LIBROS-CHINA: La infelicidad que viene de afuera o de adentro

Un libro que lleva el intrigante título «China no está feliz» detalla los supuestos abusos extranjeros que soporta la nación más populosa del mundo. Pero desató, además, una ola de quejas del público hacia el propio gobierno nacional.

"En apariencia, es un libro sobre patriotismo", anotó en un comentario para el diario Southern Weekend Chang Ping. "Pero a China no le sirve que se revelen sus problemas para resolverlos. El autor quiere que China logre el éxito mediante el odio a otros países y castigando a los chinos a quienes les gustan esos otros países."

"¿Acaso los chinos pueden ser felices?", se preguntó Chang. "Sus hijos beben leche envenenada y sufren piedras en los riñones. Los hombres bajan a los abismos en busca de carbón y terminan enterrados ahí. Quienes firman peticiones son enviados a hospitales psiquiátricos. Mientras, hasta los cigarrillos cuestan una fortuna."

Entre los que defienden al libro figuran algunos simpatizantes del gobierno. La veterana periodista Xiong Lei, hoy integrante del consejo de la Sociedad para el Estudio de los Derechos Humanos, interpretó el libro como expresión de la infelicidad de China ante el injusto orden mundial actual.

"Por cierto que la gente tiene derecho a estar insatisfecha con tales inequidades", escribió Xiong en el gubernamental Diario del Pueblo. "También es comprensible que algunas personas demanden reformar los sistemas económicos y políticos vigentes en nuestra aldea global."
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"El único valor de 'China no está feliz' radica en su título", replicó Song Shinan, blogger radicada en la provincia de Sichuan, donde un terremoto enterró el año pasado a miles de niños en escuelas mal construidas.

"Las 340.000 palabras del libro deberían ser removidas y reemplazadas con las cuatro del título, con las que inevitablemente estarán de acuerdo la absoluta mayoría de los chinos", agregó.

Song enumeró a continuación una lista de grupos sociales "no felices": niños traficados como esclavos, presos asesinados en la tortura, trabajadores migrantes desempleados, universitarios desempleados, intelectuales acusados en los estrados por expresarse y "todos los chinos que lloran cada noche en silencio porque fueron humillados o heridos".

El Partido Comunista, en el poder desde 1949, es objeto de acusaciones por no atacar la corrupción rampante y la disparidad de ingresos. La muerte de niños en Sichuan por el terremoto y en todo el país por la comercialización de leche contaminada contribuyó a encender los ánimos.

Los autores de "China no está feliz" muestran enojo ante problemas internos, pero sus mayores críticas se refieren al mundo exterior y hacia lo que consideran un tratamiento injusto hacia su país por parte de la comunidad internacional.

El volumen reúne una serie de ensayos, escritos por un grupo de intelectuales y académicos que se arrogan la representatividad de un enfurecido público chino, el cual trata infructuosamente, según ellos, de criticar al gobierno y elevar sus reclamos.

Este libre refleja los obstáculos por los que debió pasar este país en el año en que Beijing fue sede de los Juegos Olímpicos.

Las protestas del año pasado, iniciadas en el Tíbet, reflejan, según los autores, el desdén de los extranjeros hacia China y el "asedio estratégico" por parte del mundo occidental.

China "no debe permitir que Washington secuestre al mundo", dijo Liu Yang, uno de los autores, quien cuestionó a los reformistas chinos por "seguir ciegamente el modelo estadounidense" en lugar de promover un camino propio.

"Estos esclavos de los extranjeros no sólo transformaron la economía china en un apéndice de Estados Unidos. También se han vuelto subordinados de ese país", añadió,

No obstante, otro de los autores, Song Qiang, consideró que China debe "contener la espada", pues esa es la única manera de construir una nación fuerte.

Una de las misiones nacionales es proteger con valentía la seguridad internacional, con el fin de "allanar el camino hacia ser una superpotencia", según Song.

Lo que une los distintos textos del libro es cierto nacionalismo contrariado, la propuesta de elevar la influencia de China en el exterior y el rechazo de cualquier prédica intelectual que distraiga al gobierno de alcanzar la gran meta: ser una superpotencia mundial.

Infelices o no, los autores no están, por cierto, disgustados con las ventas de libro: ya va por la octava edición desde su publicación a mediados de marzo, con una venta total de medio millón de ejemplares.

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