PLÁSTICA-CUBA: Fantasmas en una bienal

Muy fuertes para unos y hasta disidentes para otros, algunas de las muestras cubanas presentadas en la última edición de la bienal capitalina trajeron a la memoria los tiempos cuando, a fines de los años 80 e inicios de los 90, las artes plásticas estuvieron a la vanguardia de la cultura nacional.

"No sé si lo que se está haciendo hoy tiene la calidad y la fuerza de lo que protagonizó la llamada generación de los 80, sólo sé que algo se está moviendo. El ambiente está cobrando vida de nuevo", dijo a IPS una asistente a la inauguración de la X Bienal de La Habana, que, a sus 41 años, asegura haber presenciado "años de inercia".

"Es muy fuerte lo que se está diciendo. Desde el título de las obras son un reto a todo lo establecido", añadió en tanto un hombre, de 38 años, quien reconoció no recordar exposiciones como "Volumen I", movimientos como "Arte Calle" o el proyecto del "Castillo de la Fuerza", que en su momento revolucionaron el escenario cultural cubano.

Especialista en computación, el entrevistado salió impresionado de la exposición "La enmienda que hay en mí", un proyecto del artista cubano Carlos Garaicoa que se expuso en el Museo Nacional de Bellas Artes como parte de sus esfuerzos de años por establecer un diálogo crítico con el espacio urbano. "No se qué decir", añadió.

"Creo en todo" y "en nada creo" puede leerse en dos vallas. Las absurdidades del discurso político se recrean en un juego de Garaicoa con la fotografía y el dibujo arquitectónico, que termina en las "Joyas de la corona", réplicas reales o imaginarias en miniatura de centros de tortura, represión e inteligencia, incluidos cubanos.
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Más de 200 artistas de unos 40 países asistieron a la X Bienal de Artes Plásticas de La Habana, que se realizó del 27 de marzo al 30 de abril y sumó a una amplia red de proyectos comunitarios y exposiciones colaterales del país anfitrión, uno de los atractivos tradicionales del encuentro.

Además de la muestra de Bellas Artes, mucho dio que hablar el proyecto artístico Estado de excepción: arte de conducta, una iniciativa de Tania Brugueras que incluyó, en diferentes formatos, títulos como "Intelectuales sin palabras", "Esta obra tiene problemas ideológicos", "Tráfico de información" y "Normal es good" (lo normal es bueno).

Pero ni la tan sonada exposición de Garaicoa ni la propuesta de Brugueras marcan la pauta de lo que está sucediendo en las artes plásticas cubanas, según fuentes consultadas por IPS.

"No ha cambiado tanto la situación del país para que pueda volver a surgir algo como los 80. Aunque Tania presentó el proyecto con sus alumnos, en ambos casos estamos hablando de posturas personales y no de un movimiento", dijo a IPS el pintor Joel Jover, invitado a uno de los "performance" de la bienal.

Según Jover, las razones hay que buscarlas en la emigración de casi toda una generación y en que "los que venían después aprendieron la lección". A su juicio, la nueva generación "se volvió más cínica, no quiso buscarse problemas con las instituciones y se enfocó más en el mercado".

"Y ahora hasta es de buen gusto ser un poco contestatario", añadió el pintor, quien destacó además la tendencia a hacer un arte de la nostalgia. "Muchos jóvenes trabajan sobre el sentido de lo perdido, pero hablan de cosas que no conocieron ni perdieron ellos mismos", dijo.

En franca polémica con Jover, el ensayista, poeta y estudioso de las artes plásticas cubanas Roberto Méndez comentó a IPS que "pudiéramos estar asistiendo al segundo acto de aquella plástica de los 80 cuya labor –de conjunto— quedó truncada por el cambio de circunstancias", que provocó la crisis económica de los años 90.

"Sólo que ahora los actores son otros, han vivido otras experiencias y sus actitudes parecen más radicales", añadió el intelectual.

La llamada Generación de los 80, formada en lo fundamental por egresados de las escuelas cubanas de arte, propició una ruptura total con lo hecho décadas anteriores, marcado por el "realismo socialista" y una mirada complaciente del entorno, y se abrió a las más diversas tendencias estilísticas y formales.

Pero sobre todas las cosas, coinciden Méndez y Jover, fue un movimiento de profundo sentido ético y cuestionador de la realidad.

Según Méndez, "la vanguardia de los 80 hizo especial énfasis en el rol ético y participativo de sus discursos, renegó en cierta medida del arte coleccionable, destinado a las élites, para defender acciones colectivas que incidieran y produjeran cambios en las circunstancias sociales inmediatas".

"Todo esto iba apoyado en un proyecto más o menos utópico que debía reformar y perfeccionar al socialismo cubano, que vivía una relativa bonanza en lo económico", dijo el experto tras recordar que "la plástica nacional parece haber funcionado en consonancia casi perfecta con las circunstancias socioeconómicas del país".

Si el arte de los 80 rechazó las tentaciones del mercado, en los años 90 se revirtió el signo, marcado por los efectos de una crisis de la cual el país aún no ha logrado librarse en toda su magnitud.

La mayoría de la generación de vanguardia emigró, se consolidaron creadores que venían de generaciones anteriores y hacían un arte "estabilizado", con posibilidades de clientela, y surgió un grupo de creadores que, más que cambiar algo en la sociedad, buscaban retornar al arte de "buena factura", coleccionable y, sobre todo, "vendible".

"No es que fuera un arte ajeno a la sociedad cubana, sino que era el reflejo indirecto de la crisis de paradigmas, del cinismo, del desencanto, del pragmatismo", opina Méndez, autor de varios trabajos sobre el desarrollo de la plástica cubana en diferentes épocas.

En contraposición, la X Bienal, cuyas huellas aún se observan por La Habana, mostró a un grupo, quizás minoritario, pero real, de creadores que buscan recuperar para su arte ese rol inmediato para la sociedad que, según Méndez, "enfatiza en el diálogo, en el cambio y en la impronta ética".

Convencido de que "es pronto" para hablar de "una nueva época artística", Méndez reconoce una tendencia a apostar "de nuevo por el arte abierto, participativo y hasta escandaloso, un arte que quiere llamar la atención sobre ciertas cosas importantes en la sociedad y quiere desafiar todo sin disimulo".

"Creo que se hace con menos ingenuidad e inocencia que en los 80, pero la labor de Tania Bruguera y la exposición de Garaicoa en Bellas Artes, hablan de una vanguardia asumida de otro modo, con rebeldía, con actitud cuestionadora e inclusive, sin rehuir las abiertas intenciones políticas", dijo.

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