Con la meta primera de «vencer la pobreza, el atraso político, la marginación, la desesperanza y la falta de perspectiva para la juventud», asumió este lunes la presidencia de El Salvador el periodista Mauricio Funes, del otrora guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
La izquierda, que llega al gobierno por primera vez en la historia de este país, invertirá 474 millones de dólares en los próximos 18 meses para crear 100.000 empleos directos, afirmó el flamante mandatario al detallar parte del programa que pondrá en marcha de inmediato.
Funes recibió una ovación de dos minutos al llegar al anfiteatro del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFC), donde se realizó la ceremonia de toma de mando y en el que lo esperaban 72 delegaciones extranjeras y unos 4.000 invitados especiales, entre ellos el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Algo similar sucedió sólo cuando ingresó el vicepresidente de Cuba, Esteban Lazo, con cuyo país el nuevo gobierno retomará las relaciones diplomáticas interrumpidas a comienzos de los años 60. De este modo ese estado socialista volverá a tener vínculos directos con todos los países de América Latina, casi cinco décadas después de que fuera aislada a impulsos de Washington.
En su discurso de asunción, Funes no se olvidó de las crítica contra la ahora opositora Alianza Republicana Nacionalista (Arena). La derecha, dijo, gobernó desde 1989 "para pocos" y ha sido "complaciente con la corrupción y cómplice del crimen organizado".
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Por eso, "garantizaré que el nuevo gobierno no será de privilegios de familias, de abuso de clientelas y de los vicios de padrinazgos sombríos", dijo el mandatario entrante, quien cuenta con un respaldo popular de 82 por ciento de los consultados por el Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana (UCA), según su última encuesta presentada a fines de mayo. "Necesitamos reinventar el país. Precisamos hacer una revolución pacífica, democrática y ética; el cambio comienza hoy", subrayó el máximo responsable del gobierno del FMLN.
Flanqueado por 12 mandatarios latinoamericanos, entre otras personalidades, también se comprometió a mejorar la infraestructura y servicios básicos y la construcción y reparación de 25.000 viviendas urbanas, mientras se implementará un programa de combate a la desnutrición, que beneficiará a 85.000 niños y niñas hasta tres años de vida.
Funes estuvo acompañado en todas las ceremonias por su esposa, la abogada brasileña Vanda Pignato, quien fue representante de su país en San Salvador y antes dirigente por varios años del izquierdista Partido de los Trabajadores, en el gobierno de la mano de Lula, amigo de la ahora pareja presidencial.
Entre 1980 y 1992, El Salvador vivió una cruenta guerra civil que enfrentó al entonces insurgente FMLN y las fuerzas de seguridad del Estado. El conflicto dejó 75.000 personas muertas, 8.000 desaparecidas y unas 40.000 lisiadas, en su mayoría civiles a manos del ejército y de los ultraderechistas escuadrones de la muerte apoyados por Estados Unidos.
El ya fallecido mayor Roberto DAubuisson (1944-1992), además de fundar la ahora ex gobernante Arena, fue considerado el líder de los escuadrones de la muerte desde fines de los años 70, responsables de innumerables delitos contra la humanidad.
En enero de 1992, el entonces presidente Alfredo Cristiani y el FMLN, con el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas, firmaron los acuerdos de paz que permitieron la incorporación de las fuerzas guerrilleras al sistema de partidos políticos legales.
Desde entonces, el FMLN había fracasado en tres intentos de llegar al gobierno a través de las urnas. La cuarta fue la vencida y ocurrió el 15 de marzo, cuando su candidato ganó las elecciones con 52,3 por ciento de los votos.
Funes recibe un país en crisis, con un déficit fiscal de por lo menos 500 millones de dólares, que podría alcanzar los 1.200 millones al finalizar este año, lo cual equivale a una tercera parte del presupuesto nacional, que asciende a 3.627 millones.
Cifras oficiales estiman que 40 por ciento de los 5,8 millones de salvadoreños viven bajo la línea de pobreza, al tiempo que se registra un ocho por ciento de desempleo de la población económicamente activa y 43 por ciento de subempleo, quienes sobreviven en su mayoría de ventas ambulantes.
Este país también se ha convertido en el más violento de América Latina, con una tasa de 61 homicidios por cada 100.000 habitantes, según las últimas cifras oficiales.
En su alocución de 50 minutos, Funes reiteró su inclinación por implementar un gobierno al estilo del que encabeza Lula en Brasil, a quien lo reconoció como su "referente", en cuanto a los programas sociales de alivio a los más vulnerables.
"Lula demostró que se puede hacer un gobierno democrático, popular y distribuir de manera justa la riqueza", señaló, mientras lo miraba desde el estrado.
El otro hecho inédito para la política salvadoreña fue el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con la isla de régimen socialista. Funes fue interrumpido por la mayoría de asistentes que coreaban "Cuba, Cuba, Cuba".
El obispo Martín Barahona, de la Iglesia Anglicana de El Salvador, asistente de la ceremonia de traspaso, manifestó a IPS que espera que "los cambios que este país necesita se lleven a cabo y todos tengamos oportunidades de vida".
"A mi parece fabuloso, ya que desde la independencia no ha habido un presidente de izquierda; yo tengo mucha esperanza en Funes, porque es una persona sensata e inteligente" que beneficiará a los más pobres, sostuvo Panchita Tennant, de 90 años e hija de un diplomático estadounidense que sirvió en San Salvador en la década del 30.
El Salvador ha sido dominado desde su nacimiento como países independiente, en la primera mitad del siglo XIX, por gobiernos conservadores y liberales o por dictaduras cívico militares.
Mientras tanto, en la calle, Alfredo Rivera, un vendedor de bisuterías de 66 años, dijo a IPS que "Funes, con la ayuda de Dios, será un buen presidente", y espera que cumpla sus promesas de crear empleos".
Rivera seguramente fue uno de los 60.000 salvadoreños y salvadoreñas que se concentraron en el estadio Cuscatlán, para participar de la "celebración popular" junto a Funes, en la que también participaron Lula y sus pares Daniel Ortega, de Nicaragua, Rafael Correa, de Ecuador.