Un municipio argentino puso en marcha un programa que obliga a los restaurantes y otras casas de comidas a entregar el aceite comestible usado para destilar biodiésel y mover vehículos de la comuna y del transporte público.
«Logramos evitar que el aceite usado vaya a la cloaca y contamine el agua, ahorramos en combustible, creamos conciencia ecológica y le damos un proyecto a un pueblo destinado a morir», sintetiza Martín Issin, subsecretario de Producción de la alcaldía de Necochea y encargado del Programa de Biodiésel que controla la recolección, destilación y consumo de este combustible renovable.
La ciudad turística de Necochea, sobre el océano Atlántico, es cabecera del municipio homónimo, situado 500 kilómetros al sudeste de la capital argentina, en la provincia de Buenos Aires. En verano recibe muchos visitantes, y alberga a más de 80 por ciento de la población permanente del distrito, unos 100.000 habitantes.
No es ella la «destinada a morir», sino el poblado rural de Ramón Santamarina, situado a 65 kilómetros. Su imparable despoblamiento había inducido a las autoridades a pensar en trasladar de allí la Escuela Agropecuaria.
Pero fue la Escuela el lugar elegido para instalar la procesadora municipal de biodiésel, lo que reanimó la vida y actividad de Ramón Santamarina.
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«Por eso decimos que este proyecto permite rescatar potencialidades productivas y retener a la población rural», remarcó Issin.
Argentina es el tercer productor mundial de biodiésel, después de Alemania y Estados Unidos, con más de 1,4 millones de toneladas anuales. Pero la producción está concentrada en pocas empresas dedicadas a exportar y no a satisfacer la demanda interna, que irá en aumento desde 2010.
La ley de biocombustibles sancionada en 2006 dispone que, a partir del año próximo, el gasóleo (combustible para motores diésel) deba mezclarse al menos con cinco por ciento de biodiésel, cuya quema emite menos gases de efecto invernadero.
Pero especialistas temen que la ley no podrá cumplirse porque los productores de biodiésel prefieren el más lucrativo mercado externo.
Desde que Necochea puso en marcha el Programa de Biodiésel en 2004, hasta el año pasado, la recolección de aceite vegetal usado pasó de 7,4 a 94,8 toneladas anuales. «La recolección está en permanente aumento», celebró Issin.
El municipio decretó en 2004 que todos los establecimientos gastronómicos debían registrarse como proveedores de aceites vegetales usados y solicitar el retiro de esos residuos, a cambio de una identificación que colocan en sus vidrieras para destacar su cumplimiento.
Los hoteles, restaurantes, fábricas y comedores pueden ser inspeccionados y multados por la Dirección de Obras Sanitarias, que revisa el vertido en los desagües. La adhesión de particulares es voluntaria.
El programa cuenta hoy con 700 empresas proveedoras que trabajan todo el año y otras 3.000 en temporada estival. El aceite se recolecta con un vehículo de la comuna, que funciona sólo con biodiésel.
Las autoridades decidieron incluir en el esquema el aprovechamiento de los envases vacíos de productos agroquímicos, considerados muy contaminantes. Cada bidón debe ser sometido a un triple lavado antes de emplearlo como recipiente para retirar el aceite de los restaurantes.
«Nosotros estamos abiertos todo el año, pero en verano es cuando más trabajamos y tenemos que llamar para que nos traigan más envases porque desechamos entre 80 y 100 litros de aceite por semana», relató para este artículo María Isabel García, propietaria del restaurante La Taberna Española.
«Es un éxito, en Necochea hay ‘remisses’ (autos de alquiler) que andan con el biodiésel», añadió.
Gustavo Aguirre, encargado del restaurante Hereford, comentó que el plan es «una solución y a la vez una comodidad». «El municipio nos manda los bidones, viene la camionetita y se los lleva. Nos favorece porque no tenemos que estar buscando dónde volcarlo», aseguró.
El aceite viaja así hasta la procesadora en Ramón Santamarina. Allí se almacena en un tanque para su lavado. Los restos orgánicos se destinan a la lombricultura. El fluido pasa a una batea de filtrado para liberarlo de impurezas, hasta llegar al tanque de decantación, donde recibe calor y se le extrae el agua.
Una vez destilado el biodiésel, con metanol y soda cáustica, se lo separa del glicerol, un subproducto que podría servir de materia prima para elaborar jabones, según Issin.
En la misma Escuela Agropecuaria se ha instalado el único surtidor de combustible del poblado, que abastece a los vehículos escolares y municipales y a automóviles particulares, como los remisses.
«Nos ubicamos en la categoría de autoconsumo porque el volumen no nos permite vender. Pero sí podemos ahorrar en combustible en nuestra flota», explicó Issin. El parque automotor comunal tiene 70 unidades, que funcionan con mezclas desde 50 por ciento hasta 100 por ciento de biodiésel.
Dos unidades de la Compañía de Ómnibus de Necochea probaron durante seis meses circular con una mezcla de 20 por ciento de biodiésel, con resultados «excelentes», según el funcionario.
La Subsecretaría de Producción presentó el programa al Fondo Argentino de Carbono, administrado por la Secretaría de Ambiente nacional para facilitar inversiones en eficiencia energética y adopción de fuentes renovables.
Con la certificación del Fondo, el programa podría acceder a financiamiento en el marco del Mecanismo de Desarrollo Limpio previsto en el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, para mitigar la generación de gases como el dióxido de carbono, que recalientan la atmósfera.
Así se podría ampliar la capacidad de la planta, que emplea a cinco personas.
La experiencia pionera motivó al gobierno de la provincia de Buenos Aires a poner en marcha en 2007 el Plan Bio, mediante el cual una veintena de organizaciones no gubernamentales se encargan de recoger en forma gratuita el aceite usado y de venderlo a las refinadoras privadas al precio de mercado. Los ingresos obtenidos se emplean para financiar tareas sociales de esas entidades.
* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Excluida la publicación en Italia. Publicado originalmente el 13 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.