Cuando faltan siete meses para que Chile elija un nuevo gobierno, el escenario político se muestra confuso, según analistas. Una nueva coalición y un sorpresivo candidato condimentan una elección que podría destronar a la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia.
Ocho candidatos presidenciales, algunos apoyados por partidos y otros independientes que intentan conseguir las 36.000 firmas necesarias para postularse, aspiran a competir en los comicios que Chile celebrará el 13 de diciembre.
El panorama "está marcado por la poca estructuración y la confusión. Las candidaturas no están totalmente definidas, hay mucho proceso de negociación bajo cuerdas, que no se conoce mucho por parte de los electores y el público", comentó a IPS el académico Gustavo Martínez, del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
"Es un escenario nuevo", pues "hay muchas candidaturas que son diferentes a los dos grandes bloques" políticos del país, apuntó el politólogo.
Pese a la fragmentación, todo indica que la definición será entre el postulante de la oposición derechista, el multimillonario empresario y ex senador Sebastián Piñera, y el representante de la gobernante y centroizquierdista Concertación de Partidos por la Democracia, el ex presidente democristiano Eduardo Frei (1994-2000).
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La única candidatura que parece capaz de remecer en algo esta contienda es la del joven diputado socialista Marco Enríquez-Ominami, de 35 años, quien anunció que disputará la primera vuelta en diciembre si consigue las firmas que exige la ley para presentarse de forma independiente.
Enríquez-Ominami es hijo del asesinado líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, quien luchó por la vía armada contra la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990). Su padre adoptivo es el senador socialista Carlos Ominami, figura histórica de la Concertación.
El joven diputado, que se destacó como cineasta antes de ingresar a la política y es conocido como irreverente, pidió participar en las elecciones internas de la Concertación, en las que fue elegido Frei, pero las autoridades de los partidos del conglomerado que gobierna Chile desde 1990 se lo impidieron argumentando diversas razones.
Frei contaba con el apoyo de tres de las cuatro colectividades que integran la Concertación: el Partido Socialista (PS), Demócrata Cristiano (DC) y Por la Democracia (PPD). Solo el Partido Radical Socialdemócrata (PRSD) presentó un precandidato que fue superado por el ex presidente.
En pocas semanas, Enríquez- Ominami, que deberá renunciar al PS para postularse a la primera magistratura, pasó de marcar menos de cinco por ciento de las preferencias en las encuestas a bordear el 15 por ciento, según el último sondeo de la empresa TNS Times, divulgado el miércoles. Por esto ya es calificado de "fenómeno" político.
Para el politólogo Martínez, esas encuestas son de dudosa calidad, así que espera que otros sondeos más confiables muestren una tendencia más certera, si bien reconoce que "por su juventud y discurso crítico, ciertamente (Enríquez-Ominami) es atractivo para mucha gente".
Según el cientista político de la privada Universidad Diego Portales, Mauricio Morales, la postulación de Enríquez-Ominami "representa más un rechazo" a las opciones de Frei y Piñera por parte de desencantados, "que una adhesión hacia una candidatura viable".
"Si la distancia entre Frei y Enríquez-Ominami se sigue acortando, ahí podríamos hablar de un cambio en las preferencias de los electores", comentó a IPS el analista. Pero es difícil "porque actualmente el padrón electoral está congelado". "Si se produce una entrada masiva de jóvenes (al registro electoral) para votar por él podríamos" tener una sorpresa, observó.
Para muchos observadores, la irrupción de Enríquez-Ominami, casado con una popular animadora de televisión, se explica por la crisis interna de la alianza gobernante. El desgaste propio de una coalición que lleva muchos años en el poder, los conflictos surgidos dentro de cada partido y el desencanto del electorado por promesas incumplidas de mayor democracia y justicia social, son elementos que explican esa crisis.
