TRABAJO-MUJERES: Invisible e inconmensurable

El trabajo de las mujeres en el hogar sigue siendo, además de gratuito, «invisible e inconmensurable», advirtió el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon.

La mayoría de las tareas hogareñas, entre ellas la cocina, la limpieza y el cuidado de los miembros de la familia, son desempeñadas por mujeres que no reciben paga alguna por eso, recordó la ONU en un informe.

"En muchas regiones, el trabajo del hogar abarca la recolección de agua y de leña, e incluso el cultivo de alimentos y el cuidado de pequeños hatos de ganado", agrega el estudio, presentado ante la sesión anual de la Comisión de la ONU sobre el Estatuto de la Mujer.

En ese mismo estudio, de 20 páginas, Ban consideró que no se ha reconocido y avaluado la contribución de esta labor invisible al desarrollo social y económico, a pesar de que resulta esencial para la reproducción de la fuerza de trabajo y el bienestar de las sociedades.

También advirtió que la inequidad y la discriminación basadas sobre el género contribuyen con el persistente desequilibrio en la división del trabajo entre hombres y mujeres, y que perpetúan los estereotipos del "macho proveedor" y de "encargada de cuidar a la familia"
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"Como consecuencia, el potencial de mujeres y niñas para participar en la educación, la capacitación, el mercado laboral y la esfera pública se restringe", agregó.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) evaluó que la participación de las mujeres en el mercado laboral remunerado creció significativamente, hasta alcanzar 46,4 por ciento de la fuerza de trabajo mundial en 2007. Pero su parte en el trabajo en el hogar no pagado es desproporcionada.

Las mujeres tienden a trabajar muchas más horas por semana que los hombres, si se suman las labores remuneradas y no remuneradas, y tienen, como consecuencia, menos tiempo para el ocio y el sueño. A los hombres les insume más tiempo el trabajo remunerado, según la OIT.

El tiempo dedicado por las mujeres al trabajo no remunerado en el hogar más que duplica el de los hombres, concluyó el Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Social de la ONU tras analizar la situación en Argentina, Corea del Sur, India, Nicaragua, Sudáfrica y Tanzania para un estudio publicado el año pasado.

Más de la mitad de las latinoamericanas sin empleo de entre 20 y 24 años mencionaron las labores que desempeñan gratuitamente en el hogar como la principal razón por las que se excluyen del mercado laboral remunerado, según la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Los estudios especializados sugieren que la participación de los hombres en el trabajo hogareño avanza con lentitud, excepto en países como Canadá y Dinamarca.

Las autoridades canadienses han incluido en sus formularios de censo, desde 1996, preguntas sobre las tres áreas de trabajo no remunerado principales: el trabajo en el hogar, el cuidado de los niños y el de los ancianos.

"El secretario general (Ban) y yo estamos fuertemente comprometidos con la equidad de género, el empoderamiento de las mujeres y el importante trabajo de esta Comisión", dijo el lunes, en la apertura de la sesión de la conferencia en Nueva York, la subsecretaria general del foro mundial Asha-Rose Migiro.

La funcionaria aplaudió la determinación de la Comisión de concentrarse en sus dos semanas de sesión en que hombres y mujeres compartan por igual las responsabilidades, en especial el cuidado de niños, niñas y enfermos en el contexto de la pandemia de sida.

"El desequilibrio y la inequidad en el compartir las responsabilidades entre hombres y mujeres persiste en la esfera pública y en la privada, y también en el trabajo remunerado y no remunerado", dijo Migiro.

La mayoría del trabajo del hogar y del cuidado de familiares en los países industriales y en desarrollo es desempeñado por mujeres y niñas, alertó la funcionaria. Eso, añadió, restringe las oportunidades de empleo, educación, capacitación y de participación en la vida pública.

Esto sucede a pesar de que, según Migiro, los hombres están obligados a jugar un papel activo en sus familias, que, al igual que las comunidades y las sociedades, sufren las consecuencias de sus omisiones.

La pandemia de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) ilustra con claridad la necesidad de que muchos actores de la vida social —incluidos el Estado, el sector privado y la sociedad civil— participen en el cuidado de los más desvalidos.

Se trata, dijo, de una tarea urgente que requiere un enfoque exhaustivo.

"Debemos reconocer el trabajo no remunerado y el cuidado desempeñados en el hogar y a nivel de la comunidad, y valorar su contribución al desarrollo social y económico. Eso obliga a mejorar las mediciones de ese trabajo en las cuentas nacionales", enfatizó.

Pero, además, "debemos reducir la carga de tiempo y de esfuerzo que les insumen esas responsabilidades" a las mujeres, agregó Migiro.

Con este objetivo es preciso invertir en mejorar la calidad y la disponibilidad de servicios de cuidado de niños, ancianos, enfermos y discapacitados, así como el acceso al transporte, el agua potable, el saneamiento y la energía.

"También debemos atender las responsabilidades de mujeres y niñas en el cuidado en el hogar, dada la pandemia de sida, y encontrar mecanismos de fortalecer el papel de los hombres", dijo la funcionaria de la ONU.

"Además, debemos aprobar e implementar normas y políticas que promuevan la reconciliación del trabajo (remunerado) y las responsabilidades familiares, tanto para hombres como para mujeres", concluyó.

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