Como si no fuera suficiente el martirio que ya ha sufrido, Aung San Suu Kyi, líder del movimiento prodemocrático de Birmania, podría verse obligada a soportar más años de detención a causa de la imprudencia de un ciudadano estadounidense.
La premio Nobel de la Paz, de 63 años, fue trasladada el jueves de mañana de su casa, sobre el lago Inya en Rangún, a un tribunal especial instalado en la infame prisión de Insein, al norte de la antigua capital birmana.
Suu Kyi y dos de sus empleadas domésticas, Khin Khin Win y Win Ma Ma, fueron acusadas en el tribunal, célebre por sus procedimientos secretos, de violar las condiciones del arresto domiciliario al que está sometida la dirigente desde mayo de 2003.
Otro acusado en la audiencia fue John William Yettaw, estadounidense de 53 años, quien alcanzó una dudosa fama luego conocerse su arresto a manos de la policía birmana la semana pasada, tras permanecer dos días, sin ser invitado, en la casa de Suu Kyi.
Yettaw se introdujo en la vivienda en la noche del 3 de mayo. Había nadado dos kilómetros a través del lago para llegar allí. Fue capturado por las fuerzas de seguridad cuando nadaba de regreso.
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Esas acciones transgredieron las duras leyes de seguridad interna dictadas por la férrea dictadura militar birmana.
El juicio, que comenzará este lunes, podría depararle a Suu Kyi "tres años de prisión adicionales, según el artículo 22 de la Ley de Protección Estatal", dijo el abogado defensor de la líder especializado en derecho internacional, el estadounidense Jared Genser.
"Condenamos de modo inequívoco este intento evidente de la junta de prolongar la detención de Aung San Suu Kyi con una apariencia de legitimidad", agregó Genser, en un comunicado escrito.
La ley vigente desde 1975, que entró en vigor cuando transcurría la primera fase de dictadura militar en este país del sudeste asiático, establece que "cualquier persona que se oponga o se resista a o que desobedezca cualquier orden emitida bajo esa ley podrá ser sometido a prisión por un periodo de entre tres y cinco años".
La intrusión de Yettaw en la casa de Suu Kyi se registró en momentos en que la junta se quedaba sin argumentos para mantener fuera de la arena política a la máxima dirigente de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el principal partido opositor.
El año pasado, el régimen anunció que no cedería en su intención de mantener a Suu Kyi en arresto domiciliario por el periodo máximo previsto, de seis meses, que vencía el 27 de este mismo mes.
Suu Kyi ha pasado más de 13 años en prisión domiciliaria. La última fase de su detención comenzó luego de que matones afines a la dictadura la atacaron a ella y a otros dirigentes de la LND que participaban en una actividad partidaria en el centro de Birmania en 2003.
La líder prodemocrática es temida por la dictadura a causa de su gran popularidad en todo el territorio del país y a la abrumadora votación de la LND en las elecciones generales de 1990, cuando la ciudadanía le asignó 82 por ciento de los 485 escaños del parlamento.
Pero el régimen se negó a reconocer los resultados de los comicios y obligó a los miembros del gobierno elegido entonces en las urnas a exiliarse.
Para evitar un revés similar, la dictadura que lidera detrás de bambalinas el general Than Shwe promovió el año pasado una controvertida Constitución que abre paso a la convocatoria a elecciones para el año próximo, con muchas restricciones a grupos políticos como la LND.
El partido opositor declaró, tras una inusual reunión de su directiva celebrada a comienzos de mes, que su participación en los comicios dependía de la liberación de Suu Kyi y más de 2.100 presos políticos, muchos de ellos en la cárcel de Insein, así como de la revisión de la Constitución hoy vigente.
"La junta está creando la atmósfera política necesaria para mantener detenida a Aung San Suu Kyi", dijo a IPS Bo Hla Tint, canciller del gobierno de la LND en el exilio, que funciona en Tailandia.
"Desde el principio, las autoridades justificaron su arresto en la necesidad de protegerla. Por lo tanto, la falla de seguridad corresponde a las autoridades. No tiene sentido que ahora acusen a Suu Kyi por no denunciar sobre el intruso estadounidense que entró a su casa", sostuvo Bo.
La imprudente peripecia de Yettaw socavó las esperanzas ante lo que parecía una inminente liberación de la líder de la LND, tanto dentro del movimiento prodemocrático en Birmania como entre sus simpatizantes en todo el mundo.
En todos ellos predomina un sentimiento de profundo desprecio hacia un hombre que dice ser veterano de la guerra de Vietnam (1965-1975), que supuestamente practica la religión mormona y que dijo a birmanos exiliados en Tailandia que estaba dedicado a escribir "un libro sobre el heroísmo basado sobre la fe".
"Se presentó como simpatizante de Aung San Suu Kyi. Se reunió con gente de organizaciones religiosas. No parecía serio", dijo Nyo Ohn Myint, a cargo del comité de relaciones exteriores de la LND que opera en territorio birmano, cerca de la frontera con Tailandia.
"Es posible que haya actuado por cuenta de la junta o que haya sido usado por ella, porque nos dijeron que un caballero birmano fue quien lo alentó a actuar así", agregó Nyo Ohn Myint. "Pensábamos que todo esto era un chiste, que este tipo nunca existió. Fue algo muy grotesco."
"¿Acaso John William Yettaw consideró las consecuencias de sus actos? ¿Acaso pensó por un minuto, aunque sea, que haría más mal que bien? Probablemente no", escribió Aung Zaw, director de la revista The Irrawaddy, publicada en Tailandia por birmanos en el exilio.
"Si el régimen buscaba una excusa para mantener detenida a Suu Kyi, Yettaw se la sirvió en bandeja", concluyó el periodista.