Una tiene 39 años y otra 14, pero las dos buscan lo mismo en un hogar de transito de la capital de Paraguay: una familia para la que laborar como empleada doméstica, el oficio remunerado que ocupa a 21 por ciento de las trabajadoras del país.
Olga Sanabria, la mayor, espera la confirmación de un nuevo empleo, y María, la menor, sigue atenta un curso de limpieza de una casa. Ambas se encuentran en el hogar Santa Librada, donde las llamadas de teléfono no cesan en demanda de trabajadoras de servicio doméstico.
Se trata de un centro de las Hermanas Misioneras Scalabrinianas, ubicado a poca distancia de la Terminal de Ómnibus de Asunción, a la que diariamente llegan mujeres provenientes de localidades de los 17 departamentos del país en busca de trabajo.
"En este hogar de hospedaje transitorio, las mujeres recién llegadas a la capital tienen un lugar donde alojarse y la oportunidad de recibir formación para que mejoren sus oportunidades de empleo", dijo a IPS la hermana Ibania Cordeiro da Silva, una integrante brasileña de la congregación misionera de la Iglesia Católica.
El plan de capacitación incluye clases de cocina general, lavado, planchado, uso de artefactos, limpieza diaria de la casa y urbanidad. La hermana Ibania explicó que es un paso importante, porque la mayoría de quienes llegan al hogar tienen baja instrucción o son menores de edad.
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El servicio doméstico es la principal ocupación de las mujeres en Paraguay, donde una de cada cinco que trabajan se emplea en este sector y, del total de ellas, 57 por ciento tiene entre 15 y 29 años, según cifras de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos.
Paraguay es el país con menor renta del Cono Sur latinoamericano y tiene 6,2 millones de habitantes, de los cuales prácticamente la mitad son mujeres.
La población económicamente activa (PEA) de este país bordea los dos millones de personas, 32 por ciento de las cuales son mujeres.
El servicio doméstico ocupa a 6,9 por ciento de la PEA y 93 por ciento de quienes trabajan en el área son mujeres. De ellas, 70 por ciento sólo tienen educación primaria o carecen de instrucción.
"La demanda de empleo doméstico es elevada, pero las condiciones laborales están muy por debajo del resto de la población asalariada", dijo a IPS Solana Meza, integrante de la Asociación de Trabajadoras del Servicio Doméstico de Paraguay.
TRABAJADORAS DE SEGUNDA PARA LA LEY
Un estudio elaborado en 2005 por la Oficina Internacional de Trabajo (OIT) y el no gubernamental Centro de Documentación y Estudios (CDE) destaca que la ley paraguaya otorga carácter especial al empleo doméstico y, por tanto, lo regula de manera diferente al resto de la contratación laboral.
En la práctica, esa diferencia se traduce en menos derechos sociales y económicos para las trabajadoras domésticas, respecto del resto de empleados en el país.
Para Meza, el mismo código laboral del sector atenta contra los derechos de las trabajadoras, porque las discrimina en muchos puntos.
En Paraguay, las empleadas domésticas se clasifican en trabajadoras "sin retiro" y "con retiro". Las primeas duermen en la casa donde prestan servicio durante la semana laboral y su contrato es siempre por tiempo completo.
"No tenemos horario de descanso, estamos de servicio todo el tiempo, hasta 14 horas o más al día", manifestó a IPS Sanabria, quien tiene años de experiencia en el sector, tanto en el país como en el extranjero.
Ella tiene dos hijos, al cuidado de familiares en la localidad de la que procede, y los visita de manera irregular, cuando tiene tiempo y recursos. "El salario no me alcanza, me queda sólo para cubrir los gastos mínimos, más nada", puntualizó. Las empleadas domésticas perciben sólo 40 por ciento del salario mínimo nacional, equivalente a unos 250 dólares mensuales, a lo que se suma la alimentación y el lugar para dormir cuando pernoctan donde trabajan.
Tienen derecho al pago de aguinaldo (mensualidad extra), pero no a la bonificación familiar de la que se beneficia el resto de los trabajadores y trabajadoras.
Se trata de un plus de cinco por ciento sobre el salario mínimo por cada hijo menor de 17 años que se encuentre bajo la patria potestad de la trabajadora y cuya educación y crianza dependa de ella.
Entre las causas de la discriminación que soportan las trabajadoras domésticas, la OIT y el CDE destacan el hecho de que la mayoría de ellas sean jóvenes, campesinas inmigrantes del campo a la ciudad, pobres, con baja escolaridad y guaraní hablantes.
Paraguay es un país pluricultural y donde coexisten como lenguas oficiales el castellano y el guaraní, según su Constitución vigente desde 1992. Las personas guaraní hablantes suman casi dos millones, de las que la mitad son mujeres.
"En un país de larga tradición autoritaria como Paraguay, ese perfil indica una baja posibilidad de ejercicio pleno de la ciudadanía, ya que pocas de ellas se sienten como titulares de derechos", señala el estudio.
La demanda de empleo doméstico en Paraguay creció en esta década, debido a que un grupo importante de las trabajadoras del sector abandonó su puesto para emigrar del país.
Históricamente, el éxodo de empleadas domésticas se producía mayoritariamente hacia Argentina y, en menor medida, a Estados Unidos. Pero desde 2001 se produjo una alta emigración a España.
En 2007 se estimó que 70 por ciento de las personas de nacionalidad paraguaya que vivían y trabajaban en España eran mujeres empleadas en el servicio doméstico, para el cuidado de niños y ancianos.
Esta mano de obra femenina contribuyó en gran medida a la economía del país mediante el aumento del envío de remesas de dinero. Pero ahora, como consecuencia del hundimiento de la economía mundial, se anticipa que muchas de esas trabajadoras se verán forzadas a retornar al país.
EL CASO PARTICULAR DE NIÑAS Y ADOLESCENTES
Pero a María, la adolescente que pidió reserva de su apellido y hace dos meses se encuentra en el hogar Santa Librada, la crisis mundial le es ajena.
Ella llegó al hospedaje tras el fallecimiento de su madre. Tiene dos hermanos que viven con su padrastro y los visita de vez en cuando.
Su situación, como la de la mayoría de las menores de edad que esperan ser empleadas, es muy particular. María desea continuar sus estudios, pero los empleadores/as prefieren trabajadoras domésticas que no requieran acudir a instituciones educativas.
En Paraguay, la escolaridad es obligatoria hasta completar la escuela primaria y la edad mínima para trabajar es de 14 años. Pero en la práctica, los mismos estudios oficiales incluyen a niñas y niños dentro de la PEA desde los 12 años.
La Encuesta Permanente de Hogares de 2004 fijo que 46 por ciento de los habitantes entre 5 y 17 años realizan trabajos domésticos en las áreas rurales y lo mismo hace 30 por ciento de los residentes urbanos entre esas edades.
Un estudio del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), realizado en 2001 en Paraguay, determinó que casi 11 por ciento de la niñez trabajadora es empleada doméstica, y que en el país existen 265.411 niños y niñas entre 5 y 17 años que trabaja.
Una de cada cuatro niñas entre 10 y 17 años trabaja, precisó Unicef, si bien añadió que es difícil obtener el número exacto de empleadas domésticas.
EN BUSCA DE IGUALAR DERECHOS
"Nosotras necesitamos que se establezcan mejores condiciones para todas, tanto a nivel salarial como de régimen de horario de trabajo", apuntó Solana Meza.
Con ese fin, la Asociación de Trabajadoras del Servicio Doméstico de Paraguay inició un trabajo conjunto con asesores jurídicos del CDE, la Juventud Obrera Cristiana y el hogar Santa Librada, para enfrentar las discriminaciones del sector.
Las misioneras scalabrinianas centran su apostolado mundial en las poblaciones migratorias y en particular actúan en comunidades que sufren un alto éxodo rural a las ciudades. Su albergue en Asunción es uno de los dos que acoge a las candidatas a ingresar en el servicio doméstico, y el otro también está en manos de religiosas.
El objetivo de la Asociación y sus aliados es la elaboración de un anteproyecto de ley, basado en la experiencia y aporte de las trabajadoras domésticas, que supere las asimetrías existentes en el régimen laboral.
El primer paso fue la realización este mes en Asunción de un Foro de Mujeres Trabajadoras del Servicio Doméstico, en que participaron delegadas llegadas de todo el país. "La idea es articular acciones a nivel nacional y pelear por nuestros derechos, en nuestro país", indicó Meza.
Recordó que la situación de las trabajadoras domésticas de Paraguay es distinta a la de sus vecinos Brasil y Uruguay, por ejemplo, donde gozan de plenos derechos como cualquier otro trabajador o trabajadora.
A Sanabria ya la vinieron a buscar sus nuevos empleadores. "Este es un trabajo muy sacrificado, que mucha gente no lo reconoce. Ojala podamos mejorar", dijo a modo de despedida.
Entre tanto, María fijó la mirada hacia el jardín del hogar y comentó: "yo sólo espero trabajar en una casa donde me traten bien".