ECONOMÍA: Una pausa para el café

El otrora presidente costarricense Rodrigo Carazo (1978-1982) argumentaba que, en caso de recesión mundial, economías como la de su país, apoyadas en exportaciones de lo que llamaba «postres» (banano y café), sufrirían los mayores embates, pues esos productos son los primeros que la población en aprietos deja de consumir.

Caficultores guatemaltecos. Crédito: Gentileza Anacafé
Caficultores guatemaltecos. Crédito: Gentileza Anacafé
La crisis económica ha llegado y con una intensidad que tal vez el propio Carazo no hubiera sospechado. Sin embargo, el café ha mostrado un desempeño singular y se mantiene como uno de los productos básicos menos afectados en los mercados internacionales.

Este sector afronta la coyuntura basado en unos fundamentos favorables, describió a IPS el director ejecutivo de la Organización Internacional del Café (OIC), el colombiano Néstor Osorio.

El consumo mundial ha sido muy dinámico en los últimos años, con un crecimiento anual promedio de entre dos y 2,5 por ciento, lo que equivale a unos dos millones de sacos extras cada año.

Inclusive, también aumenta el consumo en los países productores, una tendencia estimulada desde la OIC, la entidad intergubernamental con sede en Londres que agrupa a estados productores y consumidores.
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El primer análisis efectuado por la OIC sobre el efecto de la crisis económica en el sector arroja la conclusión de que el consumo de café no debería sufrir mucho, reveló Osorio. Tal vez se sienta un poco en el área de los cafés especiales, que se comercian en bocas de expendio de locales lujosos de grandes ciudades, indicó.

Ese café de locales selectos ha estado sobrevaluado durante mucho tiempo, pero aparentemente algunas de esas empresas están reflexionando sobre sus anteriores políticas, agregó.

Lo que no comparte Osorio es la tipificación metafórica del café como un "postre". La taza de café es un consumo alimentario arraigado en la familias, sostiene.

La misma visión tiene Christian Meeus, jefe de relaciones internacionales de Efico, una compañía internacional que comercializa café de todas las procedencias desde sus oficinas y almacenes del puerto belga de Amberes.

No voy a decir que el ex presidente costarricense estaba equivocado, pero entiendo que para mí, por suerte, el café no es un postre, expuso Meeus a IPS. Forma parte de la alimentación cotidiana de la gente, insistió.

"Y es por esa razón que el consumo de los productos básicos alimentarios, entre los que incluyo al café, no están siendo tan afectados por la crisis actual", dedujo.

La particularidad del comportamiento del café en los mercados internacionales comenzó a advertirse en los primeros años de esta década, cuando los productos básicos, tanto los de la agricultura como los extractivos, se valorizaron hasta precios inéditos en más de 40 años.

En cambio durante ese mismo período, el café, que había atravesado una fase de auge entre 1994 y 2000, cayó en una depreciación profunda que desalentó la producción y las nuevas inversiones.

En consecuencia, decayó la oferta de los países africanos en alrededor de 20 por ciento, principalmente en los cafetales de Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Uganda y Angola.

Por esa época irrumpió Vietnam, un nuevo protagonista del mercado que reemplazó parcialmente a los africanos. Sin embargo, Vietnam, que desplazó a Colombia como segundo productor mundial, detrás de Brasil, padece problemas de falta de capacidad para procesar todo el grano que cosecha.

Ha hecho esfuerzos enormes para superar ese déficit, pero todavía sigue sin resolverlo, precisó Osorio.

La situación del sector fue crítica con una intensidad sin precedentes entre 2000 y 2005, cuando el nivel de los precios internacionales apenas alcanzaba a la mitad de los costos de producción, sintetizó el director de la OIC.

El fenómeno repercutió igualmente en América Central y México, donde unos 400.000 trabajadores cafetaleros abandonaron las áreas de cultivo para emigrar a Estados Unidos o a zonas urbanas de sus países.

La tendencia se invirtió a partir de 2004 con la recuperación de los precios del café que continuó hasta casi fines de 2008, cuando el resto de los productos básicos ya se encontraban en caída pronunciada a causa de la crisis financiera que apareció en Estados Unidos en agosto de 2007 y luego se extendió al mundo.

El efecto de la recesión se sintió en el café a partir de septiembre de 2008. Desde entonces el precio se redujo en cerca de 20 por ciento.

