La Cumbre de las Américas anticipó en Trinidad y Tobago la posibilidad de un avance histórico en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero expertos en Washington dudan de su concreción.
La incertidumbre se refiere a la preparación del gobierno del presidente estadounidense Barack Obama para dar más pasos unilaterales hacia el fin del embargo comercial que su país impone a Cuba desde hace 47 años y normalizar las relaciones.
La alternativa para Obama es insistir en que La Habana tome medidas en respuesta a las anunciadas por Washington horas antes de la cumbre, que se celebró los días 17, 18 y 19.
"El liderazgo cubano es ambivalente sobre la posibilidad de tratar con Estados Unidos. No está preparado para hacer concesiones hacia una mayor normalización", dijo Daniel Erikson, experto en cuestiones de la isla en la organización académica Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
"Parece que el gobierno de Obama todavía cree que debe seguir dando pasos a la espera de respuestas positivas", agregó Erikson, quien el año pasado publicó un relato de las relaciones entre ambos países titulado "The Cuba Wars" ("Las guerras de Cuba").
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La mayoría de los analistas en Estados Unidos creen que el debate sobre Cuba cambió decisivamente: hoy parecen predominar quienes creen que la política de aislamiento no logró los objetivos esperados.
Buena parte de los principales centros de estudios especializados en política internacional —como el Consejo de Relaciones Exteriores y la Institución Brookings— propusieron el año pasado el levantamiento del embargo, aunque más no fuera que para mejorar las relaciones con otros países latinoamericanos y caribeños.
Pero también figuras del hoy opositor Partido Republicano, como el ex presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Richard Lugar, mostraron las mismas ideas.
Y también por una serie de encuestas en la comunidad cubano-estadounidenses —históricamente la más acérrima opositora a la normalización— muestra un marcado viraje de opinión.
Tres de cada cuatro cubano-estadounidenses entrevistados en diciembre en el condado de Miami-Dade, tradicional bastión anticastrista en el sudoriental estado de Florida, opinaron que el embargo no había funcionado en absoluto.
Un porcentaje aún mayor dijo estar a favor de conversaciones directas entre Washington y La Habana sobre asuntos de interés bilateral.
Otra encuesta realizada entre cubano-estadounidenses de todo el país, difundida el lunes por la misma firma, Bendixen & Associates, reveló que dos de cada tres consultados creían que a todos los ciudadanos de este país se les debería permitir viajar a la isla.
La evidencia de un cambio de opinión sobre el vínculo entre Estados Unidos y Cuba también quedó expuesta el miércoles, cuando la Institución Brookings presentó un informe elaborado por un equipo de 19 expertos, entre ellos una amplia gama de cubano-estadounidenses que exigían una "política de compromiso crítico y constructivo" con La Habana.
El copresidente del equipo y vicepresidente de la Institución Brookings, Carlos Pascual, él mismo de origen cubano, destacó que las últimas encuestas muestran un "cambio radical" en los puntos de vista de esa comunidad, y sugirió que el gobierno de Obama aproveche tal circunstancia.
"Nuestro pueblo mira a este nuevo gobierno con la mayor expectativa", declaró Francisco "Pepe" Hernández, veterano de la invasión a Bahía de Cochinos (1961) y presidente de La Fundación Nacional Cubano-Americana.
En los años 90, esa entidad lideró la campaña para intensificar el embargo a Cuba, con la esperanza de derrocar al gobierno comunista tras el colapso de la Unión Soviética, su principal respaldo económico.
Aunque la Fundación aún no se pronunció por el fin del embargo, hace dos semanas llamó a levantar las restricciones al intercambio cultural, entre otros, y a reanudar las reuniones bilaterales regulares sobre migraciones y otros asuntos.
Pero, a pesar del amplio consenso sobre el fracaso del embargo, Obama ha procedido con cautela hasta ahora. De hecho, avanzó más de lo que esperaban muchos de sus partidarios y asesores.
En vísperas de la cumbre, cumplió su promesa electoral de levantar las restricciones a los viajes de los estadounidenses de origen cubano a la isla y a las remesas de dinero que envían a sus familiares allí.
También anunció que permitirá a empresas estadounidenses de telecomunicaciones brindar servicios en Cuba sin restricciones.
En la propia cumbre, Obama declaró que buscaba "un nuevo comienzo con Cuba", y que está dispuesto a discutir con sus contrapartes "en una amplia gama de temas: desde derechos humanos, libre expresión y reforma democrática hasta drogas, migraciones y cuestiones económicas".
Sin embargo, sigue sin estar claro si Obama está preparado para dar esos pasos —y cuáles entre ellos— en caso de que Cuba no responda positivamente.
Los propios "altos funcionarios del gobierno" que informaron a la prensa en la cumbre parecían inseguros. Por un lado, decían que "la pelota está en la cancha de Cuba". Por el otro, consideraron posible que Washington tome nuevas medidas unilaterales, independientemente de la respuesta de La Habana.
La mayoría de los analistas creen que, si Obama insiste en lograr cierta reciprocidad, el proceso casi seguramente se estancará.
"Si el gobierno dice: Ahora es el turno de los cubanos, y tienen que poner fin al impuesto a las remesas o liberar a los prisioneros políticos, eso será un fracaso", según Geoff Thale, experto cuestiones cubanas en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
"Los cubanos han dejado muy claro que no responderán a gestos humanitarios solamente, y eso es básicamente todo lo que Obama ha hecho hasta ahora, además de dar un lindo discurso", señaló.
"La posición cubana es que el embargo es problema de Estados Unidos, y que si Estados Unidos quiere levantarlo debería hacerlo, sin esperar que los cubanos hagan concesiones para que eso ocurra", dijo Erikson a IPS.
William LeoGrande, experto de la American University que integró el equipo de la Institución Brookings, declaró a IPS que si Cuba "no responde y dice no queremos tener nada que ver con eso, a Obama se le volverá más difícil avanzar, porque eso sugeriría que los cubanos no están interesados en cooperar".
Los tres analistas sostuvieron que el gobierno probablemente revoque las restricciones impuestas por el ex presidente George W. Bush (2001-2009) en materia de viajes culturales y educativos a Cuba, y que seguirá adelante en el frente diplomático.
En ese sentido, intentaría reanudar las negociaciones bilaterales sobre migraciones y otros asuntos citados por Obama en su discurso de Trinidad y Tobago.
Antes de la cumbre, el presidente cubano Raúl Castro dijo estar dispuesto a comprometerse diplomáticamente en cualquiera de esos debates. Pero su hermano y antecesor, Fidel Castro, enfatizó luego que la oferta había sido "malentendida".
En su informe, los expertos de la Institución Brookings llamaron a Obama a continuar con la normalización mediante una serie de iniciativas de corto, mediano y largo plazo que culminen en relaciones diplomáticas plenas, y que incluyan un acuerdo sobre el restablecimiento de la soberanía cubana sobre la bahía de Guantánamo, independientemente de la respuesta de La Habana.