Tras muchos días de convulsiones, las calles de Teherán muestran una aparente calma. Pero la permanente presencia de policías y de «basiji» (paramilitares) ha instalado un ambiente sofocante en la capital iraní. Cuesta respirar.
Aunque no hubo anuncio oficial, el clima es de ley marcial. Los agentes del régimen, que se pasean armados, son suficientes para que parezca una ciudad ocupada.
Las reuniones de más de tres personas son ilegales. "No se detenga, circule" es la consigna. El sistema de mensajería celular todavía no funciona y los sitios de Internet son intensamente controlados y filtrados.
Las fuerzas de seguridad están en centros médicos grandes y medianos y en la morgue, donde interrogan a la gente que va en busca de seres queridos desaparecidos. Se dice que el personal médico ha recibido la orden de elaborar informes sobre las personas heridas en las manifestaciones opositoras de los últimos días, dedicadas a denunciar un presunto fraude en las elecciones presidenciales del 12 de este mes.
Las autoridades rechazaron las impugnaciones y declararon ganador al actual presidente, Mahmoud Ahamadineyad.
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En las protestas del lunes en la plaza Haft-e Tir y frente a la sede del parlamento, la presencia de miembros del Basij —temido grupo paramilitar que se atribuye la función de "policía moral"— superaba a la de los manifestantes.
Para evitar la divulgación de fotografías y vídeos que documentaron en las últimas jornadas la brutalidad policial, en Haft-e Tir las autoridades decidieron detener a los manifestantes e impedir cualquier registro de imágenes. Los teléfonos celulares fueron confiscados.
Los detenidos fueron subidos a un autobús estacionado por allí, que pronto quedó repleto y partió con rumbo conocido. Era evidente la presencia de personal de inteligencia y agentes de civil dedicados a identificar a los que eran arrestados.
Pese a todo, los manifestantes se dispersaban y reagrupaban rápidamente al grito de "Alá-o-Akbar" (Dios es grande).
Muchos sostienen que inclusive sin manifestaciones masivas la presencia en las calles debe mantenerse o, por lo menos, los gritos nocturnos de "Dios es grande".
La aparición de los basiji en las calles expone un aspecto interesante de la forma en que el gobierno enfrenta las manifestaciones: hombres de civil de mediana edad conducen y jóvenes cumplen órdenes y golpean. IPS ha visto a jovencitos de no más de 16 o 17 años.
Varios de ellos que respondieron las preguntas de IPS permiten inferir que la mayoría son jóvenes sin empleo de pequeñas ciudades que fueron acarreados a Teherán con la promesa de recibir una buena paga.
Los opositores comentan ácidamente que éste es, en efecto, el plan gubernamental de creación de empleos.
Los rumores corren por doquier. La ausencia de periódicos y la desconfianza hacia los medios de comunicación estatales, en especial la televisión, han llevado a que cada ciudadano se convierta en portador de toda clase de versiones.
La más difundida sostiene que el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani (1989-1997), uno de los políticos más capaces y consumado conocedor de las acciones tras bambalinas, ha reunido firmas de 40 clérigos islámicos de alto rango para descalificar a Ahmadineyad.
También hay rumores sobre una larga conversación que sostuvo con el ayatolá Makarem Shirazi, quien indicó en un comunicado publicado el viernes: "se deben realizar esfuerzos para que no queden brasas encendidas bajo las cenizas y para convertir la maldad y el pesimismo en buena voluntad y la competición entre grupos en amistad y cooperación…".
Cuando la calma retorne, agregó, habrá "formas de alcanzar la reconciliación nacional".
Mientras Rafsanyani guarda silencio, éste ha llevado a muchos a creer que debe estar actuando en las sombras y que pronto se conocerán los resultados.
Otros rumores se refieren al segundo hijo del líder supremo de la República Islámica de Irán, Ali Jamenei, Mojtaba, un clérigo que también se ha mantenido fuera de la escena pública.
Su nombre emergió en los comicios de 2005, cuando el entonces candidato presidencial Mehdi Karroubi, dijo en una carta al ayatolá Jamenei que su hijo estaba involucrado en lo que muchos observadores creían sería un fraude.
Se dice que Mojtaba Jamenei espera reemplazar a su padre como líder supremo y que ha sido él quien ha propalado los rumores sobre la fortuna y corrupción de la familia Rafsanyani.
Ahora, se especula con que el firme mensaje que Jamenei envió la semana pasada el gobierno británico podría estar vinculado al hecho de que Londres dispuso congelar 1.600 millones de dólares de cuentas bancarias iraníes, algunas de las cuales podrían estar a nombre de su hijo.
La idea de que hay negociaciones secretas para resolver la crisis está muy extendida y se ve respaldada por noticias oficiales sobre una delegación del comité parlamentario de seguridad nacional y relaciones internacionales, encabezada por su presidente Alaeddin Borujerdi, que se reunió en forma separada con tres de los candidatos presidenciales derrotados y con Rafsanyani, el miércoles y el jueves.
Se sabe muy poco del contenido de esos encuentros, pero muchos lo vinculan al anuncio del Consejo de Guardianes de que un comité de cinco "personas independientes" —entre ellas el ex canciller Ali Akbar Velayati y el ex presidente del parlamento Gholamali Haddad Adel— se reuniría con representantes de los candidatos para conversar sobre sus preocupaciones.
Supuestamente, dos de esos postulantes, Mohsen Rezaie y Karroubi, habrían aceptado la oferta. Si esto es cierto, constituye un dilema para el candidato reformista Hossein Moussavi, quien no debe sentirse cómodo con los cinco miembros del comité, pues todos se han alineado detrás de Ahmadineyad.
Moussavi, segundo de acuerdo con el escrutinio oficial, debe decidir cómo equilibrar su intento de mantener la movilización callejera, por una parte, y su aspiración simultánea de construir alguna resistencia a Ahmadineyad dentro de la elite gobernante.
Se trata de un equilibrio complicado, dadas las expectativas populares. En su última carta pública, Moussavi prometió mantenerse firme en su reclamo de un resultado electoral justo y transparente. Las calles iraníes lo están observando.
* Yasaman Baji es el seudónimo de un periodista que escribe desde Teherán.