Mientras la crisis humanitaria en Sri Lanka se agrava, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, envió a uno de sus más altos funcionarios para evaluar de primera mano la situación en la zona de guerra, donde cientos de civiles son asesinados por las fuerzas rebeldes y las del gobierno.
El jefe de gabinete de Ban, Vijay Nambiar, tiene previsto realizar su segunda visita a Sri Lanka para convencer al gobierno de la necesidad de rescatar a los estimados 50.000 civiles usados como escudos humanos por el grupo rebelde Tigres para la Liberación de la Patria Tamil-Eelam, considerado "terrorista" por varios países, incluido Estados Unidos.
El proscrito grupo rebelde ha peleado por un estado tamil independiente en las conflictivas provincias del norte y este desde fines de los años 70, en lo que constituye uno de los más largos conflictos armados de Asia.
Mientras, el miércoles, los 15 miembros del Consejo de Seguridad se reunieron por tercera vez (las últimas dos habían sido reuniones informales) para discutir la crisis, esta vez divulgando la primera "declaración oficial y escrita" (no vinculante) condenando la violencia y los asesinatos en Sri Lanka.
El presidente del Consejo de Seguridad, el embajador ruso Vitaly Churkin, denunció las acciones violentas tanto del LTTE como del gobierno srilankés, exigiendo a "todas las partes que respeten sus obligaciones bajo el derecho humanitario internacional".
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La declaración de prensa específicamente exigió que "el LTTE abandone las armas y permita que se vayan las decenas de miles de civiles que todavía están en la zona de conflicto". Además, instó al gobierno de Sri Lanka a "dar los pasos necesarios para facilitar la evacuación de los civiles atrapados y el urgente envío de asistencia humanitaria".
Cientos de civiles fueron asesinados el último fin de semana, incluyendo más de 100 niños y niñas, según Gordon Weiss, el portavoz de la ONU en Sri Lanka, y al menos otros 50 fueron asesinados el miércoles al ser atacado un hospital repleto.
Algunas agencias informaron que se usó artillería pesadea en el noreste, y en la Zona de Exclusión de Disparos (también conocida como "zona segura"), en la que 50.000 civiles estarían aún atrapados. Según la organización Amnistía Internacional, unos 7.000 civiles han muerto y otros 13.000 han resultado heridos desde el comienzo de este año.
Amnistía subrayó la dificultad para obtener información sobre la actual situación en Sri Lanka, describiéndola como "una guerra sin testigos".
"El gobierno ha impedido a los periodistas que accedan a la zona de conflicto y ha intimidado a los editores o críticos de aquellos que informan sobre la crisis humanitaria", dijo Yolanda Foster, investigadora de Amnistía en Sri Lanka.
El lunes, ocho miembros del Consejo de Seguridad se reunieron para la primera entrevista informal entre funcionarios de la ONU y organizaciones no gubernamentales para discutir el agravamiento de la violencia el fin de semana.
Los ministros de Asuntos Exteriores Michael Spindelegger, de Austria, Bernard Kouchner, de Francia, y David Miliband, de Gran Bretaña, asistieron a la reunión tras regresar de Sri Lanka sin ningún logro significativo para reducir la violencia.
Luego de la reunión, Spindelegger subrayó tres puntos principales: liberar a las personas de la actual pequeña área donde están atrapados, mejorar los campamentos de desplazados y preparar posibles negociaciones.
Los tres ministros expresaron el apoyo de sus respectivos países al gobierno de Sri Lanka y su pueblo para alcanzar un acuerdo de paz.
"Tenemos claro que éste es un tema que el Consejo de Seguridad de la ONU debe encarar. Involucra una gran pérdida de vidas civiles", dijo Miliband.
A pesar del énfasis de los cancilleres en la importancia de colocar el tema en la agenda del Consejo de Seguridad, algunas naciones como China y Rusia se han opuesto a acciones firmes debido a sus intereses económicos y militares con el gobierno srilankés, impidiendo que la ONU tome cualquier acción significativa más que apoyo humanitario.
Al menos otros dos países, Libia y Vietnam, también han tomado la posición de que el conflicto militar en Sri Lanka es interno y no requiere la intervención del Consejo de Seguridad.
Amnistía Internacional divulgó una carta dirigida al Consejo de Seguridad y al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, instándolos a tomar acciones inmediatas y "hablar contra el indiscriminado asesinato de civiles".
"El Consejo de Seguridad debe reunirse sin ninguna demora para discutir los últimos acontecimientos perturbadores e inmediatamente exigir que se detengan los ataques por el ejército srilankés y el LTTE", así como demandar que ese grupo rebelde "permita a todos los civiles abandonar el área, y que el gobierno srilankés provea un acceso inmediato a los supervisores internacionales y agencias humanitarias", indica la misiva.
Tratando el tema por primera vez en conferencia de prensa el miércoles, el presidente Obama alertó que, "sin una urgente acción, esta crisis humanitaria podría convertirse en una catástrofe".
Obama instó a los Tigres a "deponer sus armas y dejar ir a los civiles", pero añadió que "el gobierno debería detener los disparos indiscriminados que han segado cientos de vidas inocentes, incluyendo varios hospitales, y cumplir su promesa de no usar armas pesadas en la zona de conflicto".
También llamó al gobierno a permitir el acceso a los equipos humanitarios de la ONU para que alcancen a los civiles cercados, y permita a los trabajadores de la Cruz Roja atender a los casi 190.000 desplazados, que necesitan suministros.