De hecho, además del diputado, otros tres candidatos presidenciales provienen de las filas de la Concertación: el senador Alejandro Navarro, que renunció al PS, el senador Adolfo Zaldívar, expulsado de la DC, y el ex ministro y embajador socialista Jorge Arrate, quien también dimitió a su partido. Los otros postulantes son la periodista Pamela Jiles y Eduardo Artés, del Partido Comunista Acción Proletaria.
El jueves Navarro, cercano al presidente venezolano Hugo Chávez, inscribió como partido en cuatro regiones del país al Movimiento Amplio Social (MAS), que lo apoya.
El oficialismo, que ya acusó recibo del fenómeno Enríquez-Ominami, aspira a que en una posible segunda vuelta presidencial, el caudal electoral de todos los candidatos de izquierda se sume a la opción de Frei. Hoy las encuestas muestran una leve ventaja para el derechista Piñera, que los analistas prefieren llamar "empate técnico".
En la otra vereda, Piñera presentó el miércoles la llamada Coalición por el Cambio, que busca "romper la frontera entre la derecha y la izquierda" en el país, al adicionar figuras históricas de la Concertación y otras fuerzas independientes a los dos partidos que lo apoyan.
Entre ellos se destaca el senador Fernando Flores, quien renunció al PPD en 2007 y formó el Partido Chile Primero.
Flores fue ministro del presidente socialista Salvador Allende, quien gobernó Chile entre 1970 y 1973 y fue derrocado a sangre y fuego por Pinochet. Después del golpe de Estado, Flores pasó por varios campos de concentración durante tres años.
Considerando que la derecha que hoy apoya a Piñera gobernó con Pinochet en los 17 años de dictadura, Flores fue catalogado de "traidor" por representantes del gobierno.
"La Concertación, si bien ha hecho cosas buenas para el país, le toca hoy día alejarse y le toca un tiempo que yo llamo de reedición, purificación y reinvención", declaró Flores.
Pero el politólogo Morales duda de que la sola entrada de Flores y de otras figuras de la Concertación a la campaña de Piñera logre superar la división centroizquierda- derecha que caracteriza al país. Por lo menos, las encuestas no muestran esa tendencia, apuntó.
Qué tanto influirá la gran adhesión ciudadana que ostenta hoy la presidenta Michelle Bachelet en la próxima elección presidencial, es otra pregunta con difícil respuesta.
Pese a los conflictos que tuvo que afrontar en los dos primeros años de su gestión, la mandataria socialista alcanzó un histórico 67 por ciento de aprobación, según el último sondeo de la empresa Adimark, divulgado el miércoles. Ninguno de los tres mandatarios de la Concertación que la precedieron logró alguna vez tan amplio respaldo.
Para Morales, este dato puede influir decisivamente en la opción de la ciudadanía, mientras otros analistas separan la popularidad personal de Bachelet de la atribuible a la coalición gobernante.
Los resultados de los comicios municipales de diciembre de 2008 dieron muestra de esa diferencia, ya que las fuerzas gobernantes perdieron emblemáticos municipios a lo largo del país a manos de la oposición derechista y de otros partidos emergentes.
El pacto parlamentario que negocian la Concertación y el conglomerado de izquierda extraparlamentaria Juntos Podemos Más, que agrupa al Partido Comunista y al Partido Humanista, es otro factor que entra al ruedo. Ambas coaliciones analizan cederse cupos para romper con la exclusión generada por el sistema electoral binominal impuesto por la dictadura.
Si el acuerdo se materializa, podría allanarse el camino para que nuevamente esa fuerza política de izquierda, que bordea 10 por ciento del electorado y que será representada por Arrate en la primera vuelta, apoye al candidato de la Concertación en un balotaje.
El 13 de diciembre también se celebrarán elecciones parlamentarias. Si ningún candidato presidencial obtiene más de la mitad de los sufragios válidamente emitidos, en enero de 2010 se efectuará la segunda vuelta entre los dos más votados.