Parlamentarios de los 13 países más contaminantes del mundo se congregarán este viernes y el sábado en la capital italiana para promover un acuerdo internacional efectivo contra el cambio climático en las negociaciones que deberán concluir en diciembre en Copenhague.
En el encuentro de la Organización Global de Legisladores para el Equilibrio Ambiental (Globe) se darán cita unos 100 legisladores interesados en problemas ambientales del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia. Y también de las cinco naciones en desarrollo que emiten más gases de efecto invernadero: China, Brasil, India, México y Sudáfrica.
La reunión de Globe es una instancia preparatotira para la cumbre del G-8 que se celebrará entre el 8 y el 10 de julio también en Italia.
A los parlamentarios se unirán científicos y expertos ambientales como Martin Lees, secretario general del Club de Roma, Antonino Zichichi, presidente de la Federación Mundial de Científicos, Ashok Khosla, presidente de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Mohan Munashinghe, vicepresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), y Colin Bradford, del Instituto Brookings.
"El propósito de nuestra reunión es llamar a los gobiernos del G-8 a actuar para frenar el cambio climático", dijo a IPS Stephen Byers, presidente de Globe y ex ministro británico de Energía y Comercio.
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La reunión se produce mientras Estados Unidos continúa oponiéndose a concretar reducciones sustanciales de gases invernadero, que recalientan la atmósfera.
Esta posición estadounidense volvió a quedar en evidencia en los debates celebrados entre el 1 al 12 de este mes en Bonn, que intentaban allanar el camino hacia la 15 conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se llevará a cabo en diciembre en Copenhague.
De allí debería surgir un nuevo acuerdo climático internacional que suceda al Protocolo de Kyoto tras su expiración, en 2012.
"La oposición del gobierno de Estados Unidos al Protocolo de Kyoto no ha cambiado, pese al cambio en el personal que representa a Washington en las negociaciones internacionales, y a la modificación de su retórica sobre el cambio climático", dijo a IPS un diplomático alemán que participó en los debates de Bonn y que no quiso dar su nombre.
"Los delegados de Estados Unidos en Bonn no tenían un plan concreto para negociar. Su único propósito pareció ser rechazar obligaciones de reducciones drásticas para los países industrializados e instrumentar maniobras dilatorias", agregó, refiriéndose a los largos discursos pronunciados, sin ningún objetivo aparente más que retrasar las conclusiones.
Otro diplomático europeo presente en Bonn declaró a IPS que fue "como si el equipo de (el ex presidente George W.) Bush (2001-2009) todavía estuviera detrás de bambalinas, asegurándose de que Estados Unidos obstaculice un ambicioso protocolo en Copenhague, del mismo modo que boicoteó el de Kyoto".
La fuente, que pidió reserva para su identidad, también señaló que las reducciones de gases contaminantes propuestas por los países europeos y por el gobierno de Estados Unidos no son compatibles.
"Los países de la Unión Europea (UE) buscan reducir hasta 30 por ciento sus emisiones para el año 2020. Pero el gobierno de Estados Unidos está dispuesto a abatir, como mucho, seis por ciento de sus emisiones nacionales", dijo.
Estados Unidos produce la mayor proporción de gases invernadero por persona y es el segundo mayor contaminante climático, luego de China.
El Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, dispuso la obligación de abatir esas emisiones de gases a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990 para los países industrializados que lo ratificaron. Y estableció un plazo, entre 2008 y 2012, para cumplir. Pero no estableció compromisos para países emergentes como China.
Expertos de organizaciones ambientalistas que asistieron como observadores a la reunión de Bonn confirmaron la información dada por los diplomáticos.
"Las negociaciones de Bonn fueron un fiasco. Estados Unidos está manipulando las cifras de sus emisiones para adornar sus propios objetivos de reducción", dijo a IPS Karsten Smid, encargado de cambio climático de la organización ecologista Greenpeace.
Pero Smid también acusó a la UE de no apoyar técnica y financieramente a los países en desarrollo que tienen mayores emisiones.
"Es el G-8 el que no está conduciendo de modo efectivo las negociaciones internacionales para frenar el cambio climático", sostuvo.
Antes de inauguradas las discusiones en Alemania, Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, dijo que el apoyo financiero y técnico de las naciones industrializadas a los países en desarrollo para que estos reduzcan sus emisiones es uno de los cuatro puntos esenciales para lograr un protocolo ambicioso en Copenhague.
Los otros tres son cuánto reducirán sus gases los países ricos para 2020, claridad en cuanto a qué harán las naciones pobres para limitar el aumento de su contaminación, y un "régimen de gobernanza".
Sin embargo, no parece haber muchos avances hacia estos cuatro objetivos.
El borrador del comunicado final de la cumbre del G-8 que circula en las capitales del grupo, reconoce apenas vagamente la necesidad de limitar a dos grados el aumento promedio de la temperatura del planeta.
"Para empeorar las cosas, este débil pronunciamiento está entre corchetes en el borrador. Lo que sabemos sobre las discusiones del G-8 acerca del cambio climático es deprimente", dijo Smid.
Los científicos que investigan el recalentamiento planetario, inclusive los que integran el IPCC, calculan que para contener el fenómeno, así como sus peores riesgos y consecuencias, el aumento medio de la temperatura no debería exceder los dos grados en comparación con la era preindustrial.
Antes de Copenhague se celebrarán otras tres reuniones climáticas: entre el 10 y el 14 de agosto, también en Bonn, desde el 28 de septiembre hasta el 9 de octubre en Bangkok, y entre el 2 y el 6 de noviembre en Barcelona.
Además, está programada una ronda paralela de negociaciones sobre cambio climático para fines de este mes en México, con la participación de delegados de las 16 principales economías mundiales, a raíz de una iniciativa del presidente estadounidense Barack Obama.