Superar la brecha digital, entre incorporados y excluidos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en América Latina y el Caribe requiere de nuevas miradas sobre los recursos disponibles y la lucha contra la pobreza, concluyeron investigadores en la capital de Venezuela.
"Programas de organizaciones internacionales indican que la región avanzará en la medida en que incorpore más tecnologías, pero eso no es verdad, por las desigualdades sociales y la diversidad cultural", dijo a IPS Erick Torrico, director del postgrado en periodismo en la Universidad Andina Simón Bolívar de Bolivia.
Entre los que postulan esa visión mencionó a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT).
Torrico preside la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, organizadora del encuentro sobre TIC que finaliza este miércoles en preparación de su asamblea de esta semana en Caracas.
El eje de su tesis es que los latinoamericanos "debemos rechazar el determinismo tecnológico".
El experto recordó cifras con base en estadísticas de la Cepal y la UIT— que dan cuenta de la persistencia de la brecha digital en la región, como que el consumo de 100 minutos mensuales de telefonía representa dos por ciento del ingreso de un habitante del Norte industrializado versus 26 por ciento del de un latinoamericano.
La mayoría de la población latinoamericana y caribeña accede a medios tradicionales en 14 países, de 63 a 94 por ciento de hogares tienen televisión, según CEPAL— mientras que apenas 20 por ciento utiliza Internet y en las escuelas, aunque hay una computadora por cada 30 estudiantes (Chile), puede haber 479 alumnos por equipo (El Salvador).
"Pero desde Túnez (Cumbre de la Sociedad de la Información, 2006) se ha planteado que la gestión de las TIC y en particular de Internet debe ser múltiple y democrática, y si antes mirábamos cifras de conectados y no conectados, ahora vemos factores con mayor complejidad", dijo Torrico.
Estos factores serían "la persistencia de desigualdades sociales que pueden ahondarse con una copia de los patrones del capitalismo avanzado, y la diversidad cultural velada pues, salvo el quechua, casi ninguna otra lengua indígena se maneja en Internet", señaló.
También cree que debe mirarse en el caso de la red mundial de computadoras la calidad de la conexión y la escasa producción regional de contenidos y equipos de comunicaciones.
Migdalia Pineda, profesora emérita de la venezolana Universidad del Zulia, planteó que "sin inclusión social y proyectos de desarrollo por la calidad de vida de las personas tampoco se puede lograr la inclusión digital".
"Se habla de brecha y de exclusión digital como si fuese sol o principalmente un problema técnico, cuando en realidad lo más importante son las opciones para que las sociedades y los individuos accedan a las TIC y se apropien de ellas", dijo Pineda.
Saadia Sánchez, profesora en la Universidad Central de Venezuela y directora de la Red de Información y Conocimiento del Sistema Económico Latinoamericano (Sela), destacó que "los factores de apropiación de las TIC por la sociedad y las personas expresan la brecha digital, dan una nueva dimensión a la exclusión social y marcan una nueva asimetría dentro de la región y entre América Latina y el Caribe y otras regiones del mundo".
"La democratización de las TIC requiere políticas públicas y coordinación entre nuestros estados que reviertan las asimetrías, para fomentar la producción de contenidos, desarrollar la industria del software y promocionar espacios de apropiación social de las TIC, como son las escuelas, info-centros y bibliotecas", postuló Sánchez.
Para Cosette Castro, profesora de Comunicación en universidades brasileñas, "lo importante es tener los ojos muy abiertos ante las oportunidades que se abren para que las comunidades se apropien de las TIC, desde Internet y celulares hasta las radios digitales y aún los videojuegos, y produzcan contenidos sobre sus intereses y puntos de vista".
Puso como ejemplo que "gente jóvenes de las favelas, barriadas pobres de Río de Janeiro, están produciendo contenidos para teléfonos celulares y para televisión digital, sobre sus intereses de información y deportes, como nano-videos, de 15 segundos, en el que el requisito es contar una historia".
"La gente puede aprender a darle un uso mayor y mejor a las TIC que emplea, a arreglar una computadora o un celular, y en la región debemos aprovechar el paso de la televisión analógica a la digital, que ampliará el espectro y permitirá la comunicación n de retorno", dijo Castro a IPS.
Los jóvenes ya trabajan muchas de sus cosas en red, destacó Castro. "Los de mayor edad debemos ir un poco más de prisa", indicó.
Para la experta, "no es un cambio fácil, pero nuestros pueblos tienen un acumulado de historia, cultura, tradiciones, interés y diversidad que nos puede llevar a una mayor y más intensa producción de contenidos, con los cuales apuntalar programas de alimentación, ambiente, salud, educación y enfoques de género, es decir, de combate a la pobreza".
Como ejemplo colocó el programa regional e-LAC (de la sociedad de la información, que anima la Cepal), "con el objetivo de que en cada país desarrollemos un centro nacional de producción de contenidos, y que se agrupen en un centro regional para intercambiar esas producciones, animar la producción de software para contenidos y, ¿por qué no?, exportarlos a otras regiones del mundo".