Protectora, señora espiritual, dueña de la fertilidad, representación de la Virgen María y la Casa Grande, son los significados que los pueblos indígenas de las culturas andinas y de llanuras de Bolivia otorgan a la Tierra, una veneración ahora reconocida por la ONU.
En la decisión de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de declarar el Día Internacional de la Madre Tierra, Pachamama en quechua y aymara, a propuesta del presidente de Bolivia, Evo Morales, se recoge la preocupación de los pueblos indígenas de esta región de América por la destrucción del planeta, la acelerada desaparición de bosques y fauna, y la contaminación del agua.
La celebración pretende que los gobiernos de todo el mundo, los organismos internacionales y el resto del sistema intergubernamental se dediquen cada 22 de abril a crear conciencia de los retos que tiene la humanidad para preservar la salud del planeta, dijo el presidente de la Asamblea General del foro mundial, el nicaragüense Miguel DEscoto.
La propuesta de Morales, de la etnia aymara, tiene origen en las ancestrales costumbres de los pueblos indígenas, firmes creyentes en las bondades de la tierra y convencidos de vivir en armonía con la naturaleza.
Estos principios culturales han caracterizado al gobierno izquierdista de Morales, como se ve en las medidas aplicadas para recuperar los beneficios de la explotación de los hidrocarburos, y para el bienestar colectivo, y proclamar como bienes no privatizables al agua y otros recursos naturales.
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La declaración de la ONU "es un reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas sustentan nuestras vidas. También realza nuestras responsabilidades de promover la armonía con la naturaleza", sostuvo DEscoto.
Pero el pronunciamiento encierra también significados políticos como los expresados por el embajador boliviano en la ONU, Pablo Solón, quien reclama un compromiso de todas las naciones para evitar a la Tierra "los daños de un capitalismo salvaje que sólo ve ganancias y no mide los impactos".
Solón destacó el contenido de la nueva Constitución boliviana, en vigor desde febrero, que en su artículo 20 reconoce a toda persona el derecho al acceso universal y equitativo a los servicios básicos de agua potable, alcantarillado, electricidad, gas domiciliario, postal y telecomunicaciones.
Pero la Madre Tierra, conocida por quechuas y aymaras como Pachamama, encierra otros significados desde la visión tradicional de pueblos antiguos
El antropólogo aymara Ángel Yujra explicó a IPS que la palabra Pachamama viene de dos vocablos aymara y quechua.
Pacha con su significado de tiempo, espacio y representación del todo, y Mama es la representación de la categoría superior entre las mujeres, el más alto cargo espiritual, político y de autoridad dentro de una cultura o confederación de naciones.
Ambas palabras unidas representan a la señora con gran autoridad que maneja un espacio territorial como Tiahuanacu o el Tahuantinsuyo, relata Yujra.
Tiahuanacu es una antigua civilización localizada en la altiplanicie que rodea al lago Titicaca, al oeste de La Paz, y se estima que alcanzó su mayor desarrollo alrededor de 2.000 años antes de Cristo, mientras que el Tahuantinsuyo se erigió como el mayor imperio incaico en el 1200 después de Cristo.
El Tahuantinsuyo abarcó una amplísima área sudamericana y que hoy comprende a las franja costeras del norte de Chile, Perú y Ecuador, y las zonas por donde se extiende la cordillera de los Andes en Argentina y Bolivia, sobre una superficie aproximada de tres millones de kilómetros cuadrados.
Según Yujra, el concepto de Pachamama es equivalente a una señora del cosmos de las culturas de los pueblos del sur, hoy conocidas como América Latina.
En las zonas de llanuras cálidas y bosques ricos en flora y fauna, la Madre Tierra es la Casa Grande que guarda el bosque, el agua, los animales y la naturaleza en su conjunto, expresó a IPS el director de Tierras del ministerio del sector, Bienvenido Zacu.
La cultura guaraní, a la cual pertenece Zacu, denomina a la tierra como "Ñandereta".
Los pueblos guarayos, chiquitanos, mojeños y también los guaraníes rinden un culto permanente a la tierra y, como explica Zacu, antes de cazar o pescar, los indígenas de la zona hablan con la naturaleza a manera de un pedido de licencia para obtener los frutos de sus entrañas.
"No se puede entrar disparando una escopeta al bosque. Hay que pedir permiso con mucha fe para cazar animales silvestres", explicó.
Los ritos aymaras consideran a la Pachamama como la protectora de todos los nacidos en los pueblos del Sur, y su nombre se asocia a las sociedades agrícolas desarrolladas antiguamente en los pisos ecológicos que comprenden desde la costa, la puna, el altiplano, los valles y la amazonia, sostiene Yujra.
La Pachamama es considerada la señora de la fertilidad y su evocación es permanente en tiempos de siembra y cosecha en una sociedad agrícola que valora en alto grado el alimento producido por la tierra, según el antropólogo.
En agradecimiento a la abundante cosecha o para pedir un año con un clima favorable para la producción agrícola, los indígenas andinos realizan un tributo en mayo y agosto.
Las ofrendas consisten en hierbas elegidas para rituales, dulces, papeles de colores, grasa animal y fetos de llama que se depositan sobre una hoguera a manera de un plato de comida para pedir o agradecer a la Pachamama, describe el antropólogo aymara.
Otra época en que se agradece a la diosa Tierra es la temporada de lluvias denominada antiguamente Anata, y ahora conocida como carnaval, un tiempo en que los cultivos están florecientes.
Tras la colonización española, los pueblos indígenas asociaron a la Pachamama con la Virgen María, una costumbre conservada hasta hoy. Yujra indica que ello obedeció a un intento de los jesuitas, principales misiones católicos, por evangelizar a los pueblos nativos y reemplazar a sus dioses y costumbres por la cultura cristiana europea.
El culto a la Madre Tierra no se ha debilitado en 300 años de coloniaje y la incorporación de la religión católica en los pueblos indígenas ha concluido en un proceso de interculturalidad, donde se comparten patrones culturales a manera de un intercambio de productos espirituales y materiales, afirmó.
Yujra asegura que a la luz de la nueva Constitución aprobada a instancias del gobierno de Morales, que reconoce los valores culturales de los pueblos indígenas, muchos sacerdotes aymaras dirigen sus pasos a restaurar espacios rituales sagrados, a los espíritus antiguos y al mismo culto a la Pachamama.