CULTURA-VENEZUELA: Fiesta en la calle

Músicos, mimos, malabaristas, teatreros, danzarines, fotógrafos, artesanos, proyeccionistas y pintores ocuparon por cinco horas las calles más viejas y céntricas del municipio Chacao, en la capital venezolana, en un nuevo alarde de cultura extramuros bautizado, cómo no, «Por el medio de la calle».

Fueron centenares los artistas y más de 20.000 los espectadores que se apretujaron y desplazaron por callejas y pequeñas plazas del sector para seguir este festival de las últimas horas de la tarde y primeras de la noche del 6 de este mes, que en su primera edición hace cuatro años apenas reunió unas 3.000 personas para observar a un puñado de grupos.

"Se colman nuestras expectativas, de que los ciudadanos se reencuentren con los espacios abiertos de la urbe. No es lógico que en un país tropical como Venezuela carezcamos de festivales que en países de clima templado se circunscriben a períodos de primavera o verano", dijo a IPS Diana López, directora de cultura de Chacao.

La fiesta de Chacao, para la que se escoge una fecha de luna llena según López, se asemeja a la catalana Festa de Gracia o el londinense Can Festival al proponerse como una vitrina de artes emergentes y espacio de expresión alternativo.

El público acudió desde distintos rincones de la ciudad, y mayoritariamente estuvo conformado por jóvenes universitarios, felices de reencontrarse con amigos, caminar, gritar, reconocerse, dejarse ver, beber cerveza y escribir sobre el asfalto.

"Vine por la música y para estar en una multitud por la cultura y desconectada de la política que ahora lo invade todo", dijo a IPS Yamileth Ruiz, una estudiante de psicología de 23 años. "Y se sumó ver caras conocidas y tanta gente disfrutando y riendo", añadió.

En la pequeña Plaza Bolívar del municipio los asistentes tomaban un mapa-guía del festival bajo los acordes del grupo de rock Los Mesoneros, ver a mimos como el Hombre Botella o el Acrílico Postizo de muchachas que semejan maniquíes, y seguir hasta una calle cercana donde entre burbujas descargaba su música el grupo Jabón Eléctrico.

Con éste alternaban, recostados a una vieja tapia, Santo Jammin, Quinto Aguacate y La Gloria Mañanera. Más allá, Los Humanoides, Fauna Crepuscular, 0212, Patafunk o Vamos pa'lante. Varios DJ's "acechaban" a los paseantes en esquinas y recodos.

Los Domínguez, con mezclas a base de tecno-cumbia, despidieron el sonido en la plaza La Castellana, enlace vial entre el viejo casco de Chacao y las áreas residenciales que trepan hacia el Ávila, la montaña que separa a Caracas del mar Caribe.

El teatro de la Uva, Calientópolis, Performance Itinerantes, Váyanse a la N, Sintéticas Asmáticas, Escenas de Caracas, Quinta Larva, Incómoda y La Olla Común fueron de los grupos teatrales o de performance presentados.

También se presentaron muestras fotográficas, grafitos. Hubo vecinos seducidos por el cine móvil que exhibió el filme "Koyaanisqatsi", del documentalista estadounidense Godfrey Reggio.

Los jóvenes se mostraban felices por poder sentarse sobre el asfalto o caminar con un vaso de cerveza en la mano, algo que no pueden hacer el resto del año delante de la rígida policía del municipio.

"La verdad, yo más que gozar con los espectáculos, creo que no vi ninguno completo, disfruté viendo la gente, caminando sin miedo, reencontrando amigos, el ambiente fue mejor que cualquier otra cosa, aunque hubo presentaciones muy buenas", comentó a IPS Oscar Zambrano, 21 años, estudiante de Letras.

Del exterior llegó el alemán Johan Lorbeer, especialista en desafiar la gravedad, quien con ayuda de una armadura posó para el público parado con los pies en una pared, en paralelo a la calle, a tres metros de altura, vestido como un barrendero. Un transeúnte le acercó una botella de agua atada al extremo de un cabo de escoba.

El francés Ezec Le Floc'h hizo danza y malabarismo, el trío estadounidense Galumpha hizo reír con su coreografía, Suso 33, de España, pintó una fachada con palabras voceadas por el público y el DJ galés How Stephens puso a bailar a cientos, tal vez miles.

Un ramalazo de formalidad hendió la algarabía a las ocho de la noche: en el templo católico de la zona se celebraba una boda con asistentes vestidos con el rigor de ocasión. Cuando el largo traje de la novia iba a mojarse con cerveza derramada sobre el piso del atrio, un par de espectadoras lo recogieron, como pajes, bajo una salva de aplausos.

Una originalidad del festival es que pueda hacerse sobre calles seguras: los caraqueños llenan los espacios para sucesos en la prensa y en la televisión, así como las encuestas de opinión y sus conversaciones grupales, con quejas interminables sobre la falta de seguridad ciudadana.

Es una ciudad erizada de rejas sobre puertas y ventanas, desde las residencias más lujosas hasta viviendas muy humildes, en los comercios y depósitos, y zonas céntricas y residenciales enteras quedan con sus calles desoladas apenas cae la tarde.

En Venezuela, con 27,5 millones de habitantes, se registraron más de 13.000 homicidios en 2008, con una tasa de casi 50 cada 100.000 habitantes, pero en Caracas, donde viven cuatro millones de personas, la tasa supera los 130 asesinatos por cada 100.000 personas.

"Se demuestra que a través de la cultura es posible el rescate de los espacios públicos. Si la política no ha podido resolver nuestros problemas, la cultura tendrá que comenzar a dar la cara", dijo Héctor Barboza, director del grupo editorial alternativo Plátano Verde, que organizó el festival junto a las autoridades de Chacao.

López recordó que su municipio organiza otras actividades culturales de calle a lo largo del año, aunque de menores dimensiones que el festival "Por el medio…", como un festival de nuevas bandas, otro de improvisación de danza, cine en las plazas, fiestas de carnaval y la "Bajada de los Palmeros", con vecinos que buscan palmas en el Ávila antes de la Semana Santa católica, una tradición que se remonta al siglo XVIII.

Chacao, como más de 100.000 habitantes, es uno de los cinco municipios venezolanos cuyo ingreso promedio es claramente de clase media, en tanto la mayoría de la población en los restantes 330 se ubica en algún nivel de pobreza.

El pequeño municipio, que toma su nombre de un cacique indígena, es asiento de numerosas empresas, oficinas, comercios, embajadas, barrios de clase media y media-alta, y políticamente es muy opositor al gobierno nacional, pues entre 80 y 90 por ciento de su electorado vota siempre por fórmulas distintas a las del presidente Hugo Chávez.

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