La hospitalidad es una de las tradiciones más antiguas de la comunidad étnica pashtún (patana), mayoritaria en vastos territorios de Afganistán y Pakistán. Hasta a los extraños se les garantiza un techo bajo el cual dormir y un plato de comida.
Entre dos y tres millones de personas huyeron de los distritos de Swat, Buner y Dir, en la Provincia de la Frontera Noroccidental pakistaní, por los duros combates que desde hace tres semanas se libran entre el ejército y el insurgente movimiento extremista Talibán.
El gobierno instaló fuera de la zona de conflicto 17 campamentos para desplazados. Pero la mayoría de quienes debieron abandonar sus hogares prefirieron buscar refugió en casas de familia y en edificios públicos.
Cientos de personas han quedado atrapadas en el frente de combate, según la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Washington, que pidió al gobierno el levantamiento del toque de queda, impuesto el 18 de este mes, para facilitar el tránsito de desplazados.
Al sur de Buner, donde caen bombas y se registran duros intercambios de artillería, se encuentra el distrito de Swabi, donde al mismo tiempo unas 58.000 personas están alojadas en dos campamentos dispuestos por el gobierno.
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"La población local ha alojado en sus hogares a 292.000 personas de los 350.000 desplazados", dijo a IPS Shahram Jan, alcalde de un poblado en Swabi, distrito ubicado a unos 100 kilómetros de Peshawar, capital de la Provincia de la Frontera Noroccidental.
Noventa y cinco por ciento de la población de Swabi, uno de los 25 distritos de esta provincia, son pobres, pero mantienen viva la tradicional hospitalidad pashtún, indicó el alcalde.
La misma costumbre permitió que talibanes afganos y combatientes de la red extremista Al Qaeda, expulsados de Kabul por soldados estadounidenses en 2001, fueran recibidos por las comunidades pashtún en áreas tribales pakistaníes cercanas a esta provincia.
El pueblo pashtún habita en zonas de Afganistán y Pakistán y se divide en tribus y clanes que comparten la lengua pashto y un estricto código de honor religioso y cultural, que incluye la hospitalidad. Nunca conformaron una unidad política.
"Somos muy pobres, pero igual alojamos a seis personas en mi pequeña casa de dos habitaciones", relató orgulloso Faruq Jan, comerciante de la aldea de Rustam, en Swabi. "No tengo recursos, pero iría contra la tradición pashtún si le negara refugio a alguien."
Los desplazados en Rustam proceden de Buner.
"Son tiempos muy duros", dijo a IPS por teléfono Zahir Mohammad. "Ponemos películas indias para que nuestros huéspedes se distiendan."
Los desplazados están muy agradecidos por la hospitalidad y la calidez con que fueron recibidos por personas aun más pobres que ellos, según reconocen los propios huéspedes.
Wazir Jan, de Buner, ofreció dinero a su anfitrión varias veces, pero éste siempre se negó. "Somos nueve personas en casa de un pariente lejano. Nos tratan muy bien", dijo agradecido.
Entre los desplazados hay muchos niños y niñas, indicaron profesores y estudiantes de la Universidad de Qaid-e-Azam, de Islamabad, que fueron a la zona de Mardan, al noroeste de Swabi, a llevar asistencia humanitaria.
"Hay muchos menores en los distritos de Swat, Buner y Dir. Las familias a las que entregamos suministros están compuestas por siete o más personas" de ellos, señaló por correo electrónico Pervez Hoodbhoy, físico nuclear y activista.
"Un hombre pensaba rascándose la cabeza si tenía 16 o 17 hijos, pero no se pudo acordar. Hay cuatro bebés de menos de 20 días entre 300 niños y niñas en edad escolar, y hay más en camino", añadió.
"Juego con muchos niños aquí. Le voy a pedir a mi padre que nos quedemos. Estamos a salvo del Talibán", dijo a IPS por teléfono Zishan Omar, de 13 años, desde Swari.
"Tenemos un gran corazón y estamos dispuestos a alojar a más gente", dijo a IPS Ayub Jan, alcalde de otra localidad cercana a Rustam donde se dio refugio a unas 144 personas, aseguró.
"No podemos negar la hospitalidad a nadie que venga a nuestra puerta buscando de ayuda. La tradición ancestral exige respetar y servir a nuestros huéspedes, aun si son enemigos", explicó.
Farman Ali, de 28 años, huyó de Swat el 2 de este mes cuando el ejército lanzó una ofensiva para recuperar ese distrito de manos del Talibán, pocos días después de romperse el acuerdo alcanzado en febrero por el gobierno de esta provincia con el movimiento islamista.
Ali se aloja en la casa de unos primos de Peshawar con 15 parientes más de Swat. "Estamos encantados con su hospitalidad, hasta nos llevan a restaurantes".
El maestro Aziz Shah alojó a nueve personas de Dir. "Los huéspedes alteraron nuestra rutina familiar", señaló.
"No podemos entrar a nuestra casa libremente porque están sus mujeres. Pero Dios nos bendecirá por esto", relató, y añadió que los desplazados necesitan ayuda porque no son responsables de los sangrientos enfrentamientos.
"No somos de los que se olvidan de la enorme amabilidad de nuestros anfitriones. Haremos lo mismo si llegan a atravesar una situación similar", juraron los hermanos Inamullah y Jawad, alojados en la casa de unos amigos en el elegante municipio de Hayatabad, a las afueras de Peshawar".