AMBIENTE-URUGUAY: La invasión de las dunas

«Por acá pasaba una calle, más allá estaba la vereda y aquí está el jardín de la casa de la vecina. Eso era una explanada donde estacionaban los automóviles y eso de ahí una plaza», dice Jackeline mientras señala grandes médanos de arena que lo tapan todo, incluyendo árboles enteros.

Jackeline vive desde hace más de 20 años en Ciudad de la Costa, un distrito del departamento de Canelones ubicado al este de Montevideo y recostado sobre el Río de la Plata. Como tantos otros miles de residentes en zonas ribereñas de Uruguay, sufre directamente las consecuencias de la degradación costera.

«Trabajamos mucho para lograr que la municipalidad sacara un poco de arena para que la gente pueda ingresar a sus viviendas, y vinieron varias veces, pero en poco tiempo una gran duna se volvió a formar en el lugar», narró a IPS.

«Cada movimiento con máquinas costó 20.000 dólares, pero no resolvió el problema de fondo», aseguró esta mujer comprometida con su entorno, mientras detrás del gran médano se escuchaban los sonidos de motocicletas y cuatriciclos montados por personas que para nada parece interesarles proteger el lugar.

[pullquote]1[/pullquote]Esta problemática ambiental que afecta a Jackeline y a sus vecinos se repite en muchas otras zonas de la costa uruguaya. En otras localidades se dio un importante retroceso de los acantilados llegando a afectar casas y calles, mientras que algunas playas sufren anegamiento y pierden su arena seca.

Uruguay posee un recurso de suma relevancia social y económica en sus más de 700 kilómetros de costa sobre el Río de la Plata y el océano Atlántico, gran parte de ella con amplias playas arenosas y donde vive 70 por ciento de sus 3,3 millones de habitantes.

Concentra, además, 75 por ciento del producto interno bruto (PIB), y más de dos tercios de la actividad económica y de los ingresos generados en el país tienen vinculación directa o indirecta con esta zona.

Es que su desarrollo en las últimas décadas ha sido de fuste en cuanto a asentamientos urbanos e industriales y en actividades de gran importancia social y económica, como la pesca y el turismo, responsables de 90 por ciento de los ingresos de esta área, según el informe ambiental Geo Uruguay 2008, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

En los últimos 10 años se comprobó un importante crecimiento poblacional hacia el sudeste uruguayo, particularmente en dos de los 19 departamentos en que se divide el país y ubicados al este de Montevideo, como son los contiguos Canelones y Maldonado, este último con su gran atractivo internacional como es el balneario de Punta del Este, a 140 kilómetros de la capital uruguaya.

EXPANSIÓN DESCONTROLADA

Ciudad de la Costa, que con más de 120.000 habitantes es un claro ejemplo de la expansión poblacional hacia el territorio costero, tuvo el mayor crecimiento demográfico de América Latina en la década del 90, sin que fuera acompañado de infraestructuras y los servicios necesarios ni un plan de urbanismo adecuado, lo cual impactó de modo dramático sobre su franja costera.

Al aumento poblacional, procedente en especial de la vecina Montevideo, se suma una buena parte de los dos millones de turistas extranjeros que recibe cada año el país, casi 80 por ciento de los cuales eligen como destino principal las playas marítimas u oceánicas.

Mientras que uno de los grandes desafíos de los ocho Objetivos del Desarrollo para el Milenio, aprobados en 2000 por los gobiernos en la Organización de las Naciones Unidas, está enfocado en garantizar el crecimiento sustentable, los informes sobre la situación costera uruguaya revelan que todavía se está lejos de alcanzar esta meta.

«El desarrollo en las zonas litorales o sus cuencas (forestación, expansión urbana, infraestructura) potencia un marcado deterioro ambiental de los ecosistemas marinos y costeros», indica el informe Geo Uruguay 2008.

«Existen importantes fenómenos de erosión, extracción irregular de arena o interferencia con procesos naturales de transporte de sedimentos en al menos 40 playas de la costa», se detalla. Una situación desfavorable para enfrentar el cambio climático.

Los expertos apuntan que, agravada por los impactos negativos producidos por la actividad humana, la costa se convirtió en un área vulnerable ante fenómenos climáticos que se comienzan a revelar en Uruguay, como el aumento del nivel del mar, grandes temporales y vientos cada vez más fuertes.

Se pronostica que, si esta situación no se revierte, en menos de 10 años la costa perderá su atractivo y tendrá un efecto negativo sobre el turismo.

César Goso, geólogo y profesor de la Facultad de Ciencias de la estatal Universidad de la República, explicó a IPS que «la degradación del medio físico en las costas uruguayas, se visualiza desde hace mucho tiempo y se manifiesta en los procesos de erosión y sedimentación».

