Mientras continúa la incertidumbre sobre la crisis electoral en Irán, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantiene en suspenso su estrategia de acercamiento diplomático a la República Islámica, que expertos consideran está ingresando a un nuevo periodo de su historia.
De todas formas, independientemente de quién gane las elecciones, es poco probable que Irán cambie de postura sobre su programa de desarrollo nuclear con fines pacíficos, tema clave para Occidente. Tanto el actual mandatario, Mahmoud Ahmadineyad, quien anunció su victoria en las elecciones del viernes pasado en medio de acusaciones de fraude, como su principal rival, el reformista Hossein Moussavi, y el líder supremo de la nación, el ayatolá Alí Jamenei, apoyan públicamente el plan atómico.
Obama esperaba iniciar contactos con el nuevo gobierno iraní sobre el tema nuclear para fines de este año, aunque se sospecha que su estrategia estaría dirigida más concretamente a Jamenei, quien tendría la última palabra en temas gubernamentales, incluyendo política exterior.
Pero la crisis electoral iraní probablemente complicará cualquier esfuerzo para un significativo acercamiento diplomático.
Las continuas protestas y la violencia esporádica en las calles iraníes, en las que participarían cientos de miles de personas, hacen difícil predecir cómo se desarrollarán los acontecimientos. Más de 30 manifestantes habrían muerto en las protestas callejeras y en redadas a hogares estudiantiles, según grupos de derechos humanos locales.
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La prensa oficial iraní confirmó que siete personas murieron cuando paramilitares del grupo Basij (milicianos voluntarios guardianes de la Revolución Islámica) abrieron fuego contra una masiva manifestación el lunes.
Cumplir la demanda de la oposición de nuevos comicios significaría una vergüenza para Ahmadineyad y Jamenei, quienes avalaron los resultados apenas fueron divulgados. Aunque la continuación de Jamenei como líder supremo de la República Islámica parece segura, su autoridad está siendo incipientemente cuestionada.
"Las personas ya están discutiendo quién será el próximo líder supremo", señaló Hooman Majd, periodista y escritor iraní-estadounidense quien acaba de regresar de Teherán donde cubría las elecciones.
La incertidumbre ha causado la parálisis de Washington, cuyos funcionarios aguardan la resolución de la crisis.
Obama ha hecho cautos comentarios respaldando la democracia iraní. El martes condenó la represión llevada a cabo por las fuerzas del gobierno y los paramilitares, pero nunca dijo explícitamente que los comicios hayan sido fraudulentos ni ofreció su apoyo a Moussavi o a sus seguidores.
"Tengo una gran preocupación por las elecciones", dijo Obama en una entrevista. "Cuando veo la violencia dirigida contra manifestantes pacíficos, cuando veo que se reprime el desacuerdo, en cualquier lugar donde ocurra, es de preocupación para mí y es de preocupación para el pueblo estadounidense", añadió.
Obama subrayó que las elecciones, "al final de cuentas, eran para que el pueblo iraní decidiera".
Los "halcones" (ala más belicista) en Washington, promotores de una campaña militar contra Teherán, siguen instando a Obama a que se exprese públicamente a favor de los opositores a Ahmadineyad.
Pero analistas con importante experiencia en temas iraníes consideraron apropiada la actual postura del mandatario estadounidense, demostrando preocupación por la violencia contra los manifestantes y por la posibilidad de que se haya cometido un fraude, y elogiaron su insistencia en querer acercarse diplomáticamente a Teherán sin importar quién gane.
"Obama ha dado exactamente el tono correcto", sostuvo la analista Suzanne Maloney, de la Institución Brookings, durante una conferencia el miércoles sobre el tema nuclear y las elecciones iraníes patrocinada por el Consejo Nacional Iraní-Estadounidense (NIAC) en el Capitolio, sede del Congreso legislativo.
"Expresó cierta preocupación por lo que sucede en las calles, (pero aclaró) que era la lucha de Irán", afirmó.
Mostrar "apoyo a Moussavi sería contraproducente", alertó, porque podría comprometer la imagen a nivel local del político iraní.
"No sería producente, considerando la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Irán, que se vea al presidente estadounidense interfiriendo en las elecciones", señaló el propio Obama, aludiendo al golpe orquestado en 1953 por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para derrocar al entonces gobierno democrático iraní a favor del autoritaria sah (rey) Mohammad Reza Pahlevi.
Pero la mesa editorial del diario conservador The Wall Street lamentó los comentarios de Obama y lo criticó por su inacción.
El periódico incluso sugirió que la administración de Obama parecía estar esperando una rápida solución a la crisis a favor de Ahmadineyad, porque eso permitiría la reanudación inmediata de su plan de acercamiento diplomático.
En efecto, el periódico subraya un punto importante: un traspaso de poder en Irán tomaría mucho tiempo. Un nuevo presidente no asumiría antes de agosto, y luego habría que esperar el periodo normal para la formación de su gobierno.
"Ha habido un poco de ansiedad, no irritación, en la Casa Blanca para comenzar con la diplomacia", dijo Trita Parsi, co-fundador y presidente del NIAC.
Incluso la continua disputa sobre las elecciones podría afectar el plan de acercamiento.
"Si la crisis y los enfrentamientos continúan, se paralizará el sistema iraní", alertó Parsi, quien sostuvo que ello afectará la estrategia de Obama. Y una parálisis, sostuvo, "es el peor escenario" que no muchos han considerado.