Escándalos sexuales, traiciones, deserciones políticas y amenazas son moneda corriente en Malasia cuando faltan tres semanas para la investidura de un nuevo primer ministro.
Los pronósticos pesimistas están vinculados al fin del mandato del primer ministro Abdullah Badawi, quien pese a su estilo paternalista y decencia personal fue incapaz de realizar las reformas prometidas.
Abdullah tiene los días contados desde las elecciones de inicios de 2008, en las que la coalición gobernante Barisan Nasional (Alianza Nacional) ganó por un estrecho margen, perdiendo el gobierno de cinco estados y la mayoría legislativa de dos tercios, que gozaba desde la independencia en 1957.
El crecimiento de la coalición opositora Pakatan Rakyat generó un clima de júbilo y entusiasmo. Además de quedarse con cinco estados, logró un importante bloque parlamentario, que le permite vigilar los abusos del Poder Ejecutivo.
El actual primer ministro, que anunció su renuncia para el 31 de este mes, perdió en los hechos al rendirse sin dar batalla por la presidencia de su partido, la Organización Nacional de Malayos Unidos (ONMU), principal fuerza de la Barisan Nasional, en diciembre.
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Mientras, la represión aumenta asociada al malestar de la población, denuncian abogados y activistas de derechos humanos.
Desde entonces, viene acumulando espacios el viceprimer ministro Najib Razak, acusado de estar vinculado a la truculenta muerte de una traductora mongola. Altantuya Shaariibuu fue asesinada a tiros y sus restos destruidos con explosivos C4 en noviembre de 2006.
Najib niega las acusaciones, pero dos policías de su seguridad fueron declarados culpables del asesinato. Además, Razak Baginda, amigo cercano y asesor del viceprimer ministro, fue absuelto de complicidad en el hecho.
Najib, protegido del ex primer ministro Mahathir Mohammad, quien gobernó con mano de hierro este país entre 1981 y 2003, investido primer ministro este mes.
"Ningún primer ministro asumió el cargo con tan escasa aceptación popular como Najib", remarcó un conocido abogado de este país que pidió reserva de su identidad por temor a represalias.
"Las acusaciones lo perjudican gravemente", señaló el abogado. "En estas circunstancias, su ascenso hace temer por el futuro, y, en especial, por el proceso democrático que había iniciado Abdullah, independientemente de su solidez".
"Es de conocimiento público que Najib no es reacio a torcer las leyes para ganar un pulso político", apuntó.
"¿Respetará la privacidad, los derechos humanos y las leyes?", se preguntó el abogado.
Para algunos legisladores como el defensor de derechos humanos Karpal Singh el temor se hizo realidad, cuando recibió balas por correo.
Najib, hijo del ex primer ministro Tun Abdul Razak (1922-1976), ya demostró su actitud al derrocar al gobierno del estado de Perak, vecino de Kuala Lumpur, en manos de la Pakatan Rakyat.
Con unos pocos golpes maestros consiguió a principios de febrero que cuatro representantes abandonaran la coalición opositora por la Barisan Nasional y derrocaran al gobierno estadual.
Enseguida convenció al sultán de Perak de que no disolviera la asamblea legislativa estadual para llamar a nuevas elecciones, y con los desertores aumentó la mayoría de Barisan Nasional, que tomó juramento a las nuevas autoridades.
La conspiración hizo que la gente se molestará con el sultán Raja Azlan Shah, quien fuera un respetado juez, y que se instalara una crisis constitucional para definir quién es el gobernante legítimo.
Las críticas arrecian contra la monarquía, a la que se acusa de complicidad con Najib.
Es la primera vez que manifestantes malayos, la etnia mayoritaria de este país, la emprenden contra la realeza, vociferan consignas insultantes y difunden comentarios agresivos a través de Internet.
La coalición gobernante ahora se propone derribar a otros dos gobiernos en manos de la opositora Pakatan-Rakyat, en los estados de Kedah y Selangor, para lo que no faltan recursos.
"Su objetivo es recuperar lo que perdieron en las elecciones recurriendo a subterfugios", dijo a IPS Tian Chua, jefe de información del partido Keadilan, del líder opositor Anwar Ibrahim. "Usan todo tipo de tácticas, dinero, chantajes, corrupción, todo".
El jefe de gobierno del estado de Selangor, Khalid Ibrahim, ya se vio afectado por escándalos sexuales y de corrupción, como el que involucró a Elizabeth Wong, una activista de derechos humanos que se dedicó a la política.
Wong renunció al gabinete estadual tras la publicación en la prensa controlada por el gobierno central de unas fotografías en las que aparecía desnuda, al parecer sacadas en secreto por su novio. Fue un duro golpe para la oposición nacional por el buen trabajo que había realizado en materia ambiental.
También renunció el jefe de gobierno del septentrional estado de Kedah, V. Arumugam, quien huyó a India tras ser acusado de bígamo