de la incursión. El presidente ecuatoriano Rafael Correa rompió relaciones con Bogotá.
El mandatario colombiano Álvaro Uribe defendió la acción de sus uniformados y se produjo una guerra de declaraciones entre Bogotá, Caracas y Quito, provisionalmente zanjada por el dominicano Leonel Fernández como anfitrión en el encuentro del Grupo de Río.
En la nueva guerra de declaraciones no han aparecido órdenes de movilización militar, pero sí de nuevas compras de armas, pues Chávez anunció que duplicará el stock venezolano de tanques de combate, con la compra de nuevos aparatos a Rusia.
El ejército venezolano tiene unos 80 tanques, en su mayoría viejos AMX franceses.
Esa alianza entre Venezuela y Rusia apareció como una cuña para agravar el conflicto, pues Colombia, al reivindicar su derecho a colocar bases a disposición de Estados Unidos, sostuvo que nunca objetó la oferta venezolana de espacios a las fuerzas rusas.
Venezuela replicó que Bogotá debería definir entonces si considera a Rusia como un agresor o enemigo, mientras que Caracas sí se considera hostigada por el imperio (Estados Unidos).
En los últimos cinco años Venezuela ha comprado a Rusia sistemas de armas como aviones, helicópteros, fusiles y otros equipos por unos 4.400 millones de dólares.
Esta semana un acuerdo bilateral amplió esa relación de proveedor-cliente a una de cooperación efectiva, con intercambio de tecnología, maniobras conjuntas y contactos militares más estrechos.
Según Romero, la alianza Moscú-Caracas "no es comparable a la sostenida por Cuba y la desaparecida Unión Soviética en tiempos de la Guerra Fría, pero sin duda tiene un importante valor simbólico" en el marco de la polarización regional.
Mientras, visita la región el ultraderechista canciller israelí Avigdor Lieberman. Al desembarcar este jueves en Bogotá, el funcionario manifestó preocupación por "la colaboración entre Hugo Chávez y las ramas radicales del Islam", en referencia a las buenas relaciones de Venezuela con Irán.
El dirigente oficialista venezolano Juan Barreto aseveró que, con las bases, "Colombia se confirma como el Israel latinoamericano".