EUROPA: Tratado de Lisboa inmovilizado

Pese a que el parlamento de la República Checa aprobó el Tratado de Lisboa, el presidente Vaclav Klaus se niega a firmar ese documento que, para muchos, facultaría a la Unión Europea (UE) a enfrentar mejor la crisis económica mundial.

El Tratado de Lisboa, que establece la reforma institucional de la UE, fue firmado el 13 de diciembre de 2007 en la capital portuguesa y es considerado esencial para el futuro de este bloque de 27 países.

Aunque el 6 de este mes el Senado checo aprobó el Tratado, falta la firma del presidente. Pero Klaus alega que esperará el resultado del referendo que celebrará Irlanda en octubre.

La ciudadanía irlandesa había rechazado el Tratado en un referendo de junio de 2008.

También están pendiente el pronunciamiento del Tribunal Constitucional alemán sobre la legalidad del Tratado, y la firma del presidente polaco Lech Kaczynski, quien quiere igualmente aguardar los resultados del referendo irlandés.
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"Los líderes nacionales han firmado el Tratado y se han comprometido con el proceso de ratificación. No es bueno que esta incertidumbre se prolongue evadiendo la responsabilidad en vez de adoptar una posición clara", dijo a IPS Julia De Clerck-Sachsse, analista de asuntos de la UE en el Centro para los Estudios Políticos Europeos, con sede en Bruselas.

Pero como la República Checa ocupa por seis meses la presidencia rotativa de la UE, lo que el bloque más teme es que Klaus haga todo lo que esté a su alcance para sabotear un instituto que nunca se abstuvo de criticar en público.

Klaus cree que el documento de la UE erosionará aun más la soberanía nacional de los estados miembro. Al bloque le falta legitimidad democrática, opinó.

Pero De Clerck-Sachsse declaró a IPS que, "en realidad, el Tratado elevará la legitimidad democrática (…) de la UE, al aumentar los poderes del Parlamento Europeo y conferir más poderes a los parlamentos nacionales para que controlen lo que ocurre en el ámbito de la UE".

"Incluso existe la posibilidad de que los ciudadanos se involucren directamente a través de la Iniciativa Ciudadana Europea, por la cual un millón de personas pueden hacer una propuesta de legislación a la Comisión Europea", rama ejecutiva de la UE, agregó.

Aunque el cargo del presidente checo es principalmente ceremonial, Klaus se aprovecha de un vacío de poder temporal, que se registra desde el 24 de marzo, cuando cayó el gobierno del primer ministro Mirek Topolanek por un voto de censura impulsado por diputados disidentes de su propia fuerza política, el neoliberal Partido Cívico Democrático (ODS).

Inicialmente, la mayoría del partido era hostil al Tratado de Lisboa, pero lo aceptó como inevitable, aunque no se silenciaran todas las discrepancias internas.

La voz de disenso que se alzó con más fuerza fue la del propio presidente del país. En diciembre, Klaus, fundador del ODS al que ahora acusa de haberse vuelto centrista, dejó el cargo de presidente honorario del partido, afirmando que se sentía traicionado por su conformismo ante Bruselas y la UE.

Ahora Klaus intenta jugar un papel mayor en la presidencia de la UE.

El nuevo primer ministro, Jan Fischer, formó un gobierno de técnicos independientes que llevará al país a elecciones anticipadas en octubre, pero todavía tiene que lograr un voto de confianza del parlamento.

Aunque el presidente dio la bienvenida a la designación de Fischer, por considerarlo "un hombre prudente", no oculta sus planes de involucrarse personalmente en la presidencia.

Klaus ya está determinado a ser el anfitrión de la reunión cumbre UE-Rusia, e intentará hacer lo mismo con las reuniones UE-China y de la propia Unión Europea que, en junio, marcará el fin de la presidencia checa del bloque.

Esto último es lo que mas teme Bruselas, pues Klaus presidiría un debate con Irlanda sobre la mejor manera de ratificar el Tratado.

Hasta ahora, Fischer evitó la confrontación con el presidente, y dice que su prioridad es completar exitosamente la presidencia de la UE, plagada de hostilidades diplomáticas y de la humillación que entrañó para el país ser el primero en ver caer su gobierno mientras presidía el bloque europeo.

Este escenario implica que, hasta junio, cuando otro Estado asuma la presidencia del bloque, la UE carecerá de liderazgo creíble mientras enfrenta la peor crisis financiera de su historia, lo que vuelve aún más urgente la adopción del Tratado, opinan sus promotores.

"Además de reformar el proceso de toma de decisiones, el Tratado de Lisboa hará que la UE sea más capaz de actuar por ejemplo en el área de las relaciones exteriores, dado que concentrará la autoridad en manos de un alto representante para la política exterior", dijo a IPS De Clerck-Sachsse.

"Si se ratifica el Tratado, la UE funcionará de modo más eficiente, seremos capaces de dejar atrás el debate sobre la reforma y, en cambio, nos centraremos en políticas reales", agregó.

Sin embargo, el Tratado puede enfrentar problemas adicionales por un grupo de senadores checos que, ante el fracaso que representó para ellos la aprobación en la cámara alta, quieren impugnarla mediante un recurso de inconstitucionalidad.

"Si esto ocurre, no pensaré en ratificar o no ratificar el Tratado de Lisboa antes que el Tribunal Constitucional emita su fallo", dijo Klaus.

Ésta será la segunda vez que el Tratado vaya a ese tribunal. Pero solamente en esta oportunidad se escrutará el documento completo, y no apenas unas pocas disposiciones del mismo.

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