La oposición al impulso de la energía nuclear en India se consolida, a medida que el gobierno y el sector privado afinan negocios billonarios al amparo del acuerdo de cooperación en la materia firmado el año pasado con Estados Unidos.
El convenio representará un aumento del comercio bilateral de los actuales 42.000 millones de dólares a 320.000 millones para 2018, pronosticó esta semana la Confederación de Industrias Indias en su informe "Relaciones económicas con Estados Unidos: La próxima década".
"India pretende importar 24 reactores en los próximos 11 a 15 años, lo cual podría crear hasta 20.000 empleos directos e indirectos", agrega el estudio.
Para lograr la viabilidad del convenio, Estados Unidos debió defender a India ante el Grupo de Proveedores Nucleares, asociación de 45 países que establece estrictas condiciones para el comercio del sector a fin de que el material de programas civiles no se desvíe a usos militares.
El Grupo accedió a reanudar el comercio con India, a pesar de que se formó, en 1974, luego de las primeras pruebas de armas nucleares realizadas por este país. Estados Unidos también debió defenderlo ante la Agencia Internacional de Energía Atómica.
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Sin embargo, otras potencias, en especial Francia y Rusia, se aprestan a tomar una tajada del creciente comercio nuclear indio, aprovechando el permiso emitido por el Grupo de Proveedores.
Los detractores de esta fuente de energía creen que ya comenzó una nueva era de intensa "nuclearización" que tendrá efectos profundos no sólo en el ambiente y en la economía, sino también en el gobierno de India.
"Con el acuerdo India-EEUU, con los acuerdos con Francia y Rusia y con la posible participación del sector privado en la producción de energía nuclear, la situación se escapará del control del país", dijo S. P. Udayakumar, fundador de la flamante Alianza Nacional de Movimientos Antinucleares (NAAM, por sus siglas en inglés).
La NAAM, lanzada a comienzos de mes al cabo de una convención de tres días en la meridional ciudad de Kanyakumari, aspira a que la ciudadanía se movilice contra la nuclearización del país, de modo de protegerse contra las amenazas ambientales que suponen la radiación y el desecho de los residuos de esta actividad.
La organización se enfrenta con "una combinación de compañías que buscan el lucro, aparatos estatales secretistas y un departamento nuclear represivo y sin piedad", dijo Udayakumar a IPS.
"El nexo entre capitalismo, estatismo y nuclearismo no predice nada bueno para el país. Estas fuerzas están ganando el control de la política nacional, lo que augura el fin de la democracia, la apertura y las perspectivas de desarrollo sustentable para el país", agregó.
En la convención se deliberó sobre la confiabilidad de la industria nuclear india, la proliferación de enfermedades en las áreas donde funcionan centrales atómicas y la lucha de las comunidades contra su construcción y contra la actividad minera.
La resistencia civil impidió la instalación de dos centrales, en las localidades meridionales de Peringome y Kothamangalam, mientras continúan las movilizaciones contra la construcción de la Planta de Energía de Koodankulam, en el también meridional distrito de Tirunelveli.
También hubo manifestaciones contra la extracción de uranio en las minas de Jadugoda, Meghalaya, Haripur y Jaitapur.
Si bien se trata del primer intento concertado a nivel nacional contra el ambicioso programa nuclear de India, ya se registró una dura resistencia política cuando fue formulado públicamente por primera vez hace tres años. También fue muy discutido en la campaña electoral de este año.
La adhesión, aunque sin integrarse formalmente, de India a la Iniciativa de Seguridad ante la Proliferación (PSI, por sus siglas en inglés) lanzada por Washington en 2003 está en el fondo del acuerdo entre Estados Unidos e India, dijo a IPS Achin Vanaik, profesor de política internacional en la Universidad de Delhi.
Estados Unidos percibe a India, Japón y Australia como el eje de la construcción de lo que denomina una "OTAN asiática". La iniciativa tiene la finalidad de impedir que material nuclear llegue a manos de extremistas o de países hostiles a Occidente.
Vanaik recordó el acuerdo de Alianza Estratégica y Global firmada en octubre pasado por India y Japón. Se trata del tercer país con el que Tokio sella un convenio de este tipo, luego de Estados Unidos y Australia.
La convención constitutiva de la NAAM concluyó con una declaración según la cual la minería y procesamiento del uranio, la construcción de reactores nucleares y el manejo de sus desechos es "altamente insegura y cara" y "causa contaminación que contribuye enormemente con el cambio climático"..
En cuanto a la posibilidad de que se permita por ley la participación de compañías privadas en el sector, la convención sostuvo: "Ellas harán dinero, mientras los contribuyentes y ciudadanos comunes cargarán con el costo de todos los inconvenientes, como los residuos nucleares, posibles accidentes y problemas de salud pública."