Abrir caminos de entendimiento político, implementar medidas urgente en favor de los sectores sociales más sumergidos y restaurar la institucionalidad son, a juicio de analistas, los principales desafíos que afrontará la izquierda al asumir el gobierno en El Salvador.
El electo presidente Mauricio Funes, del otrora guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), deberá actuar de forma "rápida", incluso antes de llegar al gobierno el 1 de junio, para generar confianza política, entre el empresariado y en el resto de la población históricamente marginada.
El director de investigación y desarrollo de la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo (Fepade), Joaquín Samayoa, comentó a IPS que Funes tendrá que concretar "entendimientos" para afianzar la "gobernabilidad democrática".
Luego, añadió, deberá encarar con mucha "creatividad" los problemas económicos internos, agravados por la recesión mundial que golpeará más a esta nación que al resto de América Central debido a la falta de soberanía de su moneda dolarizada y a que es dependiente en 80 por ciento de las exportaciones hacia Estados Unidos.
Una crisis mundial que ya se refleja en la disminución del envío de remesas de dinero por parte de los salvadoreños residentes en el extranjero, fuente de "supervivencia de una buena cantidad de familias en extrema pobreza" dentro del país, así como en la pérdida de empleos, añadió el analista.
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Funes, quien hasta su nominación como candidato no era afiliados al FMLN, logró imponerse en las elecciones del domingo con 51,3 por ciento de los votos sobre su principal contrincante, Rodrigo Ávila, de la gobernante y derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
El FMLN comenzó a actuar en la legalidad en 1993 como resultado de los acuerdos de paz firmados entre ese grupo insurgente y el entonces presidente Alfredo Cristiani (1989-1994), del hoy también gobernante Arena.
Esos convenios pusieron fin a la guerra interna que se extendió de 1980 a 1992 y que dejó 75.000 personas muertas y de 5.500 a 8.000 desaparecidas, según activistas humanitarios. La gran mayoría de esas víctimas eran civiles y cayeron a manos de los escuadrones de la muerte ultraderechistas que comandó el ya fallecido mayor Roberto d'Aubuisson (1944-1992), fundador de Arena.
El Salvador, que ocupa uno de los territorios más pequeños de América con menos de 21.000 kilómetros cuadrados y tiene 5,7 millones de habitantes, es también afectado por altas tasas de criminalidad de hasta 61 homicidios por cada 100.000 personas, que lo han convertido en uno de los estados más violentos del mundo.
La directora de la agencia de calificaciones de riesgos financiero Fitch, Casey Reckman, declaró esta semana que a Funes le espera "un duro periodo" debido al "impacto desproporcionado" de la recesión de Estados Unidos. Agregó que la "colaboración entre institutos políticos es crucial" para implementar políticas fiscales a largo plazo y recuperar la confianza de los inversores".
Según el Banco Central de Reserva salvadoreño, este país recibió en 2008 cerca de 4.000 millones de dólares en remesas, equivalentes a 17,1 por ciento del producto interno bruto (PIB), provenientes de Estados Unidos, donde viven 90 por ciento de los 2,9 millones de emigrados.
Pero en enero, esos envíos disminuyeron en ocho por ciento respecto de ese mismo mes de 2008.
En su discurso tras el triunfo en las urnas, Funes dijo que impulsará un gobierno de unidad nacional, porque "el país le pertenece a todos los salvadoreños", pero aclaró que pondrá énfasis en atender a los más pobres, víctimas del modelo neoliberal implementado por Arena desde 1989.
Para el analista Dagoberto Gutiérrez, el mandatario electo también deberá desmontar el aparato estatal montado por y al servicio de Arena.
A su juicio, la "oligarquía desde su origen ha sido en esencia primitiva", generando una confrontación política y social que se evidencia en "la opulencia" de unos pocos y en "la pobreza vergonzosa" en que vive la mayoría de la población.
"Funes debe demostrar al pueblo que su gobierno no será simplemente otro gobierno", para lo cual tendrá que "establecer un nuevo aparato de Estado", que supere la corrupción y las arbitrariedades de hoy, luego de dos décadas de Arena en el poder, y el aprovechamiento de éste para beneficiar a la clase dominante".
El próximo presidente izquierdista también debería incorporar el plebiscito y el referéndum, como herramientas institucionales para permitirle a la "población una mayor participación en decisiones trascendentales sobre el rumbo del país", añadió.
Sobre ese tema, Samayoa manifestó a IPS que "todo partido con mucho tiempo en el gobierno tiende actuar de forma arbitraria", y se pronunció por la "vigilancia e intolerancia dentro del Ejecutivo hacia ese flagelo.
El actual presidente salvadoreño, Antonio Saca, por su parte, declaró que promoverá una "transición tranquila y expedita" y ha invitado a Funes a acompañarlo a la cumbre del Sistema para la Integración Centroamericana (SICA), a realizarse el 25 de este mes en Nicaragua.
Dirigentes de Arena han manifestado que serán una "oposición constructiva, pero vigilante de que no se pierda el sistema de libertades".
El ultraconservador El Diario de Hoy, en su editorial del lunes, cambió radicalmente su posición y expresó que "la propuesta de unidad nacional (de Funes) se recibe con los brazos abiertos". "El Salvador está dividido y requiere una profunda dosis de sabiduría de ambas mitades para encontrar el mejor camino para el país", añadió.
Durante la campaña electoral pasada, este matutino acusó a Funes de ser el "candidato del partido de secuestradores y criminales".
Funes partirá este jueves hacia Brasil para reunirse con el presidente de ese país, Luiz Inácio Lula da Silva, quien el domingo le llamó para felicitarlo y reiterarle su compromiso de colaborar con El Salvador en el combate contra la pobreza.
Carlos Gómez, taxista desde hace dos años, dijo a IPS que votó por el "cambio" y espera que Funes cumpla sus promesas de "mejorar las condiciones de vida" de los menos favorecidos, a través de la creación de empleos, control de los precios de los productos básicos y que pueda mejorar la inseguridad pública.
Las interrogantes que deberán ser contestadas en los días próximos, son qué tan incluyente y participativo será el nuevo gobierno, pero también qué tan constructiva será Arena como oposición, señala Samayoa.