Sin embargo, Meeus estimó que es muy extraño lo que ocurre con el café porque "actualmente tenemos una demanda en aumento" y resulta que nuestro producto "no está directamente influenciado por la crisis".

La única dificultad que veo en las operaciones del sector es la escasa disponibilidad de créditos para las distintas actividades. Eso puede afectar en algo al café, dijo Meuss.

En contraste, los precios internacionales son relativamente buenos, dedujo el representante de Efico.

La libra (454 gramos) de café se cotiza actualmente entre 1,15 y 1,20 dólares.

El valor de 1,20 por libra es manejable para favorecer nuevas inversiones o plantaciones, estimó Osorio. Empero, niveles de precios entre 1,50 y 1,70 la libra podrían ser bien absorbidos por el mercado sin crear problemas de consumo, evaluó.

En cuanto a las perspectivas del abastecimiento del mercado, Osorio aceptó que con una demanda muy dinámica, como en el presente, este año puede presentarse un déficit de producción a causa del ciclo bienal de Brasil, en el cual este año corresponde una caída de la cosecha de ese país.

El aporte de Brasil varía entre 15 y 20 por ciento cada año a causa del ciclo de "estrés" de los árboles. Eso es normal en el primer productor mundial, es lo que ellos llaman "una queda", refirió el director de la OIC.

La producción anual en el mundo se eleva actualmente a unos 130 o 135 millones de sacos. El problema reside en que el consumo, que subió unos 25 millones de sacos en los últimos años, se ubica hoy en alrededor de 130 millones.

El cuadro se complica porque las reservas de los productores prácticamente han desaparecido. Hace unos 30 años, Brasil disponía de existencias almacenadas equivalentes a 75 por ciento del consumo del mundo en un año. Hoy no existen reservas en este país sudamericano. Y lo mismo pasa en todos los demás productores.

La única alternativa son las reservas en poder de los importadores, las que se encuentran en los puertos libres o en los almacenes de los torrefactores. Pero ese volumen apenas alcanza a 20 millones de sacos, precisó Osorio.

El jefe de la OIC estimó que el valor de las exportaciones embarcadas por los países productores del grano asciende actualmente a unos 15.000 millones de dólares por año. En cambio, el valor que ese producto obtiene en el mercado final se sextuplica hasta llegar a unos 90.000 millones de dólares.

Parece un robo el hecho de comprar un producto bien barato que al final llega a la taza muy caro, replicó Meuss ante la pregunta de IPS. Pero lo que no se explica es que el café vendido en la taza no solamente es el procesado; sería demasiado simple explicar así la situación, arguyó.

Hay que agregar costos de importación, financiamiento, transporte marítimo, seguro, bodegaje, torrefacción, empaque, entre otros. Además, en Europa por ejemplo, los costos laborales son muy altos. A eso se suman la comercialización y la distribución, todos factores que resultan en un precio muy elevado, concluyó.

Otro desafío que enfrenta el sector del café es la disyuntiva planteada acerca de la explotación de las tierras agrícolas que pueden destinarse a producción de alimentos o de bioenergía, recordó Osorio.

Las superficies cultivables y el agua disponible son objeto de disputa entre quienes las pretenden para obtener alimentos o para extraer energía. Las diferencias han menguado en algo ahora con la reducción del precio del petróleo, pero la cuestión sigue latente, reflexionó.

Este es un asunto de sustentabilidad que vale tanto para el cacao como para el café y las tierras dedicadas a esos cultivos, agregó. En áreas de países como Colombia o los centroamericanos, donde el café se cultiva en las montañas, existe una especie de protección.

Pero en zonas de África o de Brasil, la posibilidad de que el café resulte menos lucrativo que la producción de alimentos o de energía es una amenaza cierta para el sector, apuntó Osorio.

Este tema de la vocación agrícola de las tierras actualmente ocupadas por cafetales será debatido en la III Conferencia Mundial del Café, que la OIC celebrará en febrero de 2010 en Guatemala.

El examen de la situación en el mercado mundial del café, promovido por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), se realizó la segunda semana de este mes en la sede de esa institución en esta ciudad suiza.

El secretario general de la Unctad, Supachai Panitchpakdi, resaltó que el café proporciona ingresos en efectivo a las economías de subsistencia, provee de empleo rural a hombres y mujeres, y constituye un instrumento de reducción de la pobreza.

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