«La erosión es producto de la acción de las mareas, del viento y de otros agentes del continente que provocan la pérdida de suelo y el terreno», indicó. «Como consecuencia de ello se da un retroceso de acantilados y eso ya ha destruido el camino pavimentado y ha derribado algunas casas» alertó.

«Mientras que la sedimentación es el proceso contrario y consiste en que todo el material que está siendo erosionado en un sitio, en otro lugar la naturaleza y por los procesos geológicos hacen que se sedimente», apuntó, para luego añadir que «eso trae aparejado la acumulación de material arenoso en zonas habitadas, acaparando el espacio de viviendas y calles».

Esos fenómenos, a juicio de Goso, ocurrían desde antes que el hombre ocupara la franja litoral de los mares, pero desde su presencia en el lugar los procesos se aceleraron y significaron un riesgo, ya que trajo aparejado consecuencias sobre la población. A través de estudios, se determinó que el desgaste avanza sostenidamente a razón de un metro por año.

REACCIÓN COMUNITARIA

«El territorio costero está mal ocupado, se vendieron predios en zonas erosivas o de acumulación de arena, sin ningún ordenamiento. Cuando la persona construyó su casa y se estableció no sabía que 20 años después llegarían los problemas», señaló Goso.

«Los pobladores están alarmados porque ven como se les viene el proceso encima y hay que dar una respuesta inmediata para tratar de detenerlo», agregó en referencia al movimiento de vecinos para mitigar el daño ambiental.

Inti Carro, experto en el tema y técnico del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), también expuso ante IPS que otra problemática derivada de las intervenciones humanas es «el anegamiento de las playas, en lugares como Ciudad de la Costa, por el mal manejo de las aguas pluviales».

«Antiguamente, todas las aguas que corrían desde la ciudad quedaban confinadas en los humedales linderos», recordó.

Pero hace unos 10 años, precisó, el anterior gobierno municipal del derechista Partido Colorado «pavimentó lo que hoy es la rambla (avenida costera) y las aguas se canalizaron directamente hacia la playa, cortando la duna primaria y secando los humedales».

«El reto aquí es solucionar el tema de las aguas pluviales, recuperar los humedales y volver a cerrar las canalizaciones que se hicieron», aconsejó el experto de la organización ambientalista no gubernamental.

Goso y Carro coincidieron en que la estrategia para frenar este proceso de degradación debe estar enfocada en un plan estratégico de gestión costera y para eso Uruguay necesitará contar con recursos humanos formados en el tema y sobre todo presupuesto.

Al respecto, la jefa de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, Alicia Torres, informó a IPS que el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático tiene como unas de las prioridades analizar la vulnerabilidad costera del país. Este plan fue creado a comienzos de este año por iniciativa del propio presidente de Uruguay, el izquierdista Tabaré Vázquez.

Si bien hay voluntad por parte del gobierno nacional del Frente Amplio de poner el tema sobre la mesa, la necesidad de actuar rápidamente todavía es difusa, según ambientalistas.

Mientras tanto, la comunidad organizada entendió que era necesario generar acciones concretas para recuperar la franja costera, sensibilizar sobre el asunto y reivindicar el valor de la zona.

En ese sentido se formó en 2005 la llamada Comarca Costera, una red de personas, instituciones educativas y organizaciones sociales de Ciudad de la Costa que visualizó la problemática y tuvo la capacidad de trasladárselo de distintas formas al resto de la comunidad.

Este colectivo llevó adelante un proyecto financiado por el PPD, a través del cual se realizaron pequeñas acciones como forestación y colocación de vallados para retener la arena en dos áreas referentes, con asesoramiento académico y la participación de jóvenes de la localidad.

«Estas acciones fueron simbólicas, ya que está claro que la recuperación costera no la van a hacer los vecinos, pero permitió abrir espacio para alzar la voz de la comunidad, que sirve para que las autoridades competentes al menos tengan presente este problema», explicó Carro, quien fue uno de los coordinadores del proyecto.

Genaro Ribero, otro de los gestores de la iniciativa, dijo a IPS que «hay familias que recorren distancias muy importantes para vivir cerca del mar y para ellas esta zona es su ecosistema de referencia y constituye un espacio muy importante».

«Debemos valorar las playas arenosas que no son comunes en el mundo y entender que la costa uruguaya no es un recurso infinito», puntualizó.

Un llamado a mancomunar esfuerzos entre comunidad y autoridades que, aunque asoma auspicioso, todavía falta camino por recorrer mientras las preciadas playas se reducen y la arena avanza sobre viviendas como la de Jackeline.

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