El gobierno de Estados Unidos considera, por fin, la posibilidad de estampar su firma en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, rechazada en 2007 por el entonces presidente George W. Bush.
Este tratado de carácter no obligatorio, aprobado por la gran mayoría de los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2007, reconoce los derechos de los 370 millones de aborígenes del mundo sobre sus tierras ancestrales y sus recursos.
El gobierno de Bush (2001-2009) rechazó la Declaración por entender que no debía negarse a una potencia económica o política la opción de explotar recursos en territorios ancestrales aun cuando no gestione el "consentimiento informado" de las comunidades indígenas.
Ahora, la posición del gobierno de Barack Obama al respecto es objeto de evaluación, dijo a IPS Patrick Ventrell, portavoz de la misión de Estados Unidos ante la ONU.
Australia, Canadá y Nueva Zelanda también votaron contra la Declaración, que establece que los pueblos originarios tienen el derecho a mantener sus culturas y permanecer en su tierra.
[related_articles]
Pero el nuevo gobierno australiano de izquierda revirtió el mes pasado su posición, al anunciar su apoyo al tratado.
"Mostramos nuestro respeto por los pueblos indígenas y nuestra fe en una nueva era de relaciones entre estados y pueblos indígenas", dijo la parlamentaria australiana Jenny Macklin.
El gobierno del primer ministro Kevin Rudd, del Partido Laborista, también se ha disculpado con las comunidades aborígenes que durante décadas sufrieron a manos de los colonos europeos.
Activistas estadounidenses por los derechos indígenas pretenden que el gobierno del Partido Demócrata, que se declara liberal, tome el mismo camino para mitigar el sufrimiento de comunidades nativas sometidas a lo largo de la historia a abusos y discriminación.
"Estados Unidos debería apoyar decididamente la Declaración", dijo James Polk, experto de la revista progresista Foreign Policy in Focus, que edita el Instituto de Estudios Políticos en Washington.
"Es un documento exhaustivo según el cual los pueblos originarios son iguales a todos los otros pueblos, y que en el ejercicio de sus derechos deberían estar libres de discriminación", agregó.
La declaración refleja la creciente preocupación de las comunidades aborígenes por lo que perciben como persistente explotación de sus recursos naturales y por represión de sus valores y tradiciones por intereses comerciales y gobiernos que no respetan con su cultura.
Científicos afirman que el conocimiento tradicional y la cooperación de las comunidades indígenas son cruciales en la lucha mundial contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Obama manifestó en la campaña electoral su preocupación por los problemas que afrontan las comunidades autóctonas de Estados Unidos, e insistió en que podían confiar en él. Ahora, los nativos observan muy de cerca el cumplimiento de sus promesas.
Obama sostuvo, en un acto de campaña en una reserva indígena del estado de Montana, que, por ser negro, se identificaba con sus reivindicaciones.
"Sé lo que significa no ser siempre respetado o ser ignorado, y sé lo que es luchar", expresó Obama en su discurso. "Muchas veces ustedes han sido olvidados, igual los negros u otros grupos en este país."
En las elecciones presidenciales del 4 de noviembre, una amplia mayoría de aborígenes votaron a Obama, según Frank LaMere, de la tribu winnebago del central estado de Nebraska, quien lideró la delegación de indígenas estadounidenses ante la Convención Demócrata.
En su paso por Montana, Obama fue adoptado como miembro honorario de la tribu crow, en una ceremonia que los nativos dicen reservar a invitados especiales. En esa ocasión recibió el nuevo Barack Águila Negra.
Antes de que Obama se convirtiera en el primer presidente no blanco de la historia de Estados Unidos, el país afrontó críticas del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, con sede en Ginebra, por su trato a las comunidades indígenas y el uso que hacía de sus tierras y recursos ancestrales.
En marzo de 2006 y nuevamente en 2008, un panel de expertos estadounidenses dictaminó que el gobierno era culpable de discriminación racial en perjuicio de ciudadanos indígenas.
Canadá, otra nación de colonos fundada sobre territorios indígenas norteamericanos, también ha sido reprendida por el Comité por su trato abusivo y discriminatorio.
El derechista gobierno canadiense continúa defendiendo sus políticas hacia la población nativa por considerarlas justas, sin dar señales de disposición a firmar la Declaración de la ONU.
En Estados Unidos parece haber algunas señales de cambio político al respecto. Algunos representantes de tribus originarias son asesores de Obama.
Pero no está claro cuándo se firmará la Declaración, ni si eso ocurrirá. "No puedo hacer más comentarios" al respecto, dijo Ventrell sobre el resultado del debates interno.