TAILANDIA: Año nuevo en medio de las balas

La población de Bangkok suele usar baldes y pistolas de plástico para festejar el Año Nuevo tailandés (Songkran) con guerras de agua callejeras. Pero este lunes la guerra fue entre manifestantes opositores inermes y soldados con rifles automáticos.

Soldados vigilan el palacio del rey Bhumibol para impedir que los manifestantes se acerquen. Crédito: Marwaan Macan-Markar/IPS Los uniformados dispararon cientos de veces al aire y luego hacia la multitud para obligarla a retroceder. Los manifestantes, vestidos de camiseta roja, respondieron con cócteles Molotov y otras bombas incendiarias. Corría la mañana del lunes en el área capitalina de Din Daeng.

La batalla duró horas. Setenta y cuatro personas resultaron heridas, algunas de bala. El Frente Democrático Unido contra la Dictadura (FDUD), que convocó las manifestaciones, afirmó que al menos dos activistas murieron. El gobierno del primer ministro Abhisit Vejjajiva rechazó esos reportes.

El choque en Din Daeng fue apenas uno entre muchos registrados en todo Bangkok a lo largo de la jornada. Enfurecidos "camisetas rojas" fijaron piquetes en importantes cruces de avenidas, prendiendo fuego neumáticos y autobuses vacíos.

El gobierno tomó medidas enérgicas para recuperar las calles de Bangkok y cinco provincias vecinas y reafirmar la vigencia de las leyes de emergencia, que, entre otras cosas, prohíben que más de cinco personas estén o caminen juntas por en la vía pública.
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Eso enojó aun más a los camisetas rojas, que se reunieron de a cientos. La retórica del FDUD contribuye a encender la actitud desafiante de miles de opositores, aludiendo a una "marea roja" que empujará a Tailandia al umbral de una "revolución en beneficio de los pobres".

Este movimiento opositor recoge la mayoría de sus adhesiones de los sectores más aquejados por la pobreza, tanto en las ciudades como en áreas rurales.

"Si nos reprimen, ése será el comienzo de una guerra popular", dijo Jakrapob Penkair, del FDUD. "Esto no es una guerra civil, una guerra entre iguales, con todos portando armas, sin que se sepa quién ganará. Ésta es una guerra de los que nada tienen."

"Hay más camisetas rojas en el país. Aquellos que quieren reprimir deberían saberlo", agregó Penkair ante los periodistas reunidos frente a la Casa de Gobierno en Bangkok, donde miles de manifestantes se han concentrado desde fines de marzo para atacar al gobierno conservador.

"Los camisetas rojas se están convirtiendo en el mayor movimiento político de la historia de Tailandia", dijo Jaran Ditapichai, activista de derechos humanos que apoya al FDUD. "Hay protestas en más de 30 provincias."

"La gente quiere una revolución", agregó.

El enfrentamiento entre los camisetas rojas y las fuerzas de seguridad de este lunes se registró dos días después de que las protestas opositoras irrumpieron en el poblado turístico de Pattaya, obligando a suspender la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y de Asia oriental.

La ira popular se acumula desde el último golpe de Estado que dieron las fuerzas armadas, en septiembre de 2006, el número 18 en la historia independiente de Tailandia.

El entonces depuesto primer ministro Thaksin Shinawatra había liderado su partido hacia dos contundentes victorias electorales, en 2001 y 2005.

Thaksin vive hoy en el exilio para eludir el arresto por violar leyes contra conflictos de intereses y contra la corrupción. A pesar de las acusaciones, cuenta con un gran apoyo entre los pobres que constituyen la espina dorsal del movimiento de los camisetas rojas.

La lealtad se alimenta con las políticas a favor de los pobres que implementó durante sus cinco años y medio en el gobierno.

El quiebre político que provocó el golpe de Estado puso de un lado a los camisetas rojas y del otro a los monárquicos, las fuerzas armadas, las elites urbanas, los burócratas conservadores y al Partido Demócrata de Abhisit, que conduce la actual coalición de gobierno.

El gobierno de Abhisit es considerado por los dirigentes del FDUD como un títere de las fuerzas armadas, que lo asistieron presionando a parlamentarios para que lo apoyaran desde sus escaños.

La compra de lealtades de parlamentarios permitió la formación del actual gobierno, luego de que un fallo judicial desbandó uno integrado por dirigentes leales a Thaksin.

La Corte Constitucional proscribió en diciembre pasado al Partido del Poder Popular, hasta entonces en el gobierno y elegido en las urnas en diciembre de 2007, y a 37 de sus dirigentes, incluido el primer ministro Somchai Wongsawat.

"En 1992 teníamos una dictadura militar lisa y llana. Lo que tenemos ahora es una dictadura oculta", dijo un manifestante que se identificó como Surapan, de 61 años, procedente del nordeste rural. "Salí a las calles par que haya democracia. Necesitamos elecciones."

"Abhisit debe renunciar y disolver el parlamento. Ésas son nuestras demandas", agregó.

"Quiero que este gobierno se vaya, porque no lo eligió el pueblo", dijo otro camiseta roja. "El ejército está detrás. No es un gobierno tailandés."

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