ENERGÍA-EUROPA: Poco dinero para grandes planes nucleares

Europa oriental promueve la energía nuclear como única manera de hacer frente al cambio climático y de reducir la dependencia del gas ruso, pero no puede cubrir los costos que conlleva el viraje.

Este año, en medio de la última disputa entre Ucrania y Rusia por el gas, funcionarios de varios países de Europa central y oriental enfatizaron la necesidad de pasarse a la energía nuclear.

A diferencia de muchos países en Occidente, la opinión pública en Europa central y oriental está abrumadoramente a favor de la energía atómica. Las encuestas muestran un apoyo de 80 por ciento en Eslovaquia y de 70 por ciento en Hungría.

El público "ve esto como una manera de exportar electricidad, y cree que la solución es tener centrales grandes. Pero hay que invertir mucho dinero que, con suerte, tal vez se recupere en 30 años", dijo a IPS Olexi Pasyuk, especialista en energía radicado en Kiev y quien trabaja para la organización no gubernamental Bankwatch.

Los países de Europa central y oriental enfrentarán una dura competencia, dado que todos apuestan a las exportaciones de electricidad, que requerirán o bien precios más bajos o bien un enorme apoyo estatal.
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Pero los problemas no terminan allí. "A la industria nuclear mundial le falta personal calificado e instalaciones para construir todo el equipamiento necesario. Como mucho, puede construir cuatro reactores al año", destacó Pasyuk.

Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Lituania, Polonia, la República Checa y Ucrania planean desarrollar más sus capacidades nucleares. "En Europa tenemos varias unidades en construcción, que son muy buenos ejemplos de cuán costosos y complicados son estos proyectos", dijo Pasyuk.

Una de ellos es el de Olkiluoto, en el occidente de Finlandia. Este proyecto ya padece demoras que pueden extenderse a tres años, un excedente presupuestario de 1.500 millones de euros (2.080 millones de dólares) y la incapacidad de la empresa francesa Areva de cumplir con los requisitos finlandeses en materia técnica y de seguridad.

Un caso similar tiene lugar en Europa oriental, donde Bulgaria está determinada a completar la construcción de la septentrional planta nuclear de Belene. El costo del reactor iba a ser de 3.000 millones de euros (más de 4.159 millones de dólares), pero aumentó al doble, y los bancos comerciales se están negando a involucrarse.

Ucrania ha desarrollado una estrategia nacional que exige crear 22 nuevos reactores nucleares, pero los proyectos no están despegando, y la muy necesaria cooperación rusa no está llegando.

En Hungría, varios políticos y representantes de la industria quieren nuevos bloques que dupliquen la capacidad de la planta nuclear de la sudoccidental ciudad de Paks, que garantiza 37,2 por ciento de la producción energética del país.

Pero muchos comienzan a preguntar de dónde saldrá el dinero, dado que cada unidad tiene un costo estimado de 5.000 millones de euros (cerca de 7.000 millones de dólares). Los procedimientos para obtener permisos pueden llevar hasta seis años, y se necesitan otros seis para construir una unidad y formar la fuerza laboral necesaria.

Eslovaquia y la República Checa parecen más determinados. Los vínculos históricos entre sus sectores energéticos están entre los más estrechos de Europa, y sus gobiernos están tradicionalmente cerca de los lobbies nucleares.

"Casi en todas partes hay empresas de energía dedicadas solamente a la nuclear, a las que les resulta difícil dejar de funcionar, e intentan persuadir a todo el mundo de que son el futuro, reclamando apoyo del Estado", explicó Pasyuk.

El 29 de mayo, la empresa energética checa CEZ y la eslovaca Javys (Sociedad Estatal para el Átomo y las Radiaciones) acordaron construir una nueva central nuclear en Jaslovské Bohunice, en Eslovaquia occidental. Se prevé que esté operativa en 2020.

Allí funcionó antes otra planta atómica, cuyos dos reactores, de construcción soviética, databan de los años 70 y fueron sacados de servicio en 2006 y 2008 respectivamente, a raíz de los compromisos asumidos por Eslovaquia para poder integrarse, en 2004, a la Unión Europea (UE).

Destacando reiteradamente su condición de deficitaria en materia de energía, Eslovaquia también obtuvo la aprobación de la UE para construir otra planta.

Además de sus enormes costos, la energía atómica tampoco ofrece una solución para quienes quieren evitar la dependencia, porque Rusia siempre se las arregla para producir tecnología y combustibles más baratos, y los países de la región dependen de ella para tratar los desechos radiactivos.

Ucrania, uno de los países que más subsidia a su sector energético, intentó ceder un quinto del mercado del combustible a la empresa Westinghouse por un periodo de cinco años. Pero pronto concluyó que el combustible producido por esa firma, financiada por el gobierno estadounidense, cuesta casi el doble que el ruso, y es menos adecuado para reactores nucleares construidos mayoritariamente con tecnología rusa o soviética.

En vez de gastar miles de millones en nuevas plantas, varios gobiernos de Europa oriental consideran extender la vida útil de las centrales existentes.

Pero esta opción también tiene sus dificultades. "La experiencia con la extensión de la vida útil es limitada en el mundo. Todos los reactores son diferentes y especiales, lo que significa que estos programas tienen que diseñarse para cada reactor, y se requiere una investigación considerable y cientos de millones de euros para cada reactor", dijo Pasyuk.

"Además, esto no resuelve la cuestión de que, si no ahora, en 15 años se necesitará cerrar los reactores, y todavía se requerirá dinero para retirarlos de servicio", agregó.

Muchos analistas insisten en que los gobiernos deberían invertir en incentivos a la eficiencia energética, más que crear una capacidad productiva adicional.

"En este momento el gas es un combustible bastante conveniente y competitivo, en términos de soluciones inmediatas, y es más amigable con el ambiente que el petróleo o el carbón", dijo Pasyuk a IPS.

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