Los últimos choques entre las fuerzas de seguridad y manifestantes de la comunidad musulmana en Grecia hacen temer por el desarrollo de la nueva movilización convocada para este viernes en la capital del país.
Atenas ha visto escenario de varios incidentes. El último, ocurrido hace una semana, se desató después de que un policía le destrozó a un joven inmigrante el Corán que llevaba, el libro sagrado del Islam.
Al día siguiente, la manifestación que reunió a unos 2.000 musulmanes, convocada contra la brutalidad policial y lo que fue considerado una profanación, derivó en graves disturbios.
Los manifestantes dieron vuelta vehículos y rompieron vitrinas. Cuarenta personas fueron detenidas por la policía y al menos cuatro resultaron heridas de gravedad. También hubo enfrentamientos entre los propios manifestantes, porque los mayores trataban de calmar a los más jóvenes.
La noche siguiente, un grupo no identificado de personas incendió un sitio que oficia de templo islámico en el barrio de San Panteleimonas, donde residen decenas de miles de musulmanes.
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"Nuestra relación con los griegos y con Grecia ha sido tradicionalmente buena. Degenera porque hay personas que quieren probar que son algo, pero no son nada", dijo a IPS el director de la Asociación Musulmana de Grecia Naim El-Ghandur.
"Al principio le pedimos a nuestra gente que no concurriera a la manifestación. Confiamos en la justicia griega y emplearemos todos los recursos legales para pedir una disculpa. Pero entiendo por qué los jóvenes perdieron el control y no evitaron la confrontación", apuntó.
"El episodio del Corán fue la gota que desbordó el vaso. El hecho tiene un profundo origen social. Los jóvenes no tienen trabajo, no pueden viajar, están atrapados aquí y padecen la marginación", indicó El-Ghandur.
"Tú viste las fotos del viejo edificio del tribunal de apelaciones" abandonado, apuntó, en alusión al lugar donde hace unos días hubo otro incidente. Un grupo neonazi atacó a sus ocupantes, la mayoría musulmanes.
"Cómo es posible que una persona no tenga ni agua ni electricidad en Europa en 2009. Qué harías si vivieras en esas condiciones y alguien te insultara lo más preciado que te queda", preguntó.
Alrededor de 830.000 musulmanes de diferente nacionalidad residen en Grecia, 700.000 de los cuales están en Atenas y 120.000 en la región de Tracia Occidental, en el nordeste de este país, una comunidad islámica autóctona.
Las cifras son significativas, sin embargo Grecia es el único país europeo que no tiene mezquita ni cementerio musulmán. Eso motivó cuestionamientos contra este país por su falta de respeto a las minorías religiosas.
La primera solicitud de mezquita se remonta a 1976. En 2006, el parlamento aprobó la construcción de un templo en Atenas con fondos griegos y europeos, pero el proyecto se estancó por motivos técnicos. Los musulmanes se congregan y rezan en mezquitas no oficiales, 67 están en los alrededores de la capital.
Hace unos años, la Iglesia griega donó un terreno para construir un cementerio. Pero la iniciativa tampoco prosperó y los musulmanes se ven obligados a pagar grandes sumas de dinero para tener un funeral conforme a sus tradiciones en Tracia o en el extranjero.
Los últimos disturbios revelan el incumplimiento de antiguos reclamos, lo que agrava el clima de tensión con vistas a la manifestación de este viernes.
"Sólo reclamamos justicia, no toleraremos ningún incidente", remarcó Tzaved Aslam, dirigente de la comunidad pakistaní. "Estamos todos muy preocupados. El gobierno debe ofrecer una disculpa por la destrucción de la mezquita y sancionar al policía que profanó el Corán".
Los partidos políticos tratan de capitalizar el malestar con vistas a las elecciones del Parlamento Europeo, del 4 al 7 de junio.
"Los respetamos, pero tienen que recordar que vinieron sin invitación. Este es un país Ortodoxo, si no les gusta, la puerta está abierta", reza una declaración de George Karatzaferis, presidente del partido de extrema derecha Alarma Popular Ortodoxa.
Varios dirigentes políticos y analistas se muestran preocupados por la radicalización de ciertos grupos en el seno de la comunidad musulmana, así como por la problemática integración de sus miembros a la sociedad griega.
Otros especialistas sostienen que el principal problema es que los miles de inmigrantes que viven en barrios marginados de Atenas carecen de oportunidades para llevar una vida digna.
"Todos los días policías de civil agreden e insultan a los inmigrantes", señaló Zahir Mohammad, de origen afgano. "Tenemos miedo de salir de casa y de quedarnos. No tenemos documentos y no podemos trabajar".
"Hasta cerraron la plaza de juegos de San Panteleimonas, donde las afganas llevaban a sus hijos a jugar. No tenemos dinero, ¿a dónde vamos a ir? Todos los días son el peor" de nuestra vida, se lamentó.