SALUD-KENIA: Escasez de fármacos, amenaza constante

En los centros de salud pública de Lugale, en el occidente de Kenia, la falta de medicamentos es tan común que la trabajadora comunitaria Florence Machai tiene que comprar ella misma grandes cantidades de calmantes para proveer a la población.

"Almaceno Panadols (calmantes) en mi casa para las personas (de la comunidad), porque cuando visitan la clínica local vuelven sin medicinas. No pueden darse el lujo de pagarlos", dijo Machai en un foro público de debate sobre la severa escasez de fármacos que afecta al sistema.

Onyango Wambia, trabajador comunitario dedicado a la salud en Maseno, en el occidental distrito de Kisumu, condenó la falta de medicamentos en los hospitales públicos y su elevado costo en los centros de atención privada.

"Donde yo trabajo, muchas personas mueren porque no pueden acceder a medicinas en dispensarios del gobierno, y al mismo tiempo no pueden afrontar el alto costo de los medicamentos en las farmacias privadas", señaló.

Wambia es diabético, y ha recurrido por sí mismo a una terapia alternativa en la que cada día mastica ocho clavos de olor, jengibre y ajo para controlar su nivel de azúcar en la sangre. Dijo que son amargos, pero baratos.
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En farmacias privadas, una dosis de medicamentos para la diabetes se vende a unos 24 dólares, suma considerablemente elevada en un país donde las estadísticas del gobierno indican que la mitad de la población vive con menos de un dólar por día.

"Si las medicinas convencionales estuvieran disponibles y fueran accesibles, volvería a tomarlas", señaló Wambia.

Aunque las autoridades intentaron brindar tratamiento gratuito y subsidiado en centros de salud, el frecuente agotamiento de las medicinas se ha convertido en una característica del sector.

Los más afectados por la crisis son los pobres y los habitantes de las áreas rurales.

Veronica Kalunde, quien brinda atención en su hogar a pacientes de Kibera, un tugurio de Nairobi, dijo que, como no hay medicinas en los centros públicos, las familias recurren al sector privado, donde los precios son significativamente más altos, lo que las obliga a llevar dosis incompletas.

"La gente compra dosis pequeñas y luego abandona el tratamiento a mitad de camino. Se debaten entre comprar alimentos para la familia o medicinas, y luego se olvidan del tratamiento", destacó Kalunde.

Esto es peligroso, porque los pacientes se arriesgan a desarrollar una resistencia a las enfermedades, según expertos en salud como Patrick Mubangizi, farmacéutico y coordinador regional para África de Acción Internacional para la Salud (HAI, por sus siglas en inglés).

HAI, una red mundial que agrupa a organizaciones no gubernamentales, consumidores, académicos y proveedores de servicios de salud, se unió a Oxfam y al Movimiento de Acceso al Tratamiento en Kenia con el objetivo de presionar al gobierno para que ponga fin a la crisis.

La campaña "Stop Stock-Outs" (Frenar la escasez) quiere que las medicinas esenciales vuelvan a ocupar su lugar en los estantes de los hospitales, para que quienes las necesitan tengan fácil acceso a ellas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como medicinas esenciales a aquellas utilizadas para tratar enfermedades comunes como paludismo o malaria, neumonía, diarrea, VIH (virus de inmunodeficiencia humana), tuberculosis, diabetes e hipertensión..

La OMS requiere que estos fármacos estén disponibles en todos los centros gubernamentales de salud.

Pero estudios trimestrales realizados desde 2003 por HAI y el Ministerio de Salud de Kenia señalan que las instituciones rurales de salud pública cuentan con apenas 50 por ciento de los fármacos esenciales disponibles, mientras que los centros de salud pública en áreas urbanas están marginalmente mejor, con una disponibilidad de 60 por ciento.

En enero se agotó la vacuna antituberculosa BCG, que se inocula a niños menores de dos años.

En febrero hubo una severa escasez de fármacos contra el paludismo en el hospital provincial de Nyanza, en el occidente del país. Los funcionarios del hospital admitieron que el problema había persistido durante meses.

El paludismo es la principal causa de mortalidad y morbilidad en Kenia.

"Es inexcusable que los keniatas que dependen de las instituciones de salud pública continúen muriendo y sufriendo dolor y traumas por falta de medicinas esenciales para tratar enfermedades comunes", dijo Mubangizi.

El ministro de Servicios Médicos, Anyang’ Nyong’o, dijo que eran insuficientes las existencias de fármacos contra la malaria y la tuberculosis en las instituciones de salud pública de todo el país, y señaló que las reservas durarían apenas siete meses.

Se ha culpado de la escasez a las demoras en las compras y distribución de medicamentos.

La Agencia de Suministros Médicos de Kenia (Kemsa) se encarga de estas actividades, pero su trabajo es dificultado por el Ministerio de Salud, que destina fondos a esos servicios.

El Ministerio debe unos 21 millones de dólares a quienes suministran fármacos a Kemsa, y a consecuencia los proveedores se han negado a entregar más medicinas hasta que salde sus deudas.

La cartera señaló que se está solucionando el problema. El secretario permanente James Ole Kiyiapi dijo el 5 de este mes que los pagos a proveedores ya habían comenzado. Pero abundan los temores de que si persiste la actual situación los estantes vacíos de las farmacias de hospitales públicos continúen siendo la norma.

No sólo en Kenia se han agotado las existencias de medicamentos. Malawi experimenta una situación similar. Allí, los centros del gobierno a menudo se quedan sin fármacos para infecciones oportunistas y para la malaria, según Martha Bwathene, de la Red de Equidad en Salud de Malawi.

La situación de Malawi es peor por el hecho de que 60 por ciento del presupuesto de salud del país es financiado por donantes.

"Ahora, con la crisis crediticia mundial, cada vez se puede asignar menos dinero al sector de la salud, lo que significa que la escasez puede continuar por mucho tiempo", dijo Bwathene en el foro realizado en febrero en Nairobi.

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