SALUD-IRAQ: Los ciber-herederos de Freud

Un iraquí de 25 años sobrevivió a un ataque contra la empresa de transporte para la que trabajaba en Bagdad. Nunca pudo admitir ante nadie el dolor que aun hoy sufre por esa causa, hasta que se sometió a tratamiento psicoanalítico… a través de Internet.

"Oh, querido Señor, lo que estoy pasando", escribió hace varios meses. "¿Volveré a ver a mi familia? A veces incluso veo mi propio cadáver, yaciendo en alguna parte. E imagino el dolor que mi muerte causará a quienes más amo."

Éste es apenas uno de alrededor de 300 iraquíes, la mayoría jóvenes, que en el último año iniciaron tratamiento psicológico a través del Centro para el Tratamiento de las Víctimas de la Tortura (BZFO, por sus siglas en alemán), que opera desde Berlín.

El BZFO fue fundado en 1992, y su proyecto de terapia en línea para los iraquíes comenzó en la primavera boreal de 2008.

La psicoterapeuta Christine Knaevelsrud, directora de investigaciones del Centro, dijo a IPS que la primera fase del tratamiento es la más delicada. "Los pacientes deben describir exhaustivamente las experiencias que quieren reprimir más y anotarlas sin parar", explicó.
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"En esta etapa, la mayoría de la gente quiere dejar la terapia", agregó.

Los terapeutas insisten en que la confrontación con la experiencia traumatizante es indispensable para superarla y aprender a vivir con ella.

En el caso del joven sobreviviente, fue el puro terror del ataque, el arma que uno de los agresores colocó en su sien, las ejecuciones que presenció, las golpizas que sufrió mientras estaba detenido.

Knaevelsrud señaló que ya el estilo visual de la escritura presenta un panorama. "El tamaño de las letras y la manera como distribuyen las palabras en la página a veces me hacen sentir un llanto saliendo de mi computadora", dijo.

Tras varios meses de terapia, el joven asegura estar mejor. Sus temores y su vértigo se redujeron, e incluso puede dormir bien. Hacia el fin del tratamiento, "la bala que no te mata te hace más fuerte", escribió.

El estilo que utilizó para redactar su última carta fue muy diferente al de la primera, destacó Knaevelsrud.

"Está mejor estructurada que sus correos iniciales. Los pensamientos son más claros y sugieren una calma interior", observó.

Los iraquíes que siguen el tratamiento en Internet han sido víctimas de la violencia o testigos de atentado, secuestro, violación y simulacro de ejecución.

Sentados en Berlín, una decena de psicólogos se comunican con ellos para buscar maneras de hacer frente a su angustia.

"Casi la mitad de nuestros pacientes son mujeres. La mayoría de nuestro personal en Berlín es femenino. Ellas pueden establecer en mejores condiciones una relación de confianza con las iraquíes víctimas de violación y de otras formas de violencia sexual", señaló Knaevelsrud.

Algunos de los profesionales que trabajan desde Berlín son musulmanes y hablan árabe, lo que facilita la comunicación. Los psicólogos occidentales usan traductores.

Además, "tenemos cooperación con psicólogos en Siria, Egipto, Dubai e Iraq, y con colegas de origen árabe que viven en Europa", dijo Knaevelsrud.

El Centro tiene dos clínicas físicas en el Kurdistán iraquí, en las nororientales ciudades de Kirkuk y Sulaimaniya. Una tercera está por abrirse en Arbil, en la misma región.

"La mayoría de los pacientes de esos centros son mujeres y niños", dijo Knaevelsrud.

Todavía no se considera viable abrir una clínica en Bagdad. "Ningún colega querría ir allí. Es demasiado peligroso", añadió.

La terapia por Internet, desarrollada a comienzos de los años 90 en Holanda, se aplica ahora en numerosas ciudades, especialmente de Escandinavia, Australia y Estados Unidos.

"Todavía se la ve con mucho escepticismo, porque la 'sacrosanta' relación entre psicoanalista y paciente parece no existir. Pero el vínculo está ahí", dijo Knaevelsrud. "En realidad, dado el anonimato, la terapia en línea ayuda a muchos a superar la inhibición que dificulta la admisión del trauma psicológico."

"Para las víctimas de violación y otras formas de violencia sexual, la confidencialidad extrema asociada con esta forma de terapia constituye una ventaja real", opinó.

El tratamiento a través de la red de redes también puede ayudar a superar obstáculos como los originados en el sentido del orgullo y el honor.

"Muchos traumados por el tipo de violencia que prevalece en Iraq tienden a responsabilizarse de su desesperación", explicó Knaevelsrud.

"Para esas personas, narrar los incidentes que provocaron el traumas es extremadamente difícil. El anonimato de nuestro programa facilita el proceso", agregó.

En cualquier caso, los iraquíes que acceden al servicio no tienen alternativa. "La mayoría de los psicólogos iraquíes se fueron del país hace tiempo", dijo Knaevelsrud.

Antes de que iniciar la terapia, el paciente debe responder a un cuestionario en procura de aclarar la naturaleza del trauma.

Luego el paciente debe escribir 10 mensajes y enviarlos por correo electrónico siguiendo un programa fijado por el terapeuta, en los que debe describir sus problemas. Cada uno debe redactarse en un plazo de 45 minutos.

El objetivo es "facilitar y forzar al paciente a manifestarse, a describir su problema. El marco ayuda a los pacientes a ser eficientes en la superación de su temor a perder la dignidad, y en la aceptación del trauma", dijo Knaevelsrud.

Pero el método sin dudas tiene limitaciones. Por un lado, pocos iraquíes tienen acceso a una computadora y a Internet en sus hogares.

Los cibercafés raramente brindan la privacidad necesaria para semejante tratamiento. Y la cantidad de pacientes que el BZFO puede tratar es minúscula comparada con la de quienes lo necesitan.

"Nuestro método es mejor que no hacer nada por el pueblo iraquí. Tampoco podemos negar la creciente presencia de las telecomunicaciones modernas en sociedades que enfrentan crisis tan violentas como la de Iraq", agregó Knaevelsrud.

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