Sustituir electoralmente a un mito en construcción, como el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, no era fácil para su partido. Ante el descubrimiento del cáncer de su candidata, Dilma Roussef, el desafío es pagar el costo de esa enfermedad o impulsar un polémico tercer mandato.
En su segundo período presidencial, y con más de 70 por ciento de aprobación popular, que sigue ilesa frente a crisis y escándalos, el nombre de este ex metalúrgico, ex sindicalista, "primer operario en el poder", "the man" —como lo llamó su par estadounidense Barack Obama— era el único pronunciable en voz alta y por todos dentro de su Partido de los Trabajadores (PT).
Pero ante el obstáculo constitucional a una segunda reelección de Lula, la decisión de lanzar extraoficialmente la candidatura de Roussef, si bien no era del agrado de todos, fue al menos un alivio para el gobernante PT.
Roussef, jefa de la Casa Civil de la Presidencia —una suerte de jefa de gabinete o primera ministra— no tenía el típico carisma electoral. Por lo menos no el requerido en el marco de los habituales parámetros de la democracia representativa y el esperable espectáculo de la disputa que la antecede.
Pero su fama de mujer eficiente, fuerte y honesta, y el apoyo de Lula transfiriéndole votos la convertían en principio en una candidata potable y a modelar para las elecciones de octubre de 2010.
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El descubrimiento de un linfoma —cáncer en el sistema linfático— en un examen de rutina de la ministra fue un balde de agua helada para el PT. Pero, pasado el golpe, y aclarado que, como el pequeño tumor había sido detectado a tiempo, tenía más de 90 por ciento de posibilidades de cura, la candidatura se mantuvo firme.
Se hizo inclusive blanco de nuevas especulaciones. La enfermedad y el tratamiento de quimioterapia humanizarían a la candidata, una economista y ex guerrillera que sufrió cárcel y tortura en los años 70, tiempos de la dictadura militar (1964-1985). Así, la dolencia se convertiría en una adversidad más de todas las que enfrentó en su vida.
El problema de una estrategia política es que no siempre coincide con los datos de la vida de un candidato que, como la de cualquier mortal, no es en la práctica ni tan glamorosa ni tan manipulable.
El nuevo "desafío" de la "Dilma, mujer de carne y hueso" fue enfrentar lo que se anticipaba. Una consecuencia de la quimioterapia la llevó a internarse de urgencia la semana pasada ante una miopatía, o inflamación muscular, en las piernas.
Aunque el PT continúa apostando oficialmente a su candidatura, cambió la naturaleza de las especulaciones y de los análisis políticos.
Para Alexandre Cardoso, analista político del Centro Universitario Unieuro, de Brasilia, la posibilidad de Dilma comienza a ser "inviable".
Como director de una consultora de análisis político, Early Warning, le parece "temerario" que cualquier partido enfrente el riesgo electoral de apostar a una candidata con una enfermedad cuyo desenlace no se conoce.
"Se crea un grado de incertidumbre muy grande para todo el mundo. Todos estarán midiendo sus posibilidades de supervivencia, desde los servicios de inteligencia hasta los inversionistas. Imagine la situación para quien está perforando un pozo de petróleo o construyendo una hidroeléctrica en Brasil", dijo a IPS.
El problema, dicen Cardoso y otros analistas, reside en "el drama del PT de tener que encontrar otro candidato".
Se trata de un movimiento político que mantiene internamente varias tonalidades moderadas de izquierda y que —como su principal rival, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB)— "sólo tiene una figura que las une", Lula en el PT, y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso en el PSDB, dijo.
"El PT no tiene a nadie más. Ese es el punto. Es un partido regional o de facciones, y cada pedazo tiene sus propios candidatos", opinó Cardoso.
Antes del cáncer, las encuestas atribuían a Roussef 18 por ciento de las preferencias de voto, una posición no privilegiada frente a otros aspirantes de la oposición, como el gobernador del sureño estado de São Paulo, José Serra, del PSDB, que contaba con más de 40 por ciento.
Pero su candidatura daba señales de un aumento progresivo y diario de apoyos entre los seguidores de Lula, quien en todas sus giras por el país la muestra como principal gestora de las obras sociales de mayor impacto de su gobierno.
"La enfermedad tomó por sorpresa al PT, porque prepararon a Dilma y no tienen otro nombre como el de ella", dijo a IPS el analista Daniel Castelán, del Observatorio de Investigaciones Sudamericanas del Instituto de Investigaciones de Río de Janeiro.
La opción para algunos miembros del PT y del aliado Movimiento del Partido Democrático Brasileño (PMDB) fue replantear la cuestión de una nueva postulación de Lula.
El presidente sólo podría aspirar a un tercer mandato si media una enmienda constitucional. Pero, oficialmente, Lula y su partido han sido categóricos en rechazar esa posibilidad.
"No habrá tercer mandato", reiteró Lula esta semana, mientras realizaba una visita oficial a China."No discuto esa hipótesis", dijo el presidente al destacar una vez más que Roussef seguía siendo su candidata.
Una reforma constitucional para habilitar una segunda reelección "sería una ruptura" del proceso democrático, que debe basarse en "instituciones sólidas" y "no en plebiscitos", reforzó por su parte el ministro de Justicia, Tarso Genro, otra figura histórica del PT.
El gobierno intenta así desentenderse de propuestas como la del diputado del PMDB, Jackson Barreto, que sugiere plebiscitar una reforma constitucional destinada a legitimar una tercera postulación presidencial consecutiva del mandatario.
Según Barreto, cuenta con las 171 firmas de legisladores necesarias para formalizar la iniciativa en el Congreso.
Esa propuesta, dijo Castelán, "acarrearía un costo político muy grande al PT", como las disidencias internas, "por su historia democrática contra la dictadura". Sin embargo, "no tendría el mismo costo" y sería "más fácil" si la iniciativa la encabezara el PMDB, aclaró.
Para Cardoso, la "tentación" del tercer mandato, que se evidencia en países latinoamericanos como Colombia y Venezuela, dejaría muy dividido al país y daría un mensaje negativo.
"Eso significaría que la Constitución no vale nada. Que a partir de ahí se puede proponer cualquier cosa para beneficiar a 'X' o 'Y', y se pierde la cosa democrática más importante, que es la estabilidad de reglas", consideró.
La oposición reaccionó con ira. El partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1993-2005), que alguna vez comparó el tercer mandato con la monarquía, reiteró a través de su presidente, Sergio Guerra, que se trata de "un intento de golpe" de Estado. Mientras, para el candidato Serra es apenas un "alboroto".
Ante la pregunta de si cambiaría su posición en caso de que Roussef no pudiese sostener su postulación por razones de salud, Lula prefirió salirse por la tangente.
"Esa preocupación no existirá porque Dilma va a hacer su quimioterapia y está totalmente curada", diagnosticó el presidente.
Pero, en un panorama electoral sensible y lleno de sorpresas, todo el mundo ve mensajes entrelíneas.
"Al contrario de otras veces, el presidente fue vago", destacó el columnista del diario O Globo, Merval Pereira.
Para Castelán, esas inferencias no son más que reflejos de la "ansiedad" por conseguir conclusiones y temas, que ataca a los analistas, como él, y a los periodistas. Por lo menos, hasta que se diga lo contrario.
Brasil – Cobertura especial de IPS Noticias https://www.ipsnoticias.net/_focus/brasil/index.asp
Lula otra vez https://www.ipsnoticias.net/interna.asp?idnews=39179