PAKISTÁN: El éxodo de Swat

«Esto ya es una guerra total», dijo a IPS por teléfono Zubair Khan, de 45 años, en el valle de Swat. Fue la semana pasada, un día después de que el ejército de Pakistán lanzara su ataque contra las milicias extremistas Talibán.

Como muchos residentes en este distrito de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Khan esperaba un gran choque. "Esta vez, las bajas civiles serán muchas", pronosticó.

Sus previsiones fueron, en parte, correctas.

Las fuerzas de seguridad bombardean a los talibanes refugiados en las viviendas de residentes que huyeron por miles. Por lo tanto, las bajas civiles serán menos que en otras ocasiones.

Pero otro desastre humanitario está en curso. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), los desplazados internos que huyeron de la zona ya son 360.000.
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Y el flujo será mayor si la crisis persiste mucho tiempo más, advirtió Manuel Bessler, jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Debemos prepararnos para asistir hasta a 800.000 personas más que se sumarán al medio millón de desplazados preexistentes", dijo Bessler a la agencia francesa de noticias AFP.

"Para ganar la guerra en Swat, pero también la paz, sólo puede ser posible si se minimiza el sufrimiento de los civiles", dijo el director para Asia de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), Brad Adams.

Swat, ubicada 150 kilómetros al nordeste de Peshawar, la capital de la provincia, tiene una población de 1,8 millones de habitantes y es desde hace unos dos años bastión de la filial pakistaní de Talibán, la organización Tehrik-e-Talibán Pakistán.

"Los talibanes cavaron trincheras en toda la ciudad y la llenaron de minas antipersonal", dijo Saud Zaman, abogado residente en Mingora. "Esta vez, será una batalla sangrienta", coincidió con Khan.

El ejército lanzó ataques por aire y por tierra durante los alrededor de 7.000 combatientes talibanes en Swat en la noche del 5 de este mes. "Fue terrible. No pudimos ni pestañar toda la noche", recordó Zaman.

Las líneas del frente de batalla se trazaron horas después de que los talibanes anunciaron el fin de un frágil acuerdo de paz. Mientras, el presidente pakistaní Asif Alí Zardari se encontraba reunido en Washington con su par estadounidense Barack Obama, a quien rogó por ayuda económica.

El canciller Shah Mahmood Qureshi calificó la visita de cuatro días de "fructífera" y "oportuna". De hecho, lo fue.

En una de esas jornadas, el comité de presupuesto de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una partida de 1.900 millones de dólares en ayuda contrainsurgente, de seguridad y económica a Pakistán.

El Senado también considera un proyecto que triplicaría la asistencia económica a Pakistán, a 1.500 millones de dólares al año para los próximos cincoi.

El senador Richard Lugar, uno de los patrocinantes del proyecto, advirtió, sin embargo, que la iniciativa no es un "cheque en blanco", pues espera "avances tangibles" en la lucha contra Talibán y la red extremista Al Qaeda.

Otra condición para la asistencia es que Pakistán garantice a su vecina y tradicional adversaria India una ruta terrestre segura para el comercio con Afganistán.

Islamabad se ha contenido históricamente de hacer este tipo de concesiones, pues pretende vincularlas a la solución del conflicto por el disputado territorio de la Cachemira india.

La secretaria de Estado (canciller) estadounidense Hillary Rodham Clinton consideró que la ofensiva contra Talibán era una señal positiva, y se manifestó "completamente impresionada" por los pasos que ha dado el gobierno pakistaní.

El éxodo masivo comenzó cuando el coordinador del distrito de Swat, Khushal Khan Khattak, recomendó a la población civil del área el día 6 que la abandonara, pues preveía combates entre los talibanes y las fuerzas de seguridad.

Tres días después, se reiteró el llamado. Pero muchos pobladores quedaron atrapados por la falta de transporte y por los controles al paso de viajeros.

Prakash Kaur, de 40 años y madre de un hijo de dos, dijo a IPS que ambos caminaron durante cuatro horas hasta que el chofer de un vehículo accedió a darles un aventón.

Surinder Kuumar, técnico de salud de 42 años y de religión sij, dijo: "Por suerte tengo auto. En el camino vi a cientos de miles de personas a pie. Lloré sin parar."

Sus sufrimientos habían comenzado la noche anterior, cuando un vecino adolescente murió por un proyectil que impactó en su vivienda.

"Oí llorar al muchacho, pero no podía salir de casa por el fuerte tiroteo. No pasó la noche. A la mañana, asistí al entierro, junto con otras tres personas, nada más: su padre, su madre y su hermana", recordó.

En Swat están desplegados unos 15.000 soldados para acabar con unos 5.000 combatientes talibanes. El ministro del Interior, Rehman Malik, aseguró que más de 700 insurgentes murieron en el frente la semana pasada.

Esa cifra es imposible de verificar. Mientras, no existen evaluaciones sobre las bajas civiles.

El portavoz del ejército Athar Abbas informó que ya comenzó el despliegue por el área de Peochar, también en Swat, donde las autoridades creen que el Talibán entrena a combatientes y a miembros dispuestos a inmolarse en atentados suicidas.

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