EDUCACIÓN-BRASIL: Empantanada ley de cuota racial universitaria

Claudio Fernández puede estudiar abogacía gracias al sistema de cuotas raciales de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ). Un proyecto de ley para ampliar el mecanismo a todos los centros de enseñanza pública superior del país está empantanado en el Senado.

"Las cuotas me ayudaron a invertir esa lógica según la cual el hijo de una empleada doméstica que tiene cuatro hijos más, como lo soy yo, no puede ni pensar en ingresar a una universidad pública, y menos en una carrera como derecho", dijo a Fernández a IPS.

Claudio, estudiante de derecho de la UERJ, es pobre como el 67 por ciento de negros del país.

La enseñanza básica pública no suele ofrecer en Brasil una buena base para continuar estudios superiores. Por otra parte, los cursos privados para el examen de ingreso a la universidad son muy caros.

La mayoría de quienes acceden a las universidades públicas brasileñas pertenecen, paradójicamente, a las clases media y alta.
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La ley denominada "cuotas para negros e indígenas de la red pública en escuelas técnicas y en universidades federales", impulsada por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, procura corregir esos desequilibrios, que luego se trasladan a los mercados laboral y profesional.

La iniciativa reserva 50 por ciento de los ingresos universitarios a estudiantes de la enseñanza pública, la mitad de los cuales deberán proceder familias con una renta mensual de 1,5 salarios mínimos, el equivalente a unos 313 dólares.

A su vez, las cuotas por raza se determinarían proporcionalmente en cada estado del país y de acuerdo con los censos del oficial Instituto Brasileño de Estadística.

Por ejemplo, en un estado como nororiental de Bahía, donde la mayoría de la población es negra, la proporción sería mayor, y menor en otros como el meridional de Santa Catarina.

Pero la iniciativa, aprobada por la Cámara de Diputados el 20 de noviembre —Día de la Conciencia Negra en Brasil—, esta empantanada en la Comisión de Constitución y Justicia del Senado.

Entrevistado telefónicamente por IPS desde Brasilia, donde este jueves se realizó una manifestación frente al Senado para exigir la aprobación de la ley, Daniel Cara, coordinador de la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación, dijo que el proceso de sanción "es lento tomando en cuenta la importancia" del proyecto.

Cara teme que si la Comisión no vota la iniciativa antes de junio, la aprobación se postergará incluso hasta el 2011, debido a las campañas electorales que se interpondrán.

El proyecto debería pasar también por las comisiones de Educación y de Derechos Humanos antes de pasar al plenario del Senado.

Según Cara, la importancia de las cuotas radica en el hecho de que en Brasil existe una "segregación no oficial pero sutil, con efectos perversos".

El activista atribuyó la resistencia a aprobar la iniciativa a que la sociedad tiene "dificultades en admitir que existe segregación racial en el país.

La movilización de este jueves fue convocada por el Comité Brasileño en Defensa de la Aprobación del proyecto, y contó con la presencia de representantes de centrales sindicales, de la sociedad civil y de legisladores favorables.

De las 39 universidades federales de Brasil, 20 ya implementaron un sistema de cuotas por su propia iniciativa.

El desempeño de los alumnos con cuotas es bueno, igual e incluso superior que el resto de los estudiantes, aseguró Cara, quien mencionó estudios sobre la experiencia de casi cinco años realizados por la Secretaria de Promoción de la Igualdad Racial del gobierno y por la Asociación de Docentes de São Paulo.

Para que "el retorno sea positivo", es preciso que cada institución establezca sus propias políticas de apoyo a los alumnos que ingresan gracias a las cuotas, tanto financieramente —con becas, por ejemplo— como con medidas psicopedagógicas.

Los resultados "son bastante positivos en términos de justicia social, en un país cuya población negra e indígena tiene difícil acceso a sus derechos mas básicos", opinó.

Cara citó un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) según el cual apenas 6,1 por ciento de la población negra de Brasil de entre 18 y 24 años va a la universidad.

"Si no se establecen políticas compensatorias, millones de estudiantes brasileños no tendrán posibilidades de ingresar a una universidad de calidad", consideró.

Según el experto, el sistema "no perjudica el desempeño académico general y garantiza un proyecto de vida y una practica social más justa" para los beneficiados.

Para los detractores de la iniciativa, las cuotas constituyen "una forma de racismo al revés". Pero esos argumentos, advirtió Cara, son propios de quien "no vive la realidad cotidiana del país y no sienten diariamente el prejuicio racial".

Por ejemplo, destacó, la violencia policial "es incomparablemente" más grave contra los negros que contra los blancos, destacó.

Más de la mitad de los habitantes de Brasil se definen en los censos como negros o "pardos" (mestizos).

De ser aprobado, el mecanismo de cuotas durará inicialmente 10 años, tras los cuales se lo evaluará.

El año pasado, 113 intelectuales, académicos y artistas se pronunciaron contra las cuotas por considerar que eran discriminatorias en detrimento de los estudiantes pobres y no negros.

La antropóloga Ivonne Maggie, entre otros expertos, consideraron entonces que este tipo de leyes son adecuadas para sociedades que nacieron segregadas y no para Brasil.

La académica admitió que en Brasil hay racismo, pero, según ella, lo que realmente limita el acceso a la educación superior son las diferencias de renta y no de color.

Cara replicó que los criterios socioeconómicos considerados en el proyecto en trámite en el Senado resuelven ese problema.

El gobierno considera que las cuotas son necesarias al menos transitoriamente, mientras paralelamente se toman otras medidas, como la mejora de la enseñanza básica.

El ministro de Políticas de Igualdad Racial, Edson Santos, que como negro sufrió en carne propia los efectos del racismo, suele da un ejemplo ilustrativo.

"Hay un grupo que dice que el problema de Brasil es social y no racial, pero si uno ve la pirámide social de Brasil, la población negra está en la base", ejemplifica.

José Vicente, director de Unipalmares de en São Paulo, definida como la "primera universidad para negros del país", admitió que las cuotas pueden no ser la mejor de las herramientas.

"Pero es la única que tenemos y mientras no tengamos otra tenemos que mantenerla. Si no, estaremos los próximos 500 años buscando otras para dar una respuesta", dijo Vicente.

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