Creada por Cuba y Venezuela hace cinco años como Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), el grupo con esas siglas cuenta desde este jueves con nueve socios y se llamará Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, para subrayar su prédica de solidaridad económica y política.
Ecuador, en América del Sur, y Antigua y Barbuda y San Vicente y Granadinas, del Caribe anglohablante, se unieron al sexteto del ALBA que ya integraban Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua y Venezuela.
La incorporación de los tres socios "es de una importancia histórica que ratifica el carácter político, antiimperialista" de la iniciativa, dijo el presidente anfitrión de la sexta cumbre del grupo, Hugo Chávez.
"Aunque mantiene su condición de alternativa, desde ya podemos empezar a llamarla alianza", agregó Chávez, para quien el cambio de nombre lleva aparejados "cambios de fondo, de contenido y de rumbo".
El ALBA surgió como propuesta de comercio solidario entre Estados, a modo de alternativa del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Washington impulsó desde 1994 y se estrelló con la oposición del Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) más Venezuela en la cuarta Cumbre de las Américas —mecanismo que excluye a La Habana— en noviembre de 2005 en Mar del Plata, Argentina.
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Haití, que se automarginó del grupo, y Ecuador, permanecían como observadores, pero Quito decidió integrarse plenamente "como una demostración de consecuencia política, empatía ideológica y de solidaridad con nuestros países hermanos", dijo el miércoles su presidente Rafael Correa en la reunión cimera.
"Es una decisión asumida reflexiva y maduramente, fundamentada en la convicción de que la América morena está llamada a ser protagonista de un nuevo proceso histórico no encaminado al saqueo de las riquezas naturales sino a su aprovechamiento, no a sustentar la inequidad sino la igualdad", agregó el mandatario ecuatoriano.
Elsa Cardoso, docente de posgrado en asuntos internacionales de las universidades Metropolitana y Central de Venezuela, dijo a IPS que la incorporación de Ecuador "es pragmática, calculada, para abundar en algo que ya viene funcionando, como es la cooperación energética" entre socios y observadores del ALBA.
El gobierno de Ecuador "tiene lineamientos coincidentes con otros países del ALBA, como control por parte del Estado de sectores estratégicos de la economía y una posición enfrentada a (algunos) medios de comunicación", como ocurre en Bolivia y Venezuela, dijo Cardoso.
La experta destacó que el ALBA es "el grupo más heterogéneo, cultural y geográficamente" entre los que buscan la integración regional, a diferencia del Mercado Común del Sur, la Comunidad Andina de Naciones, el Sistema de Integración Centroamericano o la Comunidad del Caribe anglohablante.
El vicepresidente primero de Cuba, José Ramón Machado, dijo que el ALBA "introduce nuevos conceptos y modos de relaciones más humanas entre países miembros", y estimó que el mecanismo "puede coexistir con otros grupos de integración regional".
Chávez no sólo se regocijó por la incorporación de Ecuador —que será la segunda economía del grupo, después de Venezuela— sino que elogió "el valor y la osadía" de los tres mandatarios de pequeños estados del Caribe que decidieron acompañar al ALBA.
"Quiero hacer un reconocimiento al coraje de los primeros ministros Roosevelt Skerrit (Dominica), Baldwin Spencer (Antigua y Barbuda) y Ralph Gonsalves (San Vicente y Granadinas), de acompañar esta osadía que es el ALBA", dijo Chávez.
El mandatario venezolano, que ha dispuesto aportes millonarios para que funcione el ALBA, pidió recientemente unir en uno solo los fondos financieros del grupo y el de Petrocaribe, una iniciativa de cooperación de Caracas con 18 pequeños países de la región caribeña, a los que suministra combustible en condiciones de cooperación.
Por iniciativa suya, la cita del ALBA aprobó establecer consejos político, económico y social, y estudiar la propuesta del presidente boliviano —anfitrión de la próxima cumbre, en septiembre— de dotar al grupo de una secretaría permanente.
Los consejos estarán integrados por los ministros de las carteras de cada ramo y se reunirán una vez por mes. El político, a cargo de los cancilleres, fijará posiciones comunes ante temas internacionales, como hizo la propia cumbre al expresar respaldo a la reelección de Mahmoud Ahmadineyad como presidente de Irán.
El social "deberá trabajar para solventar la deuda con nuestros pueblos", dijo Chávez, y tendrá entre sus objetivos que en el grupo —algunos de cuyos socios están entre los países más pobres de la región— "no haya una familia sin techo digno, no haya ni un solo niño en la calle o un solo niño sin escuela".
El consejo económico reunirá ministros de Economía, Finanzas, Industria y Comercio "en un consejo de complementación que se instalará el próximo 24 de julio", y entre sus primeras tareas tendrá la concreción de un mecanismo de compensación de pagos para los intercambios regionales que debe prescindir del dólar.
Chávez ha promovido que los países sudamericanos, los del ALBA y los de Petrocaribe, se doten a la brevedad posible de un banco de desarrollo y una moneda común.
Correa dijo que el ALBA "contribuirá a promover nuevos tribunales regionales para la solución de controversias", distintos al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), un brazo del Banco Mundial con el que han tenido diferencias en los últimos años La Paz, Caracas y Quito.
El líder ecuatoriano hizo críticas a los tratados de libre comercio con Estados Unidos que negociaron sus socios andinos Colombia y Perú y, por otra parte, reiteró su apoyo a la constitución de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la agrupación de los 12 Estados del área, impulsada por Brasil.
El canciller ecuatoriano Fander Falconí sostuvo que el ALBA "no genera ningún tipo de preocupación" a Estados Unidos, y relató que cuando 10 días atrás visitó en Washington a la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton "pensé que el tema ALBA iba a salir en el diálogo, pero no fue así".
Según Correa, "luego del estrepitoso fracaso del Área de Libre Comercio para las Américas", el ALBA se abre como "un proyecto político de solidaridad, de integración, de ser dueños de nuestro propio